La masonería es una augusta Institución donde sus miembros se dedican todo el resto de sus vidas a dos  objetivo: “Conocerse a sí mismo” y “Ser libres”. Un masón es un ser humano que ha sentido la necesidad de tocar las puertas de esta  institución con el objeto de que por medio de una serie de herramientas que se le dotan pueda indagar, conocer y comprender el objetivo de su vida. Definición de masonería según Wikipedia: “Es una institución de carácter *iniciático*, filantrópico, *simbólico*, “filosófico”,  “discreto”, “armónico”, “selectivo”, “jerárquico”, “internacional”, “humanista” y con una estructura federal, fundada en un sentimiento de “fraternidad”. Hay algunas constituciones masónicas que lo iniciático no lo enuncian, lo que para mi comprender es un fatal error; la institución sin lo iniciático no tiene sentido de existir, qué haríamos sin los “símbolos”, de donde parte nuestro conocimiento trascendente; por lo tanto, sería una institución con carácter de “club fraternal”, como lo es el Rotary, Club de Leones, dedicados a la filantropía y fundados por masones con ese objetivo. La Constitución Masónica de mi Obediencia reza en su enunciado: “La francmasonería es una institución esencialmente filosófica, filantrópica y progresiva, y tiene como objeto la investigación de la verdad, el estudio de las ciencias y la práctica de las virtudes. Su fin es disipar la ignorancia, combatir el vicio e inspirar el amor a la humanidad”, como se puede ver no enuncia la parte iniciática y debe ser revisado este punto. La masonería es una institución libre, de hombres y mujeres independientes, y solo obedecen a su “conciencia”. Uno de sus objetivos es el perfeccionamiento moral de la humanidad y la tolerancia. Induce a considerar el “trabajo tanto manual como intelectual”, como un deber esencial para su progreso material y evolución familiar. Se honra el trabajo en todas sus formas. Los masones, decíamos antes, obedecen a su conciencia y juramos ante el altar de nuestra conciencia trabajar para “abrir conciencia”. El masón tiene varios enemigos muy fuertes: si se “intelectualiza”, se le sube su ego y egoísmo. Dice el H. Sergio Pérez en Gabitos: “Si te crees demasiado intelectual para aprender el simbolismo, te estás perdiendo los primeros pasos para la marcha del conocimiento. Por eso hay masones de conocimiento y masones de reconocimiento, y con el libre albedrío puedes escoger el que quieras ser”. Si es “ortodoxo”: es intolerante y todo le parece sacrilegio. Si es “dogmático”, es intolerante al cambio, es egocéntrico porque considera que conoció la “verdad” y se apropia de ella en forma absoluta y la coloca como ley, así como los Landmarks y punto. No abre conciencia porque no ve más allá de frente. Y lo más negativo es que todo esto lo utilizan para manipular mentes y controlar: “poder”. Y es lo mismo que está ocurriendo en la política mundial, sobre todo en algunos países. Esta reflexión la hago motivado a  que observo que la masonería está invadida por el “virus de la ortodoxia” y no deja fluir la expansión de la conciencia. Leí un artículo del H. Alcoseri muy interesante sobre si “los masones nos resistimos al cambio”. Para mi comprensión, no debiéramos hablar de cambio, porque el masón es en sí un cambio: “mente abierta, libre”, y parto de la base de que no venimos a aprender sino “aprender lo aprehendido”. Todo existe, todo está en la mente, solo que por temor de perder poder, nos resistimos al desarrollo y evolución. No es “cambio”, es abrir nuestra conciencia para percibir más amplio el punto. Aquí juega la famosa palabra “tolerancia”. La mujer en el sendero Iniciático ha estado en toda la historia de la humanidad, pero nosotros nos oponemos porque no aceptamos que su conciencia es más amplia y libre: obran con el corazón, el amor, que es la base del conocimiento trascendente. El hombre obra con la razón, y su pensamiento no es trascendente, obra por ambición de poder, lo cual vela su mente y conciencia para comprender el sendero iniciático. Y el tema de Internet es otro punto álgido para los ortodoxos. Nos aferramos al miedo y al temor. Grandes hombres de la humanidad, como el papa Juan Pablo II, predicaban siempre: no teman, porque el que teme es cobarde y obra por instinto. Gandhi: obrar con la no violencia, la paz, la tolerancia y el amor. Buda nos decía que todo principio está basado en suprimir los deseos, para que luzca el amor y la igualdad. Nuestro maestro Jesús: ama al prójimo como a ti mismo.  Cómo se consigue este sendero: con el desprendimiento. El mayor poder está en dejar fluir todo con amor, con fraternidad, sin prejuicios, sin hipocresía y dejar espacio para todos y todas en este plano, y estoy seguro de que aflora la plenitud espiritual.


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