Y continuando con el tema de la humildad, me llama la atención cómo en todas las religiones e incluso instituciones espirituales e iniciáticas la identifican como valor moral y más aún, la califican de virtud (inclinación y prontitud para conocer y obrar el bien y evitar el mal). Dan fórmulas y métodos para ser humilde, meditaciones para guiarte por ese sendero, que no es tal. Las personas del mundo profano juran a cada momento volverse humildes. El conocimiento sobre la humildad es muy moralista: solemos asociar la humildad a un estado religioso de obediencia y sumisión, con pérdida de libertad, identidad, y pobreza material. La filosofía siempre ha proclamado el “conócete a ti mismo” y la humildad es un apoyo muy importante para lograrlo. La humildad ha sido tradicionalmente rechazada en los ámbitos del poder político, económico e incluso académico, por considerarse propia de los segundones. Friedrich Nietzsche, explicaba que: “la humildad es la reacción que adoptan los débiles para evitar la ira de los poderosos”. El enemigo de la humildad: “la soberbia”. Hay narraciones “simbólicas” en el libro sagrado de la “la Biblia”, relativas a la soberbia y sus consecuencias: tenemos la historia del ángel llamado Lucifer, que según los libros sagrados, este ángel era muy cercano al Creador, el cual le manifestó que quería ser igual a Él, y por su “arrogancia” fue expulsado del cielo junto con los ángeles que lo apoyaban (Ángeles Caídos). Lucifer expresa esta frase: “Más vale vivir en el infierno como amo, que vivir en el cielo como siervo”. “Es una frase atribuida a Satán cuando es derrotado tras su rebelión y expulsado del paraíso. Lo que significa es precisamente eso: el orgullo de Satán, quien declara que prefiere ser el rey de los condenados a ser un siervo de Dios, al que ve como un tirano. Es una de las frases más célebres de una de las obras cumbre de la literatura inglesa: Paraíso perdido, de John Milton” (Rafael Gómez – página Quora). También se considera la construcción de la Torre de Babel (Babel se deriva de la palabra hebrea “baibál” que significa “confundir” – en la antigua Babilonia) como un acto de soberbia, pues la intención era construir un edificio tan alto que llegara a los cielos y por lo tanto, a Dios, para parecerse a Él, (Génesis 11:9). Ahora bien, mi comprensión sobre este relato bíblico: estoy de acuerdo con la calificación de soberbia, porque para llegar a la Gran Energía Universal, a Dios o como lo quieran llamar, es por medio del conocimiento, la meditación y no por medio físicos. Lo que no comparto es la tesis de la confusión de lenguas, el mismo pasaje bíblico dice que intervinieron seres humanos de varias regiones, es imposible que sobre la faz de la tierra se hablara un solo idioma. Mi comprensión es, simbólicamente hablando, allí no se confundieron las lenguas, allí lo que ocurrió fue algo semejante al relato simbólico bíblico del Paraíso, donde Adán y Eva fueron expulsados por comer el fruto del árbol del bien y del mal. Esto quiere decir que se perdió “el estado de conciencia espiritual”, el estado primigenio, y es por este motivo que todos o la mayoría buscamos este contacto perdido. Ahora bien, qué ocurrió en el relato bíblico de la Torre de Babel: perdimos más estado de conciencia, esto quiere decir, que no comprendemos los mensajes de los seres evolucionados o de elevados estados de conciencia. Y esto está pasando en nuestra era, nadie comprende los mensajes de amor, de bondad, de caridad, de tolerancia, y muchas virtudes que están escasas hoy en día. Estamos pasando por un nivel muy bajo de estados de conciencia. Todo aquel ser humano que eleva su estado de conciencia, es visto como un ser extraño entre sus iguales. Cuando no comprendemos los mensajes de sabiduría del Maestro Jesús y del Maestro Buda y otros seres iluminados, perdimos este estado de comprensión, el descontrol de la mayor parte de la humanidad, se debe a esto mismo. Debemos de trabajar muy duro para recuperar el estado “primigenio”, debemos sacralizar todo a nuestro alrededor, realizar un trabajo en nuestro interior, edificar un Templo no físico, un mundo interior sagrado, para poder reflejar ese estado de humildad en el mundo profano. “El estado de humildad” es la plenitud espiritual, es un estado elevado de conciencia y el mensaje que deseo dejar en este escrito sobre este tema de la humildad es: “La humildad” no se decreta, no se estudia, no se consigue en cursillos de cristiandad, en retiros espirituales, en los libros o conferencias de iluminados. “La humildad” es un proceso de ciclos de vida, de encarnación en encarnación, donde nos hemos dedicado en cada ciclo a realizar trabajos espirituales, no estoy diciendo religiosos. “El humilde es un ser libre”, trasciende la razón, trasciende el estado físico, e incluso trasciende el mismo tiempo y el espacio: no está apegado a nada: su estado es de servicio, bondad, entrega y desprendimiento: con esto quiero expresar que la “humildad” de una persona se le percibe por sus actos y sus palabras llenas de luz. El que exprese que es humilde, es el acto de arrogancia más elevada. Incluso, el ser que refleja humildad, ni él mismo lo sabe, no está pendiente de esto, y si lo estuviera dejaría de ser humilde. Todo ser que refleja humildad está constantemente presionado por el mundo profano que no comprende su actitud, casi lo consideran tonto. Mi sugerencia es: si percibes la humildad en una persona, colabora con ella y sobre todo comparte su sabiduría, porque este ser es pura luz. Hay muchos seres de altos niveles de sabiduría en el mundo, identifícalos y recibe sus enseñanzas que te guiarán al sendero de altos niveles de conciencia. La humildad comienza eliminando el ego. El ego procede de la mente, si no se domina la mente no podremos llegar realmente a ser humildes. La humildad que nace del corazón tiene un pleno conocimiento de sí mismo.


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