La eutanasia es un tema muy controversial que gira alrededor de la religión, las leyes y el sentimiento humano a la vez, cargado de prejuicios sobre la vida humana. El ser humano es muy controversial y su razonamiento lo lleva a transitar caminos convenientes. La filosofía es el  razonamiento, el pensar del humano, lleva al mismo a divagar entre lo Divino y lo profano, y un razonamiento limpio debe desligarse por completo de los dogmas religiosos y prejuicios, este último originado de la moral regional: origen del derecho.

La “vida” humana siempre ha sido un tema muy profundo, que hubo que legislarse, para controlar al ser humano de la  poca moral. Si leemos los libros sagrados de las religiones del mundo, están llenos de sacrificios, muertes, de batallas en contra de los llamados infieles, y por lo tanto en sembrar su verdad a toda costa en nombre de Dios. Incluso hasta en los tiempos modernos podemos apreciar estas cosas. Hay corrientes “espirituales”, no religiosas, que defienden la vida, y no solo la humana, sino todo lo que contenga vida, bajo un lema muy hermoso llamado: la compasión. Entre estas corrientes tenemos los seguidores de Budha. Sin imponer, sin hacer proselitismo, predican el respeto a la vida, vegetal, animal y humana: el derecho a la vida de todo ser vivo es sagrado. El ser humano, desde el punto de vista “espiritual” es sagrado. El conocimiento y  la meditación nos harán comprender “de dónde venimos, qué hacemos aquí y para dónde vamos”, aquí está el secreto del respeto a la vida y sobre todo el respeto “al ciclo de vida que le corresponde a  cada ser humano para cumplir su misión en este plano”.

La eutanasia todavía está en el debate público, en la disyuntiva entre la vida y la muerte. Cuando el ser humano, en su lecho de enfermo terminal ha perdido sus facultades físicas y psíquicas para valerse por sí mismo, desde el punto de vista humano se le considera que está “sufriendo” en ese estado. Y es aquí donde se debate entre lo “legal” y lo “ético”, familiares, sociales, médicas y políticas. Para frenar el sufrimiento, donde la ciencia llega a su límite para mitigar el mal de salud, y para considerar una muerte digna, surge la eutanasia, como un fenómeno que se ha practicado desde los albores de la  historia del ser humano, y se le llama “muerte asistida” a enfermos terminales incurables.

El término eutanasia proviene del griego eu (que significa bien o fácil) y thanatos (muerte). Así que, etimológicamente solo significa «buena muerte». Procurar la muerte sin dolor a quienes sufren. También se le llama homicidio por «compasión» o piedad por su sufrimiento. Clasificación de la eutanasia, desde el punto de vista médico: Directa: es el proceso de adelantar la muerte de un paciente terminal e incurable. «Es activa»: la muerte por medio de fármacos letales. «Es pasiva»: la muerte por suspensión del tratamiento y su alimentación por cualquier vía. Indirecta: no suministrarle las medicinas que lo mantienen. Cacotanasia: es la eutanasia que se impone sin el consentimiento del afectado. Ortotanasia: consiste en dejar morir a tiempo sin emplear medios  para el mantenimiento de la vida. Distanasia: mediante el cual se procura posponer el momento de la muerte recurriendo a cualquier medio artificial. Adistanasia o antidistanasia: cesación de la prolongación artificial de la vida. Ahora bien, la eutanasia nos lleva reflexionar sobre el dolor humano. El dolor y la muerte son parte de la naturaleza humana: nacemos en medio del dolor de nuestra madre, y morimos causando dolor a los que nos aman. A lo largo de nuestra existencia el dolor psíquico,  físico o moral está siempre presente. La muerte es algo inevitable en el ser humano. El dolor y la muerte no son obstáculos en la vida, son parte de ella, y es un obstáculo quien se niega a reconocerlo. Pero es natural que el ser humano luche contra la muerte, el sufrimiento y el dolor, es también parte de su naturaleza, pues fue creado para ser feliz. El dolor y el sufrimiento son positivos, nos ayudan al crecimiento y maduración y sobre todo a darle valor a lo que nos hace feliz. Solo se debe respetar el derecho a la libertad de conciencia del enfermo. Este artículo es solo para reflexionar, no para dar un criterio positivo o negativo.


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