El “cuerpo causal” lleva este nombre porque en él reside el origen de todo. Es el cuerpo del hombre verdadero. En este cuerpo se guarda todo el crecimiento y la evolución del trabajo para abrir conciencia, por toda la eternidad. Todo lo de este cuerpo es perdurable e incide en la futura encarnación. Es un cuerpo muy sutil y poco visible, y dura todos los ciclos de la evolución humana. Contiene todo lo que está en armonía con la ley, todo lo bueno y positivo de cada ciclo de vida. Este cuerpo contiene los niveles de estado de conciencia de cada ser humano. Es un cuerpo de conciencia, luz, sabiduría, bondad, amor y compasión. Aquí somos seres divinales y eternos. Toda esta divinidad que yace en nosotros está velada por nuestra ignorancia y ego, cuando emprendemos este sendero iniciático es con el objeto de abrir conciencia y correr estos velos de ignorancia. Cuando corremos el velo sentimos la plenitud espiritual. Platón se refería a este cuerpo como “la auténtica realidad” donde yacen las ideas puras. Las antiguas tradiciones espirituales ubican aquí la “mente superior”, que junto a la “intuición” y la “esencia primordial” constituyen de manera unificada  una “monada individual” que conocemos como “la mente superior o simplemente el “ser”. Es el estado de los seres trascendidos como los maestros: Buda y Jesús. El “alma” ¿qué es?, una sencilla comprensión: El Gran Espíritu Universal, que sostiene la Creación con sus leyes, al cual, según nuestras creencias le damos el nombre de Dios, Alá, Yahvé, Krishna, G.A.D.U. etc. De esta Gran Energía Universal emana una chispa divina, una porción, que es la que contenemos todos los seres vivos en este plano, muy especialmente los seres humanos, y en la naturaleza del universo, somos los únicos que tenemos conciencia de ello. De nosotros los seres humanos, que tenemos esa gran chispa divina dentro de nosotros, emana el “alma”, es la que desciende al plano terrenal, porque el espíritu no puede ir más allá de lo espiritual. El alma es un archivo arkasico donde se depositan todas nuestras experiencias en este plano. Después de cada ciclo de vida el alma se despoja de todo de lo guardado en ella en sus diferentes cuerpos y regresa al lugar de donde emano: de nuestro espíritu. El alma nunca perece, siempre está al servicio de nuestro espíritu y tiene conciencia limitada. El regreso del alma  a nuestro espíritu después de cada ciclo de vida sucede en el “cuerpo causal”. El alma comparte con la mente inferior y se identifica con el ego y la personalidad; en cambio, el espíritu, a lo largo de los ciclos de vida, contiene toda la evolución que hemos realizado con nuestro trabajo de abrir conciencia. Si logramos tener contacto de nuestra mente inferior con el cuerpo causal, mente superior, se nos corre el velo y tendríamos conciencia de todo lo realizado en los ciclos de vida pasados. Esto no es el Nirvana o iluminación, solo es tener conciencia de nuestro estado. Los maestros Jesús y Siddhartha trascendieron el cuerpo causal para recibir la iluminación o Conciencia del estado Buda y Cristo. Trascendieron la dualidad. El despertar de la Conciencia solo se produce cuando estamos en el intermedio del cuerpo causal y cristico. Cuando esto sucede, con la conciencia abierta, todo lo vemos muy diferente, con una realidad muy distinta, en la cual, los que llega a este estado de conciencia, ven todo con amor, pacífica y conciliadora. Sin el cuerpo causal no podemos existir, en él reside la chispa divina, origen de la existencia y solo llegan a este cuerpo: acciones positivas, duraderas y armoniosas. Annie Besant, C.W. Leadbeater y Blavatsky, para ellos el “cuerpo causal” es la “manas superior”, como el “mental superior”, mente abstracta en lo opuesto a la “mente inferior” o mente concreta. Hacernos conscientes del cuerpo causal y del no ser, nos ayuda a centrar la mente, tener estabilidad y quietud, para concretarnos en lo más sutil, y no en lo denso, concreto y tangible. Esto es paz y estabilidad, y nos abona el sendero para reconocer el cuerpo del conocimiento, gran cuerpo causal o cuerpo de Dios. Este cuerpo, como es espiritual, se le llama también el de “no saber”, en él se siente la plenitud de nada, y solo los muy elevados de estado de conciencia perciben lo que contiene. Aquí el ego está estático, sin fuerza. Es terreno desconocido para él. Se confunde este cuerpo con el Estado absoluto, pero hay que subirmás el sendero para percibirlo totalmente, aunque nuestro espíritu proviene de Él, de la realidad infinita. Los filósofos occidentales califican este cuerpo como un estado de “lo incognoscible”, un estado “libre”, no está sometido a la ley de la dualidad, ni a los deseos, ni al ego: conciencia trascendental. Pero no es el final, hay que llegar a otro estado más pleno, donde está el conocimiento puro, el silencio. El velo más oscuro que cubre el “cuerpo causal” es el “ego” con su naturaleza inferior, como: la ambición desmedida, la hipocresía, el fanatismo, el orgullo, los poderes intelectuales  aplicados a fines egoístas, son fatales en sus efectos. Hay que comprender el cuerpo causal para que la evolución espiritual sea un objetivo de la vida.


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