Cuando reflexionamos sobre el cuerpo causal nos entramos al primer paso del Sendero Iniciático, donde la dualidad está superada, se ha trascendido el cuerpo físico, aunque no es la Iluminación, es el lugar que ocupan los llamados santos en este plano, dominan la naturaleza y hacen que les obedezca: los milagros. ¿Cuántos llegan a correr el velo para tener conciencia de este cuerpo?. La ley de la dualidad es el filtro, como decíamos cuando estudiamos una materia difícil de pasar. Existen muchas dimensiones, que no son visibles y tienen su velo, y solo es perceptible a las conciencias muy elevadas. Todos estos cuerpos hay que estudiarlos, para poder comprender nuestra existencia en el plano físico, que es el mundo de los efectos, como también hay que estudiar y comprender las planos superiores que es el mundo de las causas. Siguiendo nuestra reflexión sobre los siete cuerpos que componen al ser humano, llegamos al sexto cuerpo, el “cuerpo búdhico o de la conciencia”. Es el mundo más sutil, de donde provienen energías para nuestro desarrollo en el plano físico. En este cuerpo encontramos lo más elevado de la espiritualidad, es accesible al ser humano cualificado. Según Annie Besant, “Buddhi, es la facultad que está por encima de la mente razonadora, y es la razón pura, que ejerce la discernidora facultad de intuición, discernimiento espiritual”. Es una región sumamente especial, no comprendida por la razón, es el ideal de todo ser humano que busca la trascendencia, el estado primigenio, y busca el término de los ciclos de vidas en este plano. Es importante destacar, que el sendero espiritual o iniciático es una experiencia propia libre de toda creencia religiosa. El cuerpo búdhico, cuando el Espíritu se une al íntimo nace el ser humano nuevo, con un nivel de conciencia elevada, como lo han experimentado los Grandes Avatares, llegando a dominar las leyes de la naturaleza y del Universo, así nace el verdadera maestro. Se experimenta la Plenitud Espiritual, es como un poder que recibes de las dimensiones Suprasensibles que se expresan a través del maestro. El maestro Samael (Gnosis) dice que: “el Budhi es el alma divina, es decir, la conciencia divina del íntimo”. Solamente los puros de corazón, los que abren conciencia pueden llegar al estado del cuerpo búdhico. Y sigue diciendo Samael: “Cuando el íntimo se fusiona con el cuerpo búdhico, se manifiesta el auténtico ser humano cósmico, celeste el cual no necesita para nada los otros cuerpos, de donde extrae las esencias sagradas, ni de los vehículos inferiores. En este cuerpo se manifiesta el amor puro, que en los escritos esotéricos se le llama la “razón pura”, siendo una de las cualidades elevadas del cuerpo búdhico. En este cuerpo también encontramos la “intuición”, que es una forma de conocimiento directo y total, libre de analices, síntesis, razonamiento y conclusión. Es certero, cuando un ser humano alcanza el nivel de este cuerpo intuitivo, tiene la seguridad que el conocimiento es real. En el oriente del mundo se dice que cuando la luz del Budhi alcanza la “percepción”, tenemos la “comprensión”, y para poder comprender hay que iluminarlo con la “intuición”, y podemos llegar al estado ”cristico”. También se le llama el cuerpo solar, y la única forma de construir este cuerpo es cultivar el amor puro (atributos divinos), desinteresado, que no ansía nada para sí, no conoce la parcialidad, se da sin reservas, es ser libre, es liberarnos de las limitaciones que nos ata el “egoísmo”, en el plano físico, es la raíz del mal, pero una vez liberado se libra del sufrimiento. Como hay unidad de todo, la fraternidad humana, encuentra una base sólida en el cuerpo búdhico. Cuando la conciencia se eleva al cuerpo búdhico, la unidad se percibe en el acto, e inunda de luz todo su entorno, esparciendo conocimiento, considera que su estado de luz  le permite expresar compasión por los diferentes  estados de conciencia de los que lo rodean, como un hermano mayor protegiendo a los menores. Debemos recordar que somos uno en nuestro origen. En este cuerpo la ley de la dualidad se percibe, pero sin divisiones, y puede ver el grado del estado de conciencia de los seres humanos. En el cuerpo búdhico no tiene cabida la razón, ni la intelectualidad ni la lógica. Budhi es una palabra derivada de otra sanscrita que significa “sabiduría”, libre de los límites de separación, para hallarse consciente de su propia individualidad y al mismo tiempo uno con todo. “Este es el templo (morada eterna de los cielos de la que habla san Pablo) no construido con las manos físicas. También se le considera el alma espiritual del ser humano, es el Yo espiritual, es el poder pensante por sí mismo, independiente de las expresiones externas, en este cuerpo están los más elevados ideales filosóficos y espirituales. El cuerpo búdhico es el de la conciencia. Annie Besant nos dice: “Cuando el ser humano ha desarrollado el amor, la sabiduría y los poderes, en que pasa a través de una gran entrada que marca un estado definido en su evolución, esta es la entrada de la “iniciación”, y el ser humano que penetra por ella conducido por su maestro, se eleva por primera vez al cuerpo espiritual… allí está la unidad que ansía siempre, que ha sentido como verdad y que en vano ha tratado de comprender en los planos inferiores”. Y continúa diciéndonos Annie Besant: “Conocer al Hombre es conocer a Dios. Conocer a Dios es conocer al Hombre. Estudiar el Universo es estudiar a Dios y al Hombre, porque el Universo es la expresión del pensamiento divino y el Universo está reflejado en el Hombre. El conocimiento es necesario para que el ser quede libre y se conozca como sí mismo únicamente”.


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