La filosofía hermética, plasmada en el libro de Hermes Trimegisto: El Kibalion, las Siete Leyes Herméticas, tenemos el cuarto principio: polaridad. Esta es la forma que tiene la dualidad de expresarse para el aprendizaje que nos lleva a evolucionar.

Este principio nos instruye en que todo tiene dos polos, y son lo mismo. El principio reza así: “Todo es dual, todo tiene dos polos. Todo su par de opuestos, los semejantes y los desemejantes son los mismos. Los opuestos son idénticos en naturaleza, difiriendo solo en grado. Los extremos se tocan. Todas las verdades son semiverdades, todas las paradojas pueden reconciliarse”.

La polaridad es el principio hermético reinante en este plano denso, y es el mismo principio, filosófico y religioso del taoísmo (chino) del yin y el yang, son usados para referirse a la dualidad, dos fuerzas esenciales en el universo. Lo bueno y lo malo, lo equilibra las leyes del ser humano. Tristeza y alegría, son dos polos de lo mismo, solo en diferente grado, y lo equilibra el amor. La justicia y la injusticia, lo equilibra lo justo. Entre ser fiel y la traición, lo equilibra el perdón.

El amor, lo justo y el perdón están más allá de lo físico, y a estos tres los contiene la bondad, que representa el desprendimiento, para trascender la dualidad. Vida y muerte, ley absoluta e inquebrantable.

La polaridad nos enseña que los dos polos no existen separados: para conocer el frio, debo antes conocer el calor, porque es nuestro sentido de supervivencia, si sientes frío buscas abrigarte o acercarte al fuego o calor, y también lo contrario, instintivamente buscamos  la polaridad opuesta de lo que sentimos. Es por esto que son iguales en naturaleza y diferente en grado.

También nos enseña este principio que debemos trabajar la prepotencia, el egoísmo, pero también debemos trabajar el otro polo, el ser sumiso, temeroso. Lo ideal es estar en el centro: ser sencillo, pero no tonto, y formarse un carácter de respeto hacia los demás, ser reflexivos, crear confianza y respeto. No juzgar y aceptar a tus congéneres tales como son.

El secreto de la polaridad está en transmutar la mente para equilibrar la dualidad, la cual no se puede destruir, pero sí equilibrar. Ser indiferentes ante el orgullo e indiferentes ante la humildad, en el centro de la polaridad. La verdad en este plano no existe, son solo semiverdades, se reflexiona y se reconcilia la paradoja. Hay extremos de la polaridad que se ven irreconciliables como: el fanatismo, el dogma y la fe, el otro extremo de la polaridad es combatir la ignorancia y los prejuicios.

El centro de equilibrio es la comprensión. Dos polos totalmente opuestos: el espíritu y la materia, pero ambos son lo mismo. El espíritu se manifiesta por medio de la materia, y esta no existe sin el espíritu. Aquel que se polariza, manifiesta egoísmo, temor, miedo, y quien vive en el extremismo, nunca manifiesta soluciones felices.

La conciliación universal de los opuestos se efectúa reconociendo este principio de polaridad. La luz y la oscuridad son polos de la misma cosa, con varios grados entre ambos. La escala musical es la misma entre el Do y el SI, solo son sus grados de sonido y vibraciones que la diferencian. Lo grande y lo pequeño son cosas relativas, todo depende de los grados, por lo tanto lo bueno y lo malo no son cosas absolutas.

El valor y el miedo quedan también bajo la misma regla. Donde encontremos una cosa, encontraremos también su opuesta. El principio de polaridad: este hecho es el que permite al hermético transmutar un estado mental en otro, siguiendo las líneas de polarización. Las cosas de diferente clase no pueden transmutarse en otras, ejemplo: el amor no puede transmutarse en calor.

Es muy importante comprender este principio, porque arrojará muchas luces en los momentos difíciles y oscuros. El conocimiento de este gran principio hermético de polaridad te permite conocer los propios estados mentales y de los demás, y así elevarás las vibraciones interiores a voluntad, cambiando su polaridad, haciéndose dueño de tus pensamientos y no siendo esclavo y servidor de los demás.


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