El séptimo gran principio hermético es: el género, cuyo su enunciado reza así: “El género está en todo, todo tiene su principio masculino y femenino, el género se manifiesta en todos los planos”.

Tanto el universo o macrocosmos y el ser humano, microcosmos, está regido por siete grandes principios o leyes herméticas, que proceden de Egipto, atribuidas a Hermes Trismegistro.

Las doctrinas de Hermes traspasaron las regiones del Nilo. Los grandes principios herméticos son siete: mentalismo, correspondencia, vibración, polaridad, ritmo, causa y efecto, y de generación. De cada uno de estos grandes principios hice una reflexión en artículos anteriores, que nos demuestra que el universo, en su orden al caos, se rige por leyes emanadas de un poder central, que es el todo y también nos demuestra que el todo está en cada partícula del universo y, por qué no decirlo, es por esto que el universo no se destruye y siempre está en creación y expansión.

En esta oportunidad reflexionaremos sobre el último gran principio hermético: el género. Este gran principio en el plano físico se manifiesta como “sexo”, pero en los planos superiores toma forma más elevada. Este principio se manifiesta en los tres planos: espiritual, físico y mental, por lo tanto ninguna creación subsiste sin este principio. Este principio obra siempre como generador, regenerador y creador. La comprensión de este gran principio sirve como sendero para expandir conciencia y cualificación, su estudio es complejo, debe ser muy bien meditado y tiene la solución de mucho de los misterios de la vida.

Toda creación física, mental o espiritual genera, regenera y crea. La palabra género deriva de la raíz latina que significa: concebir, procrear, generar, crear, producir, es mucho más amplio que el término sexo, el cual nos sirve para distinguir físicamente en la naturaleza: macho y hembra, en la vida “orgánica”. En el plano mental el “yo” representa el principio masculino, del género mental, y el “mí” al principio femenino, tema para tratar en otro artículo.

La tendencia de lo masculino es de “dar o expresar”, y lo femenino es de “recibir impresiones”. El principio de lo femenino es mucho más amplio en su campo de acción, que el masculino. Lo femenino nos conduce a generar nuevos pensamientos, ideas,  conceptos, y lo más importante de este género: la imaginación, pero lo masculino solo se contenta con el acto de “querer”, pero es importante que sin lo masculino no se completa la acción, porque solo recibiría impresiones y no sería original. Todo está en una forma de complemento, no funcionaría el uno sin el otro. El principio masculino del hombre corriente es más inerte y perezoso, el poder volitivo es muy ligero y es por esta causa que la mayoría están dirigidos por la voluntad de los demás y permite que piensen por él.

El hombre corriente descansa su conciencia del “mí”, y no comprende que tiene un “yo”. Está polarizado en el principio femenino mental, y lo masculino, que es la voluntad, está inerte. El hombre fuerte domina la voluntad, es su base, y así obtiene las imágenes que quiere y domina a los demás.

En resumen: lo femenino es el trabajo activo de la generación mental, y el masculino en estimular y dar energía a la porción creadora de la mente. Es complejo, y base para estudios más profundos. Lo masculino y lo femenino obran armoniosamente. Ahora bien, la ciencia, está aceptando, después de profundas investigaciones, la presencia del gran principio de género: multitud de corpúsculos, electrones o iones, que giran unos en torno a otros, vibran con elevado grado de intensidad en la formación de los átomos, se debe a que los corpúsculos “positivos” ejercen cierta influencia sobre los “negativos”, impulsando estos a  constituir ciertas combinaciones que dan como resultado la “creación” o “generación” de un átomo, lo cual concuerda con las más antiguas enseñanzas herméticas, que han identificado siempre al principio masculino de género, con lo positivo, y al femenino con lo negativo. Igual ocurre con la electricidad. El principio femenino es el único que ejecuta siempre el trabajo «activo” creador en todos los planos, pero las enseñanzas herméticas comprenden la operación de los dos principios de género: producción y manifestación de las diversas formas de energía.

 


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