Partiendo del concepto de la palabra «magia», que no es otra cosa que la transformación o cambio que se produce en el «ser» en lo más íntimo de sí, podremos dar una hojeada a ese campo del mundo de los «psíquicos”, que por error, se le quiere dar un tinte de «iniciático» o de “magos”.

Esa capacidad de producir fenómenos extraordinarios, son simplemente facultades de la mente, de la individualidad y no del ser, por lo tanto, esta connotación no tiene nada de «espiritual» y mucho menos de «iniciático». Ejemplo: telepatía, telequinesis, hipnotismo, ilusionismo, etc.

Estamos pasando en este momento como una especie de oscurantismo occidental, pues el ser está tan velado a los planos “espirituales”, que considera que todo lo que ve es puramente espiritual. El ser humano solo se interesa por lo «fenomenológico» y no por la realidad espiritual de su ser. Se queda en el mundo de la «razón», de la ilusión, en el mundo físico, en el plano horizontal. Está muy imbuido por las facultades que se desprenden de su individualidad, de los poderes de la mente, que de las proyecciones espirituales que pudiera recibir de la «unidad».

En cierta medida el “psiquismo” es como un velo que cubre la verdad del ser, pues sus fenómenos deslumbran, dispersan y distraen al individuo, pues lo «psíquico» fundamentalmente le interesa el control mental de los individuos y no de la búsqueda de ese contacto con la unidad. Tampoco hay en el psiquismo «poderes mágicos», pues la “magia” tiene que ser tratada como una ciencia natural y experimental. A pesar de existir «poderes» mentales, allí no hay nada de espiritual, pues la ignorancia de los que la practican quiere cubrirlo de «elevamiento espiritual» e incluso se pretende llamar “iniciados” a los que la ejecutan, no teniendo la menor idea del concepto «iniciático».

No hay más absurdo que un individuo con poderes psíquicos y mentales desarrollados camine por los senderos de este plano físico haciendo alarde de ellos, como si fueran espirituales, usándolos para crear dominio mental sobre los demás individuos, pretendiendo decir que recibió esos poderes de los más altos niveles superiores en donde supuestamente se inició y le fue dado la proyección espiritual que lo protege. Si estos individuos conocieran lo que es un «iniciado», les daría vergüenza utilizar este término.

Un iniciado real, es el que va en busca de la luz, en busca de la palabra perdida, que no es otra cosa que la verdad. Es un ser de elevados niveles espirituales, humilde, sin hacer alarde de su condición de iniciado. El tener poderes psíquicos, pretender desarrollarlos, o incluso moverse en el mundo de los magos (término mal empleado) es un asunto delicado. Es este un medio donde se ponen a vibrar energías, que no estando preparado para ello puede provocar desequilibrios mentales, es el caos, desorden en la individualidad.

Como podemos comprender, la mayor parte de los seres humanos que practican estos menesteres, son personas de un nivel de comprensión espiritual bajo, y por esto mismo es que pretenden sostener la tesis de que son personas de niveles espirituales muy altos y por lo mismo se autocalifican de «iniciados». Mago, en los tiempos pasados, era un ser de elevados niveles espirituales, que incluso dominaban la naturaleza.

En síntesis: los poderes psíquicos no tienen nada de espiritual y mucho menos de trascendente, porque ellos pertenecen al orden individual y no al «ser» en sí. H. Saraydarian, en la Ciencia de la meditación, dice que hay dos clases de psiquismo: inferior y superior. En el inferior, el sujeto se hechiza y piensa que todo lo que recibe es la verdad absoluta y que es un elegido. Puede dañar el cuerpo físico a través del desequilibrio de las diversas glándulas con las que el psiquismo inferior trata y puede conducir a desórdenes mentales. Muchos llamados líderes espirituales son producto de estas condiciones. El psiquismo superior o mago, más allá de lo físico, es el poder del Ángel Solar. El objeto del alma humana es evolucionar hasta tal grado que se funda con el Ángel Solar, con su luz interior, y el psiquismo, la mente inferior, desaparece y comienza el mago, el espíritu elevado. El iniciado no necesita de los fenómenos para su evolución espiritual.


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