El hombro microcosmos

El universo es una maravilla, es la  creación de una mente superior mucho más allá de nuestra comprensión humana. Cada parte es un microcosmos, con las mismas características del macrocosmos.

Intento hacer un ejercicio de síntesis en torno al cuerpo humano, a partir del conjunto de sus diferentes niveles de manifestación, de lo más visible a lo más sutil, un viaje bellamente misterioso dentro de nuestra infinita corporalidad. Dentro de estas maravillas del universo, tenemos al ser humano, quien está dotado de tres aspectos importantes: cuerpo-alma-espíritu. Y con una característica muy especial sobre toda la creación: la razón. Esta característica lo define como una criatura especial, es consciente de su existencia y de su creador en el universo.

Desde el punto de vista iniciático: es la manifestación de lo no manifestado. el cuerpo humano, es el conjunto de estructura física y de órganos. el término de cuerpo humano se origina del latín: “corpus” y “humanum”. Se adapta a todos los cambios evolutivos, se nutre de los elementos de la naturaleza que son la energía para su supervivencia en el plano y se reproduce, dando origen a otros individuos idénticos, para la continuidad de la especie.

El cuerpo físico está sometido al deterioro  en el ciclo de vida, después del cual deja de existir como tal. la vida no es un fenómeno estático y por este motivo nuestro cuerpo se transforma constantemente, esto quiere decir que el movimiento es algo esencial en el universo. Somos seres espirituales encarnados en el cuerpo físico. Todos los libros sagrados de los diferentes senderos espirituales dicen que “fuimos creados a imagen y semejanza del creador”.

El universo está impregnado de una fuerza y energía, que nos manifiesta que todo es obra de una mente divina, por lo tanto todo está hecho a imagen del creador. El judaísmo enseña que el cuerpo humano es un microcosmos hecho a la semejanza del macrocosmos. Esta analogía está escrito en el kibalion, atribuido a Hermes Trimegistro, en el gran axioma hermético: “como arriba es abajo, como abajo es arriba”.

Desde tiempos antiguos el ser humano le ha rendido culto al cuerpo humano, como representación de lo no manifestado, los templos son  en forma de un cuerpo con los brazos extendidos, y el altar mayor está ubicado en la cabeza (cerebro). Conocer el cuerpo humano y sus funciones ocultas, es comprender el universo. Las razas primitivas utilizaban el cuerpo humano como la unidad simbólica, y los dioses y demonios eran personificados en los órganos y funciones del cuerpo.

La “columna vertebral” contiene 33 vertebras, que son los 33 grados de la masonería y también representa los años vividos en este plano del gran avatar del maestro Jesús. la última vértebra de arriba es llamada atlas, y allí descansa  el cráneo. En el número 33 es donde se asciende a los elevados estados de conciencia y alcanza la verdadera iniciación del gran misterio. Los hombros representan el Himalaya. El canal espinal representa a los ríos sagrados. Los iluminados, representados en  los centros sensorios del ojo espiritual. Al cerebro se le llama la habitación de arriba, donde el maestro Jesús se reunía con sus discípulos. Los discípulos representan las doce sinuosidades del cerebro, los doce senos, que envían sus mensajes por medio de los nervios, asiento de las santidades, el asiento de la misericordia y la trascendencia. El cráneo es el Gólgota, donde realmente asciende el espíritu. La trinidad o las tres cámaras en el cuerpo humano: cerebro, corazón y reproducción, son lugares, de la logia masónica azul: aprendiz, compañero y maestro; aquí moran el padre, hijo y espíritu santo que se representan con la palabra AUM.

La transmutación de estos centros se produce por la repetición de la palabra perdida, la cual “es un secreto de la orden masónica”. Los dos hemisferios del cerebro, los antiguos lo llamaron “Caín y Abel”, y el desequilibrio, conlleva al castigo. La médula espinal es la “espada flamígera” y la «serpiente» de los antiguos, que está colocada en la puerta del Edén. Hay dos formas en el cerebro: masculino y femenino, el Yin y Yang.

La anatomía oculta se deriva del sistema de correspondencias es que el hombre contiene en su interior el mismo «arquetipo» que el universo entero y por lo tanto si logra «conocerse a sí mismo» podrá conocer a dios. Decía Paracelso que habían tres libros sagrados: la Biblia, el cuerpo del hombre y el cosmos.

 


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