“Psicología Trascendental de Cristo” (Prof. Pablo Trinidad Zavarce). Continuamos en la reflexión sobre este interesante libro, donde se analiza las palabras del maestro Jesús orientadas a los siete principios herméticos. El Quinto Principio: “Principio del Ritmo – Todo fluye y refluye – Todo tiene sus períodos de avance y retroceso – Todo asciende y desciende – Todo se mueve como un péndulo – La medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda – El ritmo es la compensación” (El Kibalión). Este principio encierra la verdad que todo se manifiesta de ida y vuelta, basada en el Principio de Polaridad, siempre hay una acción y una reacción, un avance y un retroceso. La vida oscila entre el Dharma y el Karma. Nuestra existencia oscila entre el fracaso y el éxito, solo que para que haya un excelente progreso, debe haber experiencias de fracaso. Los obstáculos son una enseñanza, un aprendizaje, y el progreso viene dependiendo como aprendes de los obstáculos. Y si los obstáculos no te enseñaron bien, es seguro que el progreso es muy limitado. Este principio se aplica a toda la creación del universo, se aplica en la creación y destrucción de los mundos, ya sea por conflictos o causas naturales. La materia no se destruye, se transforma. Los estados mentales del ser humano, deben ser neutralizados para evitar los efectos dañinos, hay que “conocernos a nosotros mismos”. “En la casa del Justo reina la abundancia, en las rentas del impío reina la turbación”. (Proverbios XV:6). “Detrás de la soberbia viene la deshonra, con la modestia va la sabiduría”. Proverbios XI:2). Dos versículos del Libro de la Ley aplicables al Principio del Ritmo. El maestro, refiriéndose a este principio nos dijo “Y Él, respondiendo les dijo: porque a vosotros es concedido saber el Misterio del Reino de los Cielos, mas a ellos no es concedido”. El maestro Jesús, en este principio nos enseña que existe siempre una limitación entre la verdad y la ignorancia que rodean a un ser humano. “Dice el mancebo: todo esto guarde desde mi juventud. ¿Qué mas falta?. Díselo el maestro Jesús: Si quieres ser perfecto, anda vende lo que tienes y dáselo a los pobres y tendrás tesoros en los cielos, ven y sígueme”. El mancebo es ignorante de los grandes principios  o leyes que rigen el Universo. El maestro Jesús nos sugiere que para lograr la paz interna y la plenitud hay que practicar el desprendimiento. Según las leyes del ser humano, la acumulación de lo material es el poder en este plano, en este polo, solo la misericordia y la bondad trasciende lo material, y te sitúa en el polo positivo. Las leyes no trascendentes del ser humano se han hecho a su conveniencia por lo tanto dividen a la humanidad. Por esto mismo el maestro Jesús le contesta al funcionario romano que le pregunto: “¿Es correcto pagar los tributos al Cesar? A la vez que le presenta una moneda con la esfinge del César, su respuesta sabia fue: “Dad al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”. Si nos unimos en una Gran Conciencia Superior del “Amaos los unos a los otros”, estamos en la senda de la Sabiduría, legado del Maestro Jesús. Las conciencias mentales se rigen por el Principio del Ritmo, la cual ubica las conciencias de acuerdo con las creencias del bien o del mal. El que trasciende lo material, seguro no está sometido a este principio, el iniciado trasciende la dualidad. El desprendimiento consiste en librarnos de las creencias indeseables, hipocresía, fanatismo, dogmas, ambición desmedida, apegado a las cosas y personas. Y los Tesoros en el Cielo no es más que la plenitud de ser libre, bienestar, paz y prosperidad. Ser rico no es malo, lo malo es el “egoísmo” de la acumulación de bienes. Ser rico para educar a nuestros hijos, crear empresas para ofrecer empleos donde se alimenten cientos de padres de familia. Si cumplimos con la Ley trascendente, que son los Diez Mandamientos, no estamos sometidos al Principio de Ritmo, porque siempre estaremos en el polo constructivo y positivo. Y así estaremos en perfecta armonía  dentro de nuestra conciencia para manifestar perfección en nosotros y en los demás. Cuando el maestro Jesús expulsó a los mercaderes del templo, les dijo que habían convertido el templo en una cueva de ladrones. Esta cueva en nosotros son las malas creencias, dogmas, prejuicios y debemos expulsarlos para ser libres y ser cubiertos por la luz de la verdad, es el verdadero Principio de Armonía Universal.


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