El Universo y el ser humano son indivisibles, pues son componentes sometidos a la Ley Universal. Son organismos que deben actuar en armonía, y cuando se presenta la desarmonía cunde el dolor, pero la Gran Energía Universal tiene sus leyes para el orden al caos: La conciencia armoniza todo.

Todos tenemos esa gran fuerza para vivir en el equilibrio. Cuando la ambición desmedida, el fanatismo y la hipocresía cunden, cunde el caos. Esto ocurre cuando nuestra conciencia se vela, pero con una accesis espiritual levantamos templos a la virtud, y calabozos a los vicios y hacemos nuevos progresos. Pero los seres humanos, en su mayoría, son incapaces de comprender, su conciencia esta velada, y estos seres solo necesitan comprensión, amor y tolerancia, están en evolución para comenzar el sendero iniciático. El mal crece y la justicia esta distorsionada.

El sufrimiento, basado en los deseos, crea un caos en el ser humano, siempre desea tener más de lo que necesita. El maestro Buda nos dice: “El sufrimiento proviene de los deseos, si deseas suprimir el sufrimiento, suprime los deseos”. El ser humano es libre de tomar el camino que desea, solo se somete al darma y karma, ley inexorable de este plano. Lo que debo hacer o lo que quiero hacer. Se viene a este plano hacer lo que se debe hacer. El que hace lo que quiere hacer, nada en el dolor y sufrimiento, su conciencia está alejada del conocimiento, la sabiduría e incluso del amor, la bondad, la misericordia y la caridad. El que hace lo que debe hacer, su ser se inunda de amor, servicio y caridad. Por tanto, el dolor no es una torsión de la justicia, es una consecuencia de su humanidad. Una misión que tiene nuestra augusta institución, de fuego purificador, por medio del conocimiento de lo tradicional y la sabiduría para restituir la naturaleza  esencial a su fin primigenio.

Nada tiene que ver el ser superior en el sufrimiento del ser humano, como lo dijimos antes, todo está circunscrito en el darma y el karma para evitar el dolor hay que trascenderlos, y los seres de luz que nos han visitado nos dejaron su mensaje, en palabras sencillas, como trascenderlo. Pero también es importante destacar, que el ser humano es propenso al sufrimiento, tiene el libre albedrío, es su voluntad de ser o no infeliz.

Existen para todos los seres humanos la misma oportunidad y el mismo riesgo, todo depende para cada uno del uso de su propia libertad y libre albedrío. El primer paso para superar el sufrimiento es el perdón y el desprendimiento. Somos seres trinos: cuerpo, alma y espíritu; por tanto, tenemos vías divergentes para cumplir nuestra misión en este plano. Solo busquemos la respuesta a los planteamientos que nos hacen buscar un sendero iniciático: de dónde vengo, qué hago aquí y para dónde voy, y ¿cómo encontrar las respuestas?… abriendo conciencia, y esto depende de la cualificación que posea el ser humano.

Cada uno de nosotros, en efecto, participa, sea que lo admita o no, a la divina luz del libre arbitrio. Todos los seres humanos somos semejantes en su unidad esencial y primordial. Raíz de la igualdad. Para el G.A.D.U. todos los siglos de los siglos son como un día. Pero llegará un día, un rayo de luz en que el velo se levanta, la conciencia sale de su matriz y deviene una realidad. Abrió conciencia. ¿Por qué tembláis, ignorante y temeroso?, ¿por qué te obstinas en observar el mundo exterior ilusorio a través del tiempo y el espacio?, desciende en ti mismo, abre los ojos de tu espíritu al sol invisible y te iluminará en el seno de la caridad universal, y la muerte no será más para ti, sino un túnel oscuro, que al final del cual se abre inmutable la eternidad. Su conciencia ordinaria, la que nos hace unidad con los seres humanos, se desvanece, porque es dominada por una conciencia más alta, porque lo ordinario desaparece ante una entidad superior. Esto es abrir conciencia.


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