Nací en pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial. Imposible recordar la magnitud de la cobertura mediática de las graves incidencias de la época, especialmente en Europa. Desde entonces hasta ahora no teníamos noticias de algo tan grave como lo que recibimos diariamente con relación al llamado coronavirus. Sabemos de otras crisis vinculadas a la salud. Todas graves, serias y de obligada atención especializada en todas partes del mundo, pero superadas y hasta olvidadas la mayoría de ellas total o parcialmente.

Pero es tal la magnitud de lo que estamos recibiendo en estos momentos que no sabemos con precisión hasta dónde llega la verdad y cuáles serían las especulaciones honestas o perversas que en el planeta están en pleno desarrollo. Lo cierto es que la preocupación es real. Aquí en Venezuela, donde la libertad de expresión está sumamente reducida, tiene vigencia aquel viejo decir “por si las moscas”. Debemos tener cuidado y atender las sugerencias y recomendaciones que hacen las autoridades sanitarias del país y escuchar, con precaución, los anuncios de las cabezas del régimen tratando de responsabilizar a Estados Unidos de todo lo malo que pasa en el mundo y por la falta de preparación interna para atender las necesidades básicas en el campo de la salud. Es bueno decir con firmeza que ninguna de las medidas tomadas por el gobierno de ese país tiene que ver con alimentos, medicinas o equipos destinados a los centros de salud. La carencia existe gracias a la probada incompetencia, pública y notoria de este régimen en cuenta regresiva.

Dejaremos para otra ocasión los temas que deberían ser abordados esta semana. Uno está vinculado al enrarecido proceso para la designación de los miembros del nuevo Consejo Supremo Electoral. No sabemos, a ciencia cierta, lo que está pasando ni conocemos la verdadera naturaleza de lo que está sucediendo. Los protagonistas deberían explicarle al país lo que hacen. Objetivos, acuerdos y desacuerdos para saber la verdad sobre la conducta buena o impropia de quienes dirigen este proceso. Es la única manera de detener un cierto clima de incertidumbre general que puede llegar a ser apatía y desencanto cuando más se necesita la fe y la esperanza convertidas en acción concreta de la nación.

El otro tema está vinculado a las Fuerzas Armadas del país. Ahora están siendo comisionadas para controlar a los sopotocientos cuerpos policiales y represivos del país, algunos de ellos mal integrados o desviados de sus funciones originarias. La idea es recordarle, una vez más, a todos nuestros militares, de las distintas ramas y jerarquías, los deberes y obligaciones que la Constitución y las leyes les imponen. Individual y colectivamente es necesario un profundo examen de conciencia sobre esta materia. Es indispensable, antes de que sea demasiado tarde. Hay poco tiempo.

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