Negar que ha habido avances, aunque sean pocos y lentos, en las negociaciones entre el neototalitarismo madurista y los sectores democráticos de la oposición sería ver una realidad totalmente apartada de la sindéresis, independientemente de lo que aún falta por construir con el propósito de alcanzar espacios más favorables.

Ahora bien, de qué le vale a la oposición encontrar que tengan representantes en el Consejo Nacional Electoral, que sean habilitados políticos junto con sus tarjetas y partidos, si al final nada de eso es suficiente para que haya unidad entre ellos, y que cada organización o grupos de individuos en sus afanes mezquinos y egoístas, sin pensar primero en el país, lancen por separado sus propias candidaturas.

Obviamente que en un escenario de tales características, al madurismo le bastará ser la primera minoría en cada municipio y estado, y con ello volvería a imponerse de manera irrita en los venideros comicios regionales, aunque vaya una mayoría de los electores a ejercer el derecho al sufragio en una cantidad que hasta supere el 50% en cada centro de votación.

Desgraciadamente, esa realidad política que está allí latente, la estamos observando en algunas entidades federales y municipios en donde quienes dicen «tener el apoyo del pueblo» se niegan a participar en elecciones primarias, que sería el mecanismo ideal y de máxima aceptación para seleccionar las candidaturas, porque sería precisamente el pueblo, quien con su voto escogería a sus representantes de unidad.

El madurismo demostró en las cuestionadas elecciones de la «asamblea» que apenas si tienen poco más, poco menos del 20% -y una parte de ella prácticamente obligada- del padrón electoral a su favor en cada entidad federal, pero que ante una oposición dividida, salvo en uno que otro municipio donde existen liderazgos muy aceptados, las fuerzas neototalitarias volverán a quedarse con la mayoría de los espacios regionales y municipales, y generarían una estocada casi mortal a la oposición en su objetivo de activar el referéndum revocatorio constitucional en 2022.

Si estos (auto)llamados líderes de oposición no comprenden que el nombre del candidato en estas elecciones regionales es secundario, y que el planteamiento principal está en motivar a los electores para que voten, y a su vez convertir estas elecciones en un plebiscito contra el madurismo que deje en evidencia que el poder que controla Miraflores no es mayoría, pues se perderá no solamente una oportunidad extraordinaria para ello, máxime que se estaría contando con la mediación de la comunidad internacional, así como de la mayoría de organizaciones nacionales que desean ver otro rumbo en Venezuela.

¡Claro! También existe lo que los encuestadores llaman «economía del voto», que se inclina por razones pragmáticas sobre las candidaturas que estén definiendo los espacios electorales, pero eso no aplica para un voto municipal o estadal, en el cual la mayoría de candidatos en vez de afectar el voto del oponente madurista, terminan resquebrajando son los posibles sufragios de lo que hubiese sido una trascendental unión opositora.

O la oposición se une, o se suicidará políticamente, y por ende terminará de entregar el país al hambre, la miseria, la destrucción y la emigración ¡Ojalá piensen en Venezuela!


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