«Your sweetness is my weakness» (BARRY EUGENE WHITE)*

Me sorprendió leer un titular de periódico según el cual los vecinos de Santiago de Compostela estaban molestos por el trasiego de peregrinos en la Ciudad del Apóstol («Vecinos de Santiago de Compostela protestarán al alcalde contra el ruido que hacen los peregrinos: ‘No nos dejan dormir«, Guillermo Calvo.- El Confidencial, 29.7.2022)*.

La llegada de los caminantes a la Plaza del Obradoiro de la capital gallega representa la culminación de un tránsito espiritual en la mayoría de los casos, así como la meta de un recorrido físico imposible sin esfuerzo y, me arriesgo a afirmar, imposible también sin sacrificio. Digo esto porque confieso que yo no me he atrevido a iniciar el Camino todavía. He estado en mi pequeña patria unos días de julio. Pude comprobar el fluir de ciclistas, viajeros y caminantes por los arcenes de carreteras secundarias a lo largo de la geografía gallega en la cercanía del Día de Santiago Apóstol que se celebra el 25 de julio.

Parecería anormal encontrar a los peregrinos recién llegados a las calles de piedra de la ciudad cabizbajos, tristes y en silencio. Hay que entender la emoción de quien acaba de cumplir una promesa, la euforia interior de los que han mantenido una disciplina física todos los días del trayecto a pesar del clima -este verano excesivamente caluroso-, a pesar de las heridas, a pesar, tal vez, de la soledad. Y según leemos, hay excursiones de chicos y chicas, trompetas y tambores y gritos a deshora que rompen la paz de los santiagueses y que, año tras año, se ven irremediablemente abocados a soportar el jolgorio renovado de tan singular peregrinaje. Así sucede en la rúa do Franco, la costa de Cristo, la rúa de San Pedro, la rúa de Acibechería y demás calles adyacentes. Nunca llueve a gusto de todos.

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Mientras tanto, en un lugar costero de la provincia coruñesa me siento a desayunar junto a la mujer que más me gusta. Pedimos tostadas y café. Un señor sentado en la mesa de al lado lee el periódico. El camarero acerca un café y una tostada que era dos veces más grande que la que yo saboreaba. Casi me atraganto por el agravio comparativo. Nos reímos. Lo dicho, que la lluvia no entiende de igualdad.

Al día siguiente fuimos a otra cafetería en medio de una plaza en Cee (La Coruña). Allí nos pusieron zumo y dos trozos enormes de bizcocho cuando solo habíamos pedido café y tostadas. Advertimos a la camarera que aquello no nos tocaba, a lo que la joven replicó que era cortesía de la casa. Se oía graznar a las gaviotas, el sol mañanero calentaba suave la terraza. Por si fuera poco, vino a posarse un gorrión en el respaldo de una silla libre a menos de medio metro de mí. Me enterneció la tranquilidad del pájaro, su confianza.

Echo un vistazo a la prensa del día y me entero de la reciente visita a Santiago de un famoso showman y leo la anécdota del restaurante, el plato de marisco y el comensal ausente. El  humorista José Miguel Monzón -conocido como El Gran Wyoming en el ámbito televisivo- había acordado citarse con un editor. El hombre de la editorial no pudo acudir y comió solo. El caso es que la reserva ya estaba hecha y al madrileño no le quedaba otra que comer marisco en abundancia. Lo pasó mal, por extraño que suene. El periódico relataba la historia («El Gran Wyoming cuenta lo que le ocurrió al ir solo a un restaurante: dice mucho de cómo es«, Alvaro Palazón. El Huff Post, 27.07.2022). El Gran Wyoming comentaba el suceso a un amigo, «Yo eso solo lo disfruto con alguien enfrente diciendo ‘joder, cómo está esto, macho». El amigo, David Trueba, le descubría al showman una faceta católica de su personalidad, quizás adormecida, que reza así: «Amar es compartir, disfrutar es compartir«. Bueno, que cada cual ve las cosas a su manera. Y a buen entendedor, pocas palabras bastan, como dice el refrán.

Volviendo al tema de los peregrinos, el jolgorio y los vecinos de la ciudad compostelana, este singular año Xacobeo 2022 ha hecho que algunas asociaciones de vecinos se pusieran de acuerdo para redactar un Decálogo de Buenas Prácticas para el Final del Camino. De los 10 puntos, el punto 2 alude a la alegría de los peregrinos a la llegada a Santiago por un lado, y el derecho a la rutina diaria de los habitantes de la capital gallega por el otro. El decálogo recuerda al peregrino en el punto 3 la importancia de mantener una actitud cívica y respetuosa a la hora de entonar cánticos de carácter religioso o de cualquier otro tipo. Si se atreve a hacer el Camino de Santiago desde dondequiera que se encuentre, querido lector, por favor no deje de consultar el conjunto de 10 artículos que forman el Decálogo de las Buenas Prácticas  para el Final del Camino porque espero y deseo que lo haga y llegue a destino. En caso de no terminarlo, ya ha cumplido al haberlo intentado. «Y que le quiten lo bailao».

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*»tu dulzura es mi debilidad» (Barry E. White)

 

 


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