Abusando de la paciencia de mis lectores en mi columna de El Nacional, he escrito el libro El Mercado de las Ideas en el que elaboro y desarrollo una serie de conceptos sociológicos, filosóficos y políticos que creo que son en cierta medida revolucionarios y que abren la puerta hacia una mayor y mejor democracia mundial y de cada uno de los países.

En artículos anteriores concreté la definición de la Mano Invisible de la Sociopolítica, el Mercado de las Ideas y el Tiempo Cero. Ahora me propongo definiros los dos últimos conceptos estructurales que son el Supremacismo ideológico, cultural y religioso y la Dictablanda Mundial.

Supremacismo ideológico, cultural y religioso

Así como existe el supremacismo de raza, donde los blancos se consideran superiores a cualquier otra raza, especialmente a la negra, sostengo que existen otros grados de supremacismo como el ideológico, el cultural y el religioso. Todo empieza cuando alguien se cree superior a los demás bien porque tiene una idea, una costumbre, una religión, un pensamiento o una característica física diferente al resto, y sin importarles lo que piensen los demás, incluso siendo ellos la minoría, se consideran portadores de la razón y la verdad absoluta, despreciando, rechazando y castigando incluso el pensamiento y las ideas contrarias a las suyas.

Pasó con la Iglesia Católica y la Inquisición, con Hitler y el exterminio de los judíos, con otros muchos más dictadores populistas y pasa con los nacionalistas. Los supremacistas son claros ejemplos de enemigos del pueblo, la libertad y de la democracia.

El supremacismo ideológico es el origen de otros tipos de supremacismo como el de género, el racismo, el clasismo y otros.

Dictablanda mundial

La RAE define dictablanda a una dictadura poco rigurosa en comparación con otra. El término fue usado de forma popular en España en 1930 para llamar así al gobierno del general Dámaso Berenguer.

Desarrollo el concepto de dictablanda mundial para hacer referencia al funcionamiento de las estructuras mundiales que, si bien en el momento de su fundación nacen del consenso y la participación, con una visión de la defensa de valores, derechos y libertades democráticos, lo cierto es que ni en la elección de sus miembros ni en su funcionamiento son democráticas.

No hay democracia mundial, por no haber no hay ni una organización o estructura política mundial que haya sido elegida democráticamente por los ciudadanos. Todas las estructuras internacionales deben ser democráticas o en todo caso debe haber al menos una superestructura internacional de todo el planeta que sea democrática y a partir de esa con el apoyo de los países y sus estructuras democráticas controlar todas las decisiones internacionales y organizaciones internacionales del mundo. 

http://carlosmalodemolina.com/


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