De sorpresa en sorpresa. El mundo está viendo aparecer una nueva droga social o blanda; es ahora el turno de un nuevo producto comercial que consiste en bolsas orales de nicotina denominadas nicotine pouches, que los consumidores colocan entre la mejilla y la encía. No contienen tabaco, pero sí nicotina, saborizantes, edulcorantes y fibras de origen vegetal. Algunas marcas populares incluyen Zyn, On y Velo, y vienen en empaques coloridos que parecen contenedores de menta fresca o mentol entre otros sabores agradables.

Este producto no es reciente, apareció el año 2020 y se popularizó luego de que el producto precedente, denominado snus, una especie de tabaco de mascar, fue vetado en toda la Unión Europea. Algunos han empezado a consumirlo en sustitución de los también prohibidos cigarrillos electrónicos o Vape, quienes a su vez lo habían usado para salir del tabaco, es decir cambiando una droga por otra.

El tema se ha vuelto tan popular que se ha empezado a usar coloquialmente el verbo Zinning o Ziniar y los influenciadores contratados la venden como el futuro del tabaco.

Desafortunadamente, estos parches indoloros, producen daños en el largo plazo a las encías o incluso cáncer oral. Voces expertas indican que los consumidores también experimentan retroceso en las líneas de las encías, mal aliento y hasta destrucción de los tejidos de las encías junto al desarrollo de caries.

Zyn representa alrededor de dos tercios de las ventas de bolsas de nicotina en Estados Unidos. El último informe para inversores de la compañía indica que pasó de entregar menos de 20 millones de latas en el primer trimestre de 2019 a más de 120 millones en el primer trimestre de 2021, un mercado tan floreciente que la multinacional Philip Morris pactó la compra de Swedish Match, empresa dueña del producto, por 15.000 millones de dólares. La empresa afirma que espera que la categoría de bolsitas de nicotina de sabores, por ejemplo, la de café, menta o de cítricos, puede crecer entre 30% y 40% en los próximos 5 años

Ante la imposibilidad de publicitar el producto en medios ATL, como televisión o radio, la estrategia de promoción se ha desplazado a los influenciadores en las redes sociales.  El mercadeo de influencia ha tenido en las redes sociales un caldo de cultivo que ha permitido una rápida y consistente aceptación. Esta actividad es por demás bastante lucrativa para quienes la ejercen. Su objetivo es cautivar la mayor cantidad de audiencias, buscando generar impacto en la toma de decisiones de quienes los siguen.

El rol de los influenciadores en la conducta de las audiencias no es un fenómeno reciente. En 1948, Paul Lazarsfeld observó que los efectos de los mensajes estaban fuertemente condicionados por el contexto social al que el individuo pertenecía, lo que significa que el modo en que se produce la valoración de un mensaje se haya incidido por la influencia que otros significativos ejercen sobre el individuo (Idoneos, s/f).

De lo que hablamos entonces, es de la prevención ante un nuevo tipo de adicción que a su vez es producto de otro tipo de adicción de carácter tecnológica.

La Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas indica que la adicción es una afección crónica y recurrente del cerebro, caracterizada por la búsqueda y uso exagerado de sustancias a pesar de sus consecuencias nocivas. Por su parte la Dra. Ana Lembke, médico y Directora de Medicina de la adicción de en Standford University, va más allá. Ella define las redes sociales como una droga y habla de la liberación de dopaminas que se busca en recompensas, y reforzamiento detrás de la participación en las mismas.

De manera que la prevención para la adicción a este nuevo riesgo pasa por la educación mediática, un paso necesario para la prevención de múltiples riesgos que enfrentan nuestros jóvenes a diario. Un nuevo tipo de educación tan necesaria como la de las ciencias básicas y que busca proteger la vida de nuestros hijos ante la enorme penetración de los medios digitales.

Referencias sugeridas


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