«La fe es tal vez más fuerte que la realidad:

la fe crea la realidad«

Menahem Begin

Hoy me quiero hacer eco en una campaña necesaria iniciada hace varias semanas por mi hermano mayor Guillermo, publicista sin remedio, y opacada por los últimos acontecimientos ocurridos alrededor de la Asamblea Nacional, donde Venezuela con Guaidó a la cabeza ha cosechado importantes triunfos a la par que Maduro iguales derrotas, por lo que se hace más urgente retomarla, y me refiero a recordar y reclamar por nuestros presos políticos.

¿Qué es un preso político? Es un ciudadano privado de su derecho natural a la libertad, por sus ideas o acciones políticas, sin haber sido acusado o cometido falta o delito identificado en las leyes -tipificado-, por un régimen o gobierno que actúa despóticamente y en desconocimiento de la ley y los derechos ciudadanos.

Esa caracterización intentada es la que distingue a 388 venezolanos, según cifras del Foro Penal Venezolano, que dirigen con enorme valentía los abogados Alfredo Romero y Gonzalo Himiob, a quienes debemos mucho hasta ahora; de estos 388 seres, 370 son varones y 18 son hembras, 270 son civiles y 118 militares, activos y retirados -sí, esos militares que tantos bobalicones reclaman neciamente: «dónde están tus militares…»-; esa cifra, dada por el Foro Penal a principios de enero, representa la más alta de nuestra historia, que no es gloriosa desde el siglo XX, con Gómez y Pérez Jiménez en el escenario oprobioso de las dictaduras modernas que nos hemos gastado. Pero, además de los récords, representa una culpa casi colectiva por no mantenerlos en nuestra mente y vista de todos los días, porque ellos viven y sufren, con sus familias, todos nuestros días y no de vez en cuando.

Están repartidos en distintas ergástulas de la tiranía castrochavista que representa el sátrapa de Nicolás Maduro, con adláteres civiles y militares de monta. Está el Sebin, que muchos piensan que es una organización, no institución, exclusivamente para hacer y mantener presos políticos, dirigida por no importa quién, pero bajo el mando de un general sumiso a Maduro.

También tenemos eso que llaman degecim o DGCIM, antro bajo la férula de otro vergonzoso oficial del ejército de apellidos Hernández Dala, donde, según recientes noticias, se construyen más sótanos para albergar más calabozos en los que secuestrar a más oficiales dignos de nuestras FAN. Los recursos que se niegan para nuestros hospitales y escuelas se van a esas nuevas maravillas de la ingeniería militar de la barbarie y vergüenza. También hay que agregar a Fuerte Tiuna, que contiene una prisión de nueva data, de mucha seguridad y custodia para aquellos que piensan en unas FAN al servicio de Venezuela y no de la Cuba castrista.

No sé si hay otros antros y puede que existan recodos donde se esconden presos, al menos circunstancialmente, de momento, frescos o veteranos, mientras se interrogan y torturan – recordemos al capitán de fragata Rafael Acosta Arévalo, entre otros- pero no son de fácil ubicación e identificación. No importa, no son motivo de nuestra curiosidad porque nada bueno agregarían a la maldad de la satrapía para con los venezolanos.

No es un tema de estadísticas ni inventario, sino otro motivo de nuestra rebelión libertaria. Hay que derrocar la tiranía que nos oprime para rescatar nuestra libertad y dignidad de herederos de los próceres que nos dieron la nacionalidad y el orgullo de ser venezolanos, lo que implica y se manifiesta con la liberación, muy humana, de los presos políticos. Hay que forzar esa liberación de la tiranía de cualquier forma: con presiones nacionales e internacionales o con acciones heroicas contra las sedes donde quiera que los mantengan, con acciones civiles, civicomilitares o militares. Sé que es difícil, pero no imposible. En nuestras luchas juveniles por la dignidad de la UCV contra los hoy secuaces del tirano, repetíamos que «lo difícil nos costaría algo y lo imposible solo un poco más», y así fuimos liberando facultad tras facultad de las manos terroristas y subversivas del extremismo ya al servicio de la Cuba de Fidel.

Ahora ¡manos a la obra!, que nuestros presos políticos, civiles y militares, esperan por nosotros, compañeros civiles y militares.


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