Aquella revolución bonita, aquella oferta de cambio para mejor, fue pervirtiendo todo a su paso y arruinándonos hasta el extremo de ser ahora el país más pobre del continente

“La muerte es la privación de toda percepción”. Epicuro

El presente político del país y desde luego, el económico, social, corporativo e internacional y con ello me refiero a la significación de lo que nos acontece, pero, visto en la afectación de los destinos de una migración que a lo sumo se ralentiza, pero no se detiene, es simplemente agonizante.

La república dejo de ser tal, cuando se impusieron sobre los ciudadanos y el estado constitucional democrático de derecho y de justicia, las armas,  la ideología, el personalismo, la represión, los cuerpos paramilitares además y, toda una serie de entes mal llamados de seguridad e inteligencia creados con el único proceso de acallar la protesta y permanecer a todo costo en el ejercicio del poder.

No hay república porque no hay libertad. Estamos dominados completamente y se atenta sistemáticamente contra nuestros derechos ciudadanos. No se ha respetado la vida de centenares de venezolanos que han sido masacrados en las calles o en mazmorras por disentir de las tesis oficiales, ni se han garantizado los derechos políticos elementales de quienes solamente se han permitido oponérseles y me refiero, por cierto, a hacerlo pacíficamente.

Aquella revolución bonita como la denominaron, aquella oferta de cambio para mejor, se fue afeando en los hechos, pervirtiéndolo todo a su paso y arruinándonos hasta el extremo de ser el país más pobre del continente y con un salario tan bajo como el de los países africanos misérrimos.

De ser y comportarnos con ademanes soberanos hasta 1998, pasamos a ser un protectorado cubano, acobardados ante los más variados agentes del ilícito que ocupan espacios de nuestro territorio y a los que les rinden pleitesías y sometimiento inclusive, testigos fatuos de la mayor depredación de nuestro ambiente, de nuestras costas, ríos, lagos y de la Guayana y de la Amazonia nacional.

Iraníes, chinos, rusos, bielorrusos y turcos se regodean ante nuestro pusilánime desempeño. Peor aún, los dignatarios públicos del chavomadurismomilitarismocastrismoideologismo, cual mamelucos sirvientes de los osmanlíes, van y reciben instrucciones en La Habana, Estambul o en Moscú, para luego venir a cumplirlas al pie de la letra en la patria, al servicio de los amos.

Aniquiladas fueron y son nuestras otrora fortalezas institucionales. La justicia ha caído en el asalto de la prevaricación y la mediocridad. La educación que la democracia puntofijista privilegió y convirtió en la redención de los pobres y marginados yace famélica, anémica, seca y luce cayendo día a día mas en el vacío, sin maestros calificados, sin clases, sin baños las escuelas y con hambre por doquier.

De la revolución que anunció el difunto y el ingenuo pueblo respaldó no queda sino un cadáver, al que tampoco tienen el coraje de sepultar y haciéndolo, permitir que el pueblo elija a quien o quienes le ayuden a tratar de salvar al terruño de sus padres. No hay en ellos ni pizca de hidalguía y patriotismo.

Por los tiempos de la Revolución francesa, en un cafetín de París, se oía a Madame De Stael y la parafraseo, resaltando que la revolución era antes que todo una empresa de cambio moral. Empero, aquella se convirtió en un festín baltasariano del bajo psiquismo. Y la que debutó el 4F derivó hacia otro capítulo, tal vez el más corruptor y corrompido de todos, el de la kakistocracia, inmoral, inepta, desvergonzada.

Con más de dos centenares de civiles y de oficiales militares presos, sin mérito alguno para ello, criminalizada la ciudadanía, judicializada la disensión, desconocida la dinámica democrática gritan los sicofantes que “no se irán ni por las buenas ni por las malas” pero, de su revolución y digan lo que digan, queda un cadáver al que quieren embalsamar con las sales del cinismo, la mentira y la maldad únicamente.

Si se premiara el fracaso, esta experiencia que lleva ya 25 años y que casi alcanza en duración al Benemérito Juan Vicente Gómez lideraría, como en efecto encabeza, los registros de la historia y ello incluye al libro Guinness, no como un mal gobierno sino como el peor. ¡Hay que sacarlos!

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@nelson_chitty


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