En este tiempo que vivimos de información y trabajos remotos en empresas globales, el “bombardeo” noticioso, solo es superado por la tragedia desencadenada por Putin en un territorio que no le es propio.

Habría que calificar al mundo global, como una locura desatada por los que veían al ser humano dormido en sus propios laureles.

Ciertamente, hay quienes no tienen ni la más remota idea de lo que está sucediendo en sus propias narices. Es debido, por una parte, al afán de grandeza y poder que les ha dejado o tienen una atrofia en buena parte del cerebro.

Tampoco vamos a decir que todos están así, hay quienes fallan, pero se recuperan en el camino, dando cuenta de los asuntos más espinosos que suceden en nuestra aldea global.

Por aquí mismo en nuestra comunidad venezolana, pasaron muchos largos días para que se fijaran en el gravísimo problema ambiental en el Lago de Maracaibo.

Por España han encontrado la fórmula “democrática” para que un partido político perdedor gane las elecciones.

El drama de los inmigrantes, especialmente de los venezolanos, sigue siendo una cadena de tormentos y sufrimientos, sin que hasta ahora ningún país encuentre la fórmula para salvar a la población flotante. Ni se diga del grueso asunto de los derechos humanos.

Muchas veces descuidamos el valor que tiene decidir entre lo urgente y lo necesario.

En Venezuela, por ejemplo, no hay ni la más mínima idea para solucionar el problema del salario justo y equitativo.

La guinda la coloca ahora Elon Musk con el cambio del logotipo de su empresa Twitter, de pajarito a una gigantesca X.

El pajarito inicialmente simbolizaba, según el director creativo, Doug Bowman, en declaraciones a The New York Times, que esa figura era “la máxima representación de la libertad, la esperanza y las posibilidades ilimitadas”. El nuevo logotipo (X)  más bien corresponde a todo lo contrario.

Cada vez estamos construyendo el mundo como un gigantesco bloque de concreto. Ahora no tenemos ni la más mínima idea, hacia dónde va Venezuela, el mundo y Twitter. Todo es vanidad.

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