Cuatro militares miembros del cuerpo de élite español GEO (Grupo Especial de Operaciones) con sus caras cubiertas con pasamontañas, provistos de pasaportes falsos y portando fusiles de asalto, tratan de entrar a la fuerza a la Embajada de México en La Paz. Como si fuera una película producida por el británico Ridley Scott, hacen alarde de sus armas ante una veintena de ciudadanos que se encuentran a las puertas de la residencia y les impiden la entrada. Los españoles al ver frustrada su misión de rescatar a algunos miembros del círculo íntimo de Evo Morales refugiados allí, como Ramón Quintana y Héctor Arce   ̶supuestos financistas de la izquierda española  ̶, se retiran a toda velocidad chocando a un auto en la huida.

Más o menos todos suponíamos que cuando uno de los gobiernos que se encuentran dentro del área de influencia ideológica cubana se fuera al traste, se conocerían muchos de los negocios turbios que desde allí, y con la complicidad del gobierno venezolano y los actores del Foro de Sao Paulo (en los que desde hace un tiempo vienen participando Izquierda Unida y Podemos por parte de España) han ido ensombreciendo el panorama político hispanoamericano. Pero  estas acciones son de una gravedad tremenda, por lo que el gobierno boliviano ha declarado personas no gratas a la embajadora de México en Bolivia, María Teresa Mercado; a la encargada de negocios de España en Bolivia, Cristina Borreguero, y al cónsul de España en Bolivia, Álvaro Fernández.

Ya no se trata del embajador Morodo escribiendo directamente en los diarios venezolanos a favor del gobierno del teniente coronel Chávez, como hizo sin ningún recato cuando fue embajador en Caracas, a mitad de los años 2000, mientras negociaba patrulleras y material militar. Tampoco de los trapicheos de Zapatero, inmiscuyéndose descaradamente en las elecciones y los asuntos internos de los gobiernos latinoamericanos. Ahora estamos ante la prosaica intervención armada de miembros pertenecientes al gobierno de España en el suelo de un país soberano.

El antecedente de esto podría ser el caso de Neurona Consulting, que, tal como dijimos en esta misma columna, es una empresa mexicana dedicada al asesoramiento de los gobiernos y grupos de izquierda suramericanos, vinculada supuestamente al partido Podemos de España. Según se ha descubierto, la ex ministra de Comunicación del gobierno de Evo Morales,  Gisela López, otorgó discrecionalmente a esta compañía la bicoca de 12 millones de bolivianos (cerca de 1.700.000 dólares americanos) para llevar los asuntos mediáticos relacionados con la última campaña electoral de Evo Morales. Pero Neurona, según se ha podido saber ahora, ha intervenido desde 2014 no solo en Bolivia, sino en Venezuela, España y otros países como Nicaragua. Decíamos en esa oportunidad que al destaparse ese asunto se ha tratado de desacreditar a la actual presidenta de Bolivia para que no continúe con las investigaciones. Pero el asunto está allí y es presumiblemente la punta del iceberg de un entramado que involucra a la izquierda  hispanoamericana y su obsesivo objetivo de hacerse con el poder a toda costa. Algo que ya se está llevando a cabo en países como Chile y España, por ejemplo.

Es de esperar que desde el gobierno español, donde ahora participa activamente Podemos, se construya una ofensiva comandada seguramente por el inefable Rodríguez Zapatero para hacer imposible las próximas elecciones de Bolivia, y seguramente Maduro y el gobierno venezolano serán también protagonistas de este despropósito. Sin embargo, los bolivianos han demostrado a través de la historia reciente que no se arredran ante amenazas, por lo que seguramente podrán salir adelante (como lo hizo Honduras en su oportunidad, a pesar de Zelaya y el tonto útil de Insulza) y nosotros podremos seguir conociendo los otros detalles de esta rocambolesca trama que tan mal ha dejado a las autoridades de la madre patria.


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