Es increíble que un grueso sector del liderazgo opositor no termine de comprender la realidad venezolana. Apostar todos sus esfuerzos en un proceso comicial, sin desbaratar el sistema gansteril imperante, es exhibir un grado severo de complicidad con esta administración.

Acudir a este tipo de eventos electorales sin lograr unos cambios profundos en las estructuras viciadas del Estado venezolano significa darle legitimidad al totalitarismo. Eso es precisamente lo que viene logrando el oficialismo con las bocanadas de oxígeno que obtiene con los denominados diálogos, es una forma inteligente de ganar tiempo entreteniendo a la audiencia nacional con declaraciones de una rectificación que jamás harán.

Peor que los cadáveres políticos que exhibió el gobierno en el sainete de la Casa Amarilla son los mercaderes que están ocultos. Los miembros de la agenda de José Luis Rodríguez Zapatero.

El acuerdo aprobado en la Asamblea Nacional es una serie de párrafos inconexos que no van a la raíz de la situación. El escenario legislativo de rodillas ante un régimen que legitiman a cada instante. Ya no hablan de cese de la usurpación. Quieren comicios como sea. Aplaudieron el regreso de los diputados del PSUV, pero callan cuando se trata de los parlamentarios amazonenses.

Es muy lamentable que hayan perdido la oportunidad de hacer una labor con mayor trascendencia histórica. Existen importantes grupos opositores que tienen veinte años cohabitando con el monstruo, se han encariñado tan profundamente con él que muchos le deben sus súbitas fortunas y protagonismo mediático al reparto infame de estos crápulas. Son ellos lo que anhelan una solución rápida, con la que los negocios se mantengan seguros. Desean impunidad absoluta, es por ello que les incomoda cuando se habla de llevar a la cárcel a los responsables del desastre venezolano.

Las voces de la oposición negociante sostienen que las soluciones de nuestros problemas serán resueltas por sufragios sin ningún tipo de garantías. Con Nicolás Maduro, siendo juez y parte desde Miraflores, con todos los recursos disponibles para cumplir con el doble propósito de ser primer mandatario y candidato a su vez. Con todo el poder de utilizar los enormes recursos de la nación para ponerlos al servicio de una reelección brindada de ilícitos.

Se trata de salir de un régimen criminal sin concesiones. Que todo aquel responsable de la corrupción imperante pague ante una justicia proba. Sanearlo absolutamente todo. Desmontar una estructura podrida para reponerla con vasos comunicantes de honestidad y principios, cambiar la mentalidad populista de la dádiva, romper con el círculo vicioso del venezolano pícaro. Para lograr sanear requerimos de un cambio total. Cuando logremos salir de esto, debemos arrancar de raíz toda esta cultura de la trampa: unas elecciones, con el perdón de las responsables, no resuelven el asunto…

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@alecambero


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