Se vino la primavera. Un sol brillante y tibio y un cielo celeste intenso, profundo hasta el infinito y más arriba, todavía. Todo invitaba a salir al balcón a la pesca de la imprescindible vitamina D. Ver las flores, que son para Alma, con sus colores, fuertes y suaves, acariciantes. Y la pequeñísima huerta que constituye un invalorable auxilio para mis veleidades de cocinero amateur. Menta, algo separada porque es invasiva; salvia, ideal para una salsa suave con que perfumar ñoquis o ravioles, sin agredir; cilantro, lavanda, eneldo, cebollinos, orégano, curry, romero, mucho perejil, algunas lechugas, verdes y moradas, albahaca, tomillo, rúcula, cherrys.

Y lo que faltaba: una pequeña bandada de golondrinas, alegres, que revoloteaban y danzaban contentas por el aire, felices de estar de vuelta.

Las golondrinas se fueron y a mí se me ocurrió ponerme a leer el diario. Pasé las noticias sobre Argentina y la historia del atentado, el que para más de la mitad de argentinos, según mediciones, fue un simulacro con el fin de tapar y justificar cualquier desmán kirchnerista en respuesta a la condena ―por doce, años―, por corrupción, que un fiscal pidió para la líder Cristina. Me topé entonces con unas declaraciones del presidente de Colombia, Gustavo Petro, sobre el resultado del plebiscito constitucional en el que los chilenos rechazaron el proyecto apoyado por el presidente Gabriel Boric. Un documento considerado un mamarracho por la mayoría y cuya única virtud era sustituir la Constitución de Pinochet (ya muy modificada durante gobiernos socialistas). “Fue una tremenda paliza” al gobierno, al decir de la reconocida socióloga Marta Lagos.

Para Petro “revivió Pinochet”.

Según el colombiano el rechazo, apoyado por cerca de 9 millones de chilenos, supone un regreso del dictador. Qué ordinario, qué entrometido, qué atrevido. Qué falta de respeto a esos millones de chilenos y a Chile todo.

Se sintió frustrado. Ello lo explica su política exterior, cuyos primeros pasos implicaron una profunda y triste genuflexión ante Nicolás Maduro y la peor versión del chavismo bolivariano. Para horror y vergüenza de los colombianos.

Petro también se retiró como auspiciante de la denuncia contra Maduro ante la Corte Penal Internacional que hicieron el año pasado cinco presidentes (Iván Duque por Colombia).Walter Márquez, defensor de los derechos humanos, representante legal de víctimas colombianas y presidente de la fundación El Amparo, dijo que fue un “inmenso error” de Petro. Resaltó que se contradice y recordó que “en agosto de 2015 deportaron de manera forzosa a más de 1.500 colombianos, incluidos algunos que gozaban de protección internacional en Venezuela, violando el derecho venezolano, el derecho colombiano y el derecho internacional”. Señaló, además, que “fueron desplazados de manera forzosa más de 23.000 colombianos que hacían vida en Venezuela, y se les destruyeron 203 viviendas en el barrio La Invasión de San Antonio del Táchira, durante la operación militar ordenada por Nicolás Maduro”. Añadió que “se cometió violencia sexual por parte de funcionarios de la policía, la Guardia Nacional y el Ejército venezolano en contra de colombianas, y tratos inhumanos y degradantes”. Todos estos hechos, recordó Márquez, fueron denunciados ante la Fiscalía de la CPI durante las presidencias de Juan Manuel Santos y Duque.

Por supuesto que Petro saludó y se solidarizó con Cristina Kirchner.

Si Petro es para adentro como lo es para afuera, pobres colombianos.

Para ellos, por un tiempo, no habrá primaveras.


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