Se ha olvidado a los que una vez lucharon a nuestro lado y eso no tiene perdón. Fueron desterrados de nuestros pensamientos aquellos que otorgaron su vida por un ideal de libertad. Los recuerdos han salido de su baúl y han tomado el control del volante. Los sacrificios del ayer que alguna vez movieron las cuerdas de nuestros corazones fueron cubiertos por el polvo del olvido, han de resurgir con más fuerza para el hoy y para el mañana. La memoria de los próceres del asfalto se ha de enaltecer con la misma devoción que con la de los de la independencia porque su sacrificio no fue en vano.

Tomamos las calles por derecho, las arropamos con determinada convicción, permanecimos en ella en resistencia y seguimos luchando contra todo pronóstico por rebelión. Aquel inolvidable y trágico 12 de febrero, cuando la sangre divina de nuestro tesoro jovial fue derramada por culpa de asesinas balas, nos llenó de indignación. Fue la alarma que nos despertó del letargo y atendimos su llamado. Día tras día noticias sangrientas llegaban sin cesar y la emoción, la euforia y una pizca de frustración era el cóctel de sentimientos que hacia chispa en nuestro corazón. Sin lucha no hay mañana y sin mañana, no hay futuro. Había llegado la hora de salir y creímos en ello hasta al final. Nos defendimos de las balas con piedras, nos cubrimos de ellas con escudos de madera pero, el final nunca llegó. De nuevo, Morfeo nos enredó en su telaraña y de ahí, no tuvimos salvación.

Por años estuvimos allí, enredados batallando en contra de la costumbre y manteniendo nuestra vida en tiempos de “revolución”. La hora, volvió a ser ahora. Llegó el año 17 del segundo milenio y el asfalto nos volvió a convocar. Ya los motivos sobraban y la calle con consignas, pitos y banderas volvió a resonar. Volvimos y volvíamos y seguíamos volviendo. Era la hora y no íbamos a parar, aun cuando el chorro sangriento fue más espeluznante y abismal. La lista de los caídos cada vez era más extensa. Para nosotros fue insólito e indignante; para los mercenarios de la represión era algo rutinario. El gas se condensó con las nubes pero eso, a nuestros ideales en lo absoluto afectó. La novela luego de meses en sintonía llegó a su final pero, lastimosamente, el mismo final.

Entre lágrimas frustradas y una rabia inconsolable nos preguntamos mil veces ¿por qué, por qué, por qué?, ¿qué no hicimos?, ¿en qué fallamos? ¿Esta situación está huérfana de solución? y sus respuestas, en su mayoría, fueron contestadas por las fronteras y Maiquetía. Desgarrante, desmotivante, pero, son variables sumadas en la fórmula para seguir. Para aquellos que tomaron el turbulento camino político, para los que asumieron a todo su esplendor la rebelión laboral y los que siguen formándose académicamente en está adversidad, entendieron que sin sacrificio NO HABRÁ LIBERTAD. Hemos decidido luchar en playas o montañas, de oriente a occidente, de norte a sur, en contra de los autores de la crisis para colocarlos en el sitio que la historia les tiene preparado: el olvido.

Más allá de desdibujar y reconocer lo que son en realidad y la verdadera naturaleza de la situación, se deben enfilar todos los cañones y esfuerzos en recuperar a Venezuela del Pleistoceno en el cual está sumergida. Lamentablemente esta situación nos atrasó a la época de los primates como sociedad que peleaban por el árbol más cargado de frutos y por ver quién se comía los piojos. La gran verdad aunque duela y cause espanto.

«Lo que más necesita nuestra educación es una cura de simplicidad, regresar a los conceptos básicos y preguntarse a quién se tiene que educar y para qué», una frase de don Uslar Pietri que cabe a la perfección, pero las soluciones no son inmediatas. Se deben practicar las teorías que aprendimos hace mucho tiempo atrás y aplicar los ejemplos históricos en estos tiempos modernos. Usar a «sir Google» para investigar, analizar y aplicar los conceptos que hoy seguimos ignorando como por ejemplo, capitalismo, socialismo, revolución y liberalismo. Es de imperiosa vitalidad saber el origen de las posiciones en el espectro político para realmente alegar con fundamento si se batea a la zurda o a la derecha, empezar a exterminar el dañino populismo y la tóxica demagogia de nuestras venas y empezar a trabajar en lo popular y en la verdadera democracia. La llegada de la Venezuela que nos merecemos es inevitable solo si trabajamos por ella.

El régimen de facto no podrá, y si nos la van a poner difícil, nosotros más difícil se la pondremos. Llevaremos el tricolor como tatuaje en el alma, enarbolaremos el estandarte de la libertad una vez más en honor a Bassil hasta Liderin. De Robert a Augusto, Juan Pablo, Cesita y Geraldine. La lucha del hoy por algunos pocos valdrá la pena por la bienvenida y el mejor mañana de muchos. Que se repita, ¡yo puedo, tú puedes, claro que podemos! y seguiremos luchando con el compromiso más grande e importante de nuestros tiempos, porque lo que hacemos en esta vida terrenal resonará en la eternidad.

@JorgeFSambrano

#RendirseNoEsUnaOpcion


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