«El verbo leer, como el verbo amar o el verbo soñar, no soporta el modo imperativo» (DANIEL PENNAC) 

Un profesor de Lengua y Literatura Castellana escribía un mensaje en una conocida red social a favor de la tolerancia. Hablaba de lo importante que es leer así como puede serlo también escuchar a otra persona. Si no recuerdo mal, alguien le había dedicado unos cuantos insultos por defender una postura no coincidente con la suya. El docente tuvo la cortesía de responder al insultante anónimo aclarándole que la lectura ayuda a entender las cosas, a ponerse en el lugar del prójimo, a empatizar. Supongo que los profesores no tenemos remedio y somos incapaces de no intentar dar la lección. No podemos no enseñar.

En fin, que copié y guardé el texto brevísimo del profesor porque me pareció una apología vital del alfabetismo, la cultura y la educación. La sociedad educada y culta, la sociedad capaz de leer y escribir, irremediablemente será una sociedad buena; o dicho de otra manera: «nemo malus felix«. Llámeme atrevido, pero tal vez podríamos inferir de la sentencia de Juvenal que si nadie es feliz siendo malo, el hombre feliz debería ser un hombre bueno. Un hombre satisfecho con su vida no hace daño gratuitamente, acepta al resto de hombres (y mujeres) sin excluirlos del mundo.

Las letras y los libros nos ayudan a vivir mejor. Últimamente, yo ya leo en todo tipo de soportes, esto es: leo libros de papel con cubierta, contracubierta y páginas numeradas, leo fotocopias, periódicos, graffiti en la calle, panfletos, revistas, y me he convertido en adicto al libro electrónico –ebook– . Esta clase de libro fomenta mi vicio lector, ya. que uno elige el tamaño de la letra, así como la fuente. La lectura se vuelve cómoda y personalizada. Leo en fuente «futura«, tamaño 10. Se lee bien, aunque es una lectura diferente. Los libros cuentan historias ficticias o reales. El lector quiere saber, entender. Una persona que lee es una persona dispuesta a hacerse preguntas, a sentarse un rato a escuchar la voz de un interlocutor.

Los libros no sirven solo para el entendimiento y la empatía. El libro es un capricho, un entretenimiento, una adicción. Los libros son la contraseña para entrar ahí, en la memoria. Las letras poseen la virtud de poder conmover, emocionar y alterar a quienquiera que se atreva a interpretar el discurso que ofrecen.

Que la gente lea. Que nadie olvide la lectura. Sea lector de papel o pantalla, lea. Que no desaparezcan nunca los libros, la prensa, las bibliotecas. No dejemos de leer. Ojalá recordemos siempre el sermón que nos hirió, el adagio sabio que nos ayudó a entender aquello, la letra de una canción.

El siglo XXI nos ha agarrado bien a todos por los ojos. Vivimos en el entorno hipnótico de la luz de la pantalla de nuestro teléfono móvil. La navaja multiusos suiza ha sido sustituida por el celular. La gente lee cada vez menos y esa gente insulta cada vez más. Resulta extraño ver a un niño solo y huraño leyendo un libro de papel en el autobús.

 


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