No hay ninguna duda de que Nicolás Maduro y Diosdado Cabello son quienes manejan a su antojo los recursos del país. El primero administra toda la renta petrolera y el segundo los ingresos por impuestos donde su hermano actúa como sempiterno mampuesto de la burocracia.

En tal sentido, cuando ambos individuos aferrados al poder sin mínimo apoyo popular, a través de sus arrastradas vocerías seudosindicales y de mal llamados «diputados» tomaron arbitrarias decisiones laborales violadoras de derechos humanos contra los profesionales de la docencia en razón del pago del bono vacacional, queriendo arreglar a las maestras y docentes con una miserable cantidad, y sobre los profesores universitarios desconociendo sus beneficios y queriendo «cancelarlos» con bolívares devaluados y por partes en 2023, significó la última bazofia política que gobierno alguno pudiera idear.

Por ello, las protestas contundentes que se dieron en todos los estados del país, y sobre todo en Caracas, significaron que los docentes no iban a resignarse ante la voluntad neototalitaria de humillar y arrodillar a quienes han visto cómo, en la última década,  Venezuela se ha visto envuelta en la más absoluta destrucción económica y social. Unos años en los que la educación ha sido el epicentro de asesinato social del régimen, cuando miles de docentes se han visto obligados a emigrar o a abandonar sus labores educativas para sobrevivir. Maestros que han sido sustituidos -pero jamás reemplazados- por una desgracia laboral en las aulas que han denominado «chamba juvenil», o sea, colocan al servicio de lo que para ellos sería la «educación» a individuos que formados en 4 semanas ahora serían los responsables de «educar» a nuestros hijos y nietos, es decir, de adoctrinar a los niños, niñas y adolescentes bajo los conceptos de destrucción de la patria, rindiendo pleitesía a Nicolás Maduro y Diosdado Cabello, mientras estos pagan salarios y pensiones de menos de 1 dólar diario, a la par que toda la infraestructura de la nación y sus instituciones son devastadas y arrasadas para que jamás sirvan a la gente y nuestro pueblo.

Ante esta realidad, de nada sirvieron las amenazas que palangristas tarifados por el propio régimen, y quienes llegaron incluso a insinuar amparados desde  el canal del «Estado» o en sus palestras de «leyes», pero eso sí,  sin ocultar cómo viven siendo la nueva burguesía,  que irían por aquellos educadores que continuaran protestando por sus legítimos derechos, porque para tales desgraciados los educadores, así como el resto de los empleados públicos y pensionados, somos «desestabilizadores» y «enemigos de la patria» porque estamos obligados a pasar hambre y necesidades, mientras ellos se lucran obscenamente con los ingresos públicos, sin que existan instituciones desde la Fiscalia o la Contraloría que pongan las cosas en justicia social y laboral.

En consecuencia, que el madurismo haya finalmente cancelado el bono vacacional de los educadores conforme con lo establecido en la ley es una derrota para quienes controlan el poder y un gran triunfo de quienes se niegan a ver morir la educación y la profesión docente; y es también una demostración de que si un pueblo se levanta en una sola dirección política, no habrá forma ni manera para que aquellos que han destrozado el país tengan más temprano que tarde que salir de Miraflores y las malogradas instituciones.

Los docentes vamos a seguir en las calles. Nada ni nadie va a detenernos en seguir exigiendo salarios justos y todos los beneficios que han sido arrebatados por el neototalitarismo. Los infelices voceros de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello pueden estar seguros de que cada palabra altisonante y amenazadora terminará en la más profunda de sus retaguardias porque no permitiremos la muerte de la República.

Estamos marcando un nuevo camino. Nicolás Maduro y Diosdado Cabello han sido derrotados por los educadores. ¡Seguiremos en la calle!

@vivassantanaj_

*Docente con dos pregrados, una maestría y un doctorado en Educación, «borrado» de la nómina del MPPE desde 2016 en plena persecución política.


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