Que un infeliz de prácticas no solo neototalitarias, sino de sentirse con el poder en Nicaragua de expatriar, torturar, llevar a las cárceles a los sectores de oposición, y que además desconozca a la Iglesia y sus centros universitarios -todo ello aplicando una  conducta que revive los tiempos de Anastasio «Tacho» Somoza-, visite a la otrora patria del Libertador para ser partícipe de los actos que conmemoraron los 10 años de la muerte de Hugo Chávez, revela cuáles son los espacios de «democracia» que comparte Nicolás Maduro en el continente.

De hecho, que los presidentes de la mayoría de naciones del continente no hayan venido a tales «actos» es otro escenario que deja en evidencia que, si hubo intención de hacerlo por parte de estos, era obvio que al saber de la presencia del neodictador que oscurece con sus acciones la nación de Ruben Darío, se abstuvieron de hacerlo para evitar observar a tal sátrapa en otra de sus acciones, que buscaba avalar ante la presencia internacional la bazofia que ha hecho con sus violaciones de derechos humanos.

Daniel Ortega ha convertido las leyes de Nicaragua en mancebía política, y esa es la misma ejecución que ha hecho Nicolás Maduro con Venezuela. Por ello, ver a ambos sentados en el mismo espacio revela que tales individuos desprecian las normas democráticas, y la vida en convivencia de sus naciones, y cuyas palabras y miradas llenas de hipocresía son el epicentro de dos naciones que se hunden en la pobreza, la miseria y la emigración.

Daniel Ortega y Nicolás Maduro juntos es el signo evidente de lo que ellos avalan como «sistemas de gobierno». O sea, tener presos políticos para expulsarlos u obligarlos a que abandonen Nicaragua y Venezuela, es la otra nomenclatura perversa que comparten en su asesina ideología. Y mientras eso ocurre, el mundo sigue condenando las prácticas totalitarias de ambos gobiernos, siendo la voz del madurismo la que promueve y apoya las atrocidades en Nicaragua, para que desde otro «Estado» se hable en términos panegiristas de las arbitrariedades de Miraflores.

En la nación venezolana, la destrucción de derechos humanos continúa avanzando a la par del país centroamericano. Es más, cuando hemos escuchado y leído condenas de otras naciones gobernadas por ideologías de izquierda como México, Colombia, Chile y hasta España, y algunas de ellas ofreciendo las nacionalidades de sus países a los desterrados de Nicaragua, nada han dicho Nicolás Maduro y sus acólitos sobre tales acciones, es decir, que para ellos tales conductas de Daniel Ortega tienen que ser apoyadas desde Venezuela. Otra nomenclatura contra la democracia y la libertad y la vida, pero sobre todo ex profeso de validar el asesinato de identidad nacional y hasta de independencia de cada pueblo, razón por la cual no sería extraño ver dentro de poco a Nicolás Maduro emulando semejantes acciones contra sectores de la oposición venezolana.

Nada queda por decir ante el encuentro de Daniel Ortega y Nicolás Maduro. Es una afrenta ante la historia y una complicidad mutua de ambos totalitarismos, porque nadie, y sobre todo en Venezuela, desde una concepción de sindéresis podría aprobar las arbitrariedades más recientes cometidas por el gobierno de Nicaragua. Daniel Ortega se ha convertido en una pestilencia para América Latina y Centroamérica.

No puede llamarse «demócrata» quien obliga a una población a cumplir sus envenenados designios, y además retar al mundo con sus enfermizos discursos de odio, rencor y amedrentamiento social. Triste historia contemporánea se encuentra en América Latina. Ojalá la verdad finalmente sea de justicia, democracia y libertad.

@vivassantanaj_


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