Juanes, Alejandro Sanz y Raphael están entre los primeros afectados por el coletazo del virus Covid-19 en Colombia. Sus presentaciones en la vecina tierra neogranadina fueron aplazadas sin que aún exista una fecha de rescate anunciada. Ayer eran ya trece los casos y van subiendo a la velocidad exponencial que la enfermedad ha mostrado en el mundo entero.

Lo que sí hay es conciencia en Colombia. A la espera de una buena noticia proveniente del área científica que permita abordar el tratamiento de la enfermedad eficientemente, lo que es preciso hacer es desacelerar la agresividad del contagio. Y en ello llevan más de ocho semanas -antes que nadie en nuestro Continente- y se adentraron muy temprano en la etapa de contención donde ya llevan buena parte del camino andado.

Ya activaron, desde la casa de Nariño un marco normativo que les permite declarar una emergencia sanitaria con lo cual van a poder tomar decisiones de carácter rápido y sobre todo excepcionales. El presidente Duque se apersonó de la situación y ha llegado hasta aconsejar a la población sobre imprescindibles prácticas sanitarias personales. Los protocolos de tratamiento al tema incluyen un llamado al aislamiento preventivo de personas provenientes algunas localidades altamente contaminadas fuera del país.

Como en todas partes del mundo, hay elementos de la pandemia más críticos que otros pero todos están siendo abordados desde una óptica equilibrada de prevención. Ya la suspensión de clases en los colegios pasa a ser una prioridad si como evitar todo tipo de concentraciones de personas. Allí han sido más exigentes que en otras latitudes y se prohíben los encuentros públicos de más de 500 personas.

Lo que es imposible para los vecinos, dentro de su tan excepcional organización ante la crisis, es la determinación de los casos que pudieran haber ingresado en las pasadas tres semanas a través de las fronteras terrestres con Venezuela. Pero sobre este tema no se especula en los estratos oficiales. Es evidente que una buena coordinación con Caracas habría sido indispensable para controlar la porosidad de esa línea limítrofe en esta importante materia sanitaria, pero ello es como pedir peras al olmo. Así, pues, las comunidades de venezolanos están siendo atendidas con la misma diligencia que el resto de la ciudadanía a pesar de que existe conciencia que hay allí un punto flaco de la política sanitaria.

Las autoridades económicas han estado monitoreando los efectos directos e indirectos de esta atípica situación de inestabilidad que contagia al planeta más allá de la crítica situación de la salud. Si la economía mundial se está resintiendo en variados terrenos, hay dos áreas en las que Colombia ha sido netamente impactada: el dólar y el petróleo. Ambos elementos están provocando descuadres que redundarán también en una menor debilidad del comportamiento económico del país. La deuda externa pública, que representa 23% del PIB colombiano, es hoy cercana a 73.000 millones de dólares. Cualquier impacto sobre la tasa de cambio representativa de mercado tendría enorme significación para los pagos de deuda de este año.

Los precios a la baja del petróleo también causarán estragos en los ingresos del país. Cada dólar que pierda el precio del Brent, si se mantiene a lo largo del año, significaría una reducción de 1.500 millones de dólares que se reparten entre dividendos de Ecopetrol y en menor recaudo tributario del sector energía.

Sobre estos dos elementos, el dólar y el petróleo, la incapacidad de maniobra de sus líderes es total y es necesario subrayar que, dada la dependencia de los mercados colombianos de sus importaciones, la inflación de los precios locales también superará cualquier anticipación.

Para un país acostumbrado a planificar su comportamiento económico y a ceñirse a una disciplina para alcanzar sus metas de crecimiento, estos elementos externos arriesgan todos los resultados y los hacen vivir en un ambiente de volatilidad.

Así, pues, Colombia está asumiendo con rigor la coyuntura sobrevenida del coronavirus. Sus autoridades no están actuando aceleradamente ni tardíamente, pero todo hace pensar que su gobierno tendrá una cuesta empinada frente a sí.


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