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Gerardo Blyde. Foto PEDRO PARDO / AFP

Las negociaciones en México siguen avanzando bajo la lógica de alcanzar acuerdos parciales, esto nos refiere a un proceso de mediano y largo plazo que se llevará su tiempo.

Aunque todavía no se han producido resultados concretos provenientes de estas negociaciones, podemos hablar de avances colaterales en materia política, entre ellos, los acuerdos que se han generado para permitir el retorno al país de varios inhabilitados, autoexiliados y otros catalogados como “perseguidos” políticos. En este sentido, todavía muchos venezolanos no entendemos la narrativa de quienes se fueron huyendo de un sistema “dictatorial” y hoy vuelven a la misma “dictadura” para postularse a cargos de elección, esto es lo que llamamos el bumerán del discurso.

Juan Guaidó ha dicho que no hay condiciones para un proceso electoral libre en Venezuela y por ello justifica estar en México bajo la excusa de luchar condiciones, sin embargo, los principales partidos integrantes del llamado G4, después de una equivocada estrategia abstencionista, decidieron postular candidatos bajo la tarjeta de la Mesa de la Unidad Democrática.

Este retorno a la contienda electoral por parte del sector más aventurero de la oposición venezolana, viene dado por el fracaso del mantra “Cese a la usurpación, gobierno de transición, elecciones libres”, la disminución del apoyo internacional y el desgaste interno de los líderes del “interinato” donde algunos ya no estaban recibiendo apoyo económico, y otros estaban queriendo volver al país para rescatar lo que les queda de su liderazgo.

Ahora bien, las elecciones del 21N es uno de los primeros factores que pueden cambiar el curso de las negociaciones en México. En primer lugar los resultados electorales tendrán una influencia directa en la composición de la mesa pues si el bloque opositor, hoy ausente en las negociaciones, llegara a obtener una votación contundente tendrían el derecho a exigir una silla, pero también pudiera suceder que si la oposición insiste en ir dividida y la mayoría de los cargos de elección quedan en manos del PSUV, ¿dónde y cómo queda la legitimidad opositora?

Crónica de una muerte anunciada. Los candidatos de la MUD tendrán que medirse con los candidatos del PSUV y de la Alianza Democrática, pero sin candidaturas únicas, por la oposición, le están entregando el ticket ganador a los contendores oficialistas.

Dividir el voto opositor es legitimar el fracaso, no hace sentido ir a una elección para perder. Si el objetivo del 21N es ganarle espacios al PSUV, es completamente incomprensible el hecho de negarse a tender puentes entre la MUD y la Alianza Democrática, la cual está conformada, en su mayoría, por la oposición que en 2019 decidió sentarse con Maduro asumiendo un enorme costo político. Con esta actitud solo se estaría reforzando la tesis sobre la existencia de un grupo de opositores que impulsan la vía electoral ante la comunidad internacional y los micrófonos, pero su verdadera intención es jugar a perder para deslegitimar los resultados.

Si bien una de las condiciones más importantes es la observación internacional, donde es muy posible que a los europeos se sume un posible acompañamiento del Centro Carter, la unidad o presentación de candidaturas unitarias es vital para el éxito en este proceso electoral.

Un segundo factor que representa una amenaza para las negociaciones en México, es la capacidad de la oposición para influir en un posible levantamiento de sanciones, principalmente las de Pdvsa, lograr que se devuelva el oro represado en Inglaterra y el descongelamiento de cuentas bancarias pertenecientes a la República. Ninguna de estas peticiones depende directamente de la delegación venezolana y del interinato.

En el caso de las sanciones norteamericanas, un importante exfuncionario de la administración estadounidense me ha comentado sobre su escepticismo y no ve en el corto plazo un levantamiento de estas debido al escenario tan complejo donde se ubica actualmente el presidente Biden, afectado por los pésimos resultados en Afganistán y las decisiones que debe cuidar con guante de seda frente a las elecciones para el senado a realizarse en noviembre del 2022, donde cualquier acción medianamente considerable como “ceder” frente a Maduro, representaría un elevado costo político para los demócratas.

Un tercer punto amenazante es la continuidad o no del interinato y las amenazas de ciertos voceros sobre seguir colocando presión internacional en contra de Maduro y el chavismo, algo inentendible si se está en un proceso de negociación. La delegación de oposición presente en México lo hace bajo el nombre de “Plataforma Unitaria”, lo cual en términos pragmáticos permite al gobierno de Nicolás Maduro ganar legitimidad, mientras se impide cualquier reconocimiento a la figura del gobierno interino. Los cierto es que todavía no se tiene definido cuál será el destino de Juan Guaidó.

Personalmente creo no existe intención de acabar con la figura del interinato en el corto plazo al conocer que han gestionado, y les han sido aprobadas, varias licencias OFAC para acceder a recursos congelados pertenecientes al Banco Central de Venezuela. Vale la pena destacar que todas estas licencias son para gastos y funcionamiento del gobierno interino, ninguna para el beneficio directo del pueblo venezolano.

Señores, Venezuela no comienza ni termina en México, pero definitivamente es un espacio que debe considerarse y cuidarse como un avance en la búsqueda de una solución pacífica, coherente y realista a la crisis venezolana, por ello es vital alertar sobre las amenazas y buscar correctivos, estamos hablando de la esperanza de todo un país.


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