EFE/ Ronald Peña

La frase que titula este artículo, pronunciada con valentía por un joven patriota venezolano durante nuestras luchas de independencia, nos motiva a hacer algunas reflexiones. El tiempo corre mientras el fantasma de la división política permanece presente, como una peligrosa amenaza, en el ánimo de los factores democráticos. La convocatoria a elecciones regionales sigue mostrando los desacuerdos en el seno de la oposición, mientras la autocracia afina sus estrategias y maquinarias para seguir apoderándose de los espacios que hemos abandonado.

La urgencia de un mensaje cohesionador e integrador surge más que nunca como una necesidad imperiosa, así como el apego a un propósito común que permita convertir en votos el enorme descontento que hay en la población. Afortunadamente, cada día son más los demócratas que se suman y manifiestan su deseo de participar en las próximas elecciones. Esa es una buena noticia. Sin embargo, insisto en la unidad de propósito para obtener una victoria segura y reafirmar el enorme poder del voto. Los grandes líderes históricamente han sido ejemplo de unidad, no de fraccionamiento.

Quienes estamos convencidos de que votar es hoy la vía más expedita para romper la dispersión en la que se encuentra la acción política, convirtámonos en multiplicadores en nuestras comunidades del mensaje de la participación electoral; fomentemos la motivación que se necesita para derrotar la abstención y recuperar la confianza en el voto como la herramienta más poderosa para liberar a Venezuela de tanta opresión, miseria y muerte.

El voto no es un acto de complacencia ni de complicidad, pero si no lo ejercemos, esa abstención convalida las acciones de la autocracia y la fortalece para que siga hundiendo al país en la ruina y la desesperanza. No votar nos convierte en responsables de lo que suceda en el devenir de nuestro país. Cohabitar es dejar las cosas como están sin ningún contrapeso a la acción delictiva del régimen. El ejercicio del sufragio es uno de los instrumentos constitucionales con el que contamos para dirimir criterios o visiones en el campo de la gestión pública, y es la misión primordial de un dirigente que ha abrazado la solución constitucional y pacífica de la tragedia.

Es hora de acumular fuerza por lo que debemos mantenernos unidos para restituir la institucionalidad y la democracia, solo así podremos construir un país que nos garantice nuevamente bienestar, progreso y oportunidades.

Urge por eso, que todos los actores democráticos articulemos a través de consensos internos, la identificación, selección y apoyo de esos posibles candidatos que realmente gozan de la aprobación de la gente, clamor que recibimos de todas las comunidades desesperadas por rescatar a nuestro país de la debacle en la que está sumido. Segura estoy de que esta jornada electoral nos proveerá de nuevos liderazgos labrados en el fragor de la participación en estos momentos tan críticos. Esos voceros naturales, los que están más cercanos a la gente, son los indicados para asumir la vanguardia de esta lucha ¿Quiénes más que ellos que conocen y también padecen el caos generado deliberadamente por los delincuentes que usurpan el poder? El estrecho vínculo con sus vecinos es la garantía para una victoria segura.

El mensaje que llevemos a los venezolanos tiene que ser de unidad  y claridad en el propósito común. Ocupemos nuestra agenda y tiempo en trabajar por la unidad ciudadana, sobre todo conectándonos con el sentir popular en cada rincón del país, para que, convencidos del compromiso histórico, acabemos con la tragedia que vive Venezuela y vayamos a votar masivamente.

Presentar al elector una variedad de alternativas para un mismo cargo no es una estrategia ganadora. Por el contrario, nos dispersa y nos distrae del objetivo fundamental: derrotar a la autocracia.

Sabemos que los venideros comicios no sacarán a Maduro del poder, pero veamos esas elecciones como un proceso que será el termómetro para medir nuestras fuerzas democráticas, con cuántas personas y con qué maquinaria contamos para continuar sumando voluntades, preparándonos, organizándonos y movilizándonos, con el fin de participar en futuros eventos electorales con la seguridad y contundencia que necesitamos para salir triunfadores.

Convencida estoy de que las elecciones de noviembre serán el motor para renovar nuestra fuerza, ese espíritu demócrata y luchador que hay en el corazón de cada venezolano. Avancemos en la meta de alcanzar una vida digna como nos merecemos. No hay tiempo que perder. Estimular la participación es urgente porque la situación que vive Venezuela es cada día más extrema y el tiempo perdido se cuenta en muertes y destrucción.

La inmensa mayoría del país repudia a la mafia enquistada en Miraflores ¡Vayamos a expresar nuestro descontento en las urnas con millones de votos a favor de la Venezuela que queremos!


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