Este pasado lunes 24 de junio se cumplieron 198 años de la acción militar más importante de nuestra Guerra de Independencia: la Batalla de Carabobo. Su relevancia la pone de manifiesto Rafael María Baralt, en su Resumen de la Historia de Venezuela, al señalar: “En todos los pueblos de la república y en las divisiones de sus ejércitos se dedicaría un día del año a regocijos públicos en honor de la victoria de Carabobo”. El congreso de la época decretó a Bolívar y al ejército los honores del triunfo, consagrando al primero como “Libertador de Colombia”. (Para ese momento, Venezuela no se había constituido como República independiente). Aunque la guerra se mantuvo hasta 1823, el poderío de los españoles quedó seriamente limitado, lo que hizo posible que Bolívar diera inicio a las campañas del Sur.

No obstante la relevancia de ese hecho histórico, el máximo líder de la “revolución bolivariana” tomó la insólita decisión de no celebrar tan magna fecha con el desfile militar del caso. En esta ocasión Nicolás Maduro se presentó en el campo de Carabobo, acompañado de su esposa y una esmirriada comitiva integrada por Delcy Rodríguez y Tareck el Aissami, siendo recibidos por miembros del Alto Mando Militar, encabezado por Vladimir Padrino López. No se necesita tener ninguna mirada zahorí para captar a plenitud el drama que el régimen vive puertas adentro producto de la crisis sin precedentes que padecemos.

No podía, sin embargo, faltar el discurso de ocasión para que en ese importante momento, en el que también se celebra el Día del Ejército, el máximo líder de la revolución lanzara su ramo de flores marchitas a los pocos soldados allí presentes: “El Ejército está unido y cohesionado como nunca antes, vamos hacia nuevas batallas”. También, sin pestañar, como gesto de su (des)confianza en ellos, les lanzó un baldazo de agua fría, anunciándoles que, para 2021, Venezuela contará con 4 millones de milicianos armados, con sus armas integradas a la estrategia. Nada dijo acerca del rol y destino que tendría para ese momento la Fuerza Armada Nacional Bolivariana.

No es imperioso ser la pitonisa de Endor para saber el fatídico final que espera a la FANB de concretarse el deseo de su comandante en jefe. Un adelanto de ello se cumplió el pasado viernes 21 de junio cuando el general de brigada de la Aviación Miguel Sisco Mora y el coronel Miguel Castillo Cedeño fueron aprehendidos por grupos comando en sus respectivas viviendas, sin órdenes de allanamiento, porque “…así, así, así es que se gobierna”.

El encadenamiento de sucesos necesarios y fatales sigue su curso inexorable. El desenlace se huele desde lejos.

@EddyReyesT

 


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