Ni el calor de las calderas de la siderúrgica, ni los embates de la rudeza del trabajo manual, han socavado la fuerza de voluntad del trabajador guayanés.

Ni las extenuantes jornadas laborales, ni la lucha contra las máquinas que escupen fuego, doblan el hierro y funden el oro, han sido capaces de doblegar al trabajador del estado Bolívar.

Tampoco lo han podido reducir las inhumanas políticas del socialismo; ni el hambre, ni la persecución, ni el atropello del cual son víctimas por quienes se sostienen írritamente en el poder.

Allí están de pie los obreros guayaneses.

Allí están forjando en la fragua de las reivindicaciones sociales y laborales su inequívoco futuro.

Están luchando con fuerza, con sus rostros quemados y sus manos repletas de callos, pero con su frente más en alto que nunca.

A todos ellos, quienes hoy lo dan todo para lograr una vida mejor, mi apoyo, mi admiración y mi profundo respeto.

Hoy apoyamos a los trabajadores de las Empresas Básicas de Guayana como a todos los trabajadores venezolanos que son humillados con sueldos de miseria y burlados con beneficios fantasmas.

A todos ellos les pido que sigan luchando por la libertad que da mejores condiciones laborales.

Que sigan luchando por la libertad plena de Venezuela.


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