Cuando hablamos de presos casi siempre pensamos en hombres y dejamos de lado a las mujeres que también se encuentran privadas de libertad en las cárceles y centros de detención preventiva de Venezuela, quienes sufren las mismas condiciones infrahumanas que viven el resto de la población encarcelada, aunado con las constantes violaciones de sus derechos humanos, con algunos agravantes que ahora detallaré.

Hoy quiero que conversemos un poco de las mujeres presas en Venezuela, a propósito de haberse celebrado el pasado domingo el Día Internacional de la Mujer y este mes está dedicado a ellas, principalmente porque muy poca gente habla de su situación y realmente hay que alertar a quienes me leen sobre su drama en prisión.

Si bien las mujeres representan solo 7% aproximadamente de la población encarcelada en Venezuela, es la más olvidada y la que tiene mayores carencias en comparación con los hombres. Las mujeres tienden a ser abandonadas por su familia, a diferencia de los hombres que siempre tienen a una mujer que esté pendiente de él, bien sea la madre, la esposa o la novia. Esto no lo digo basándome en ningún estudio científico, sino en simples apreciaciones que he tenido en los más de 30 años que tengo visitando recintos carcelarios. Siempre me ha llamado la atención que mientras los días de visita en las cárceles de hombres vemos filas interminables de mujeres que acuden a estas, en las de mujeres no pasa lo mismo y son poca la afluencia de personas que van.

También es importante que hasta hace algunos años alrededor de 70% de las mujeres privadas de libertad en Venezuela eran producto de delitos vinculados al tráfico de drogas, en su mayoría mulas del narcotráfico y extranjeras, lo cual en lo personal vinculaba con la ausencia de visitas, hoy en día que esta proporción ha cambiado sustancialmente y hoy vemos a más mujeres presas por delitos comunes y pertenecer a bandas delictivas; sin embargo, la poca afluencia de visitas se mantiene.

Otra de las razones podría ser que mientras en las cárceles de hombres la llamada visita conyugal o íntima es libre y sin trámites o requisito alguno, en las de mujeres, el derecho de tener sexo está sometido a una cantidad interminable de requisitos que hacen que casi sea imposible que puedan realizarlo, por eso hemos notado las relaciones sexuales entre las mismas reclusas desde hace muchos años.

Las mujeres en prisión también viven graves situaciones de abuso sexual de los funcionarios encargados de su custodia, cosa que hoy en día se ha convertido en un verdadero problema en los centros de detención preventiva o calabozos policiales. Hace unos cuantos días llegó a la organización que dirijo, Una Ventana a la Libertad, una denuncia de familiares de reclusas de la sede de la Policía Nacional Bolivariana en la sede de El Valle, en la que señalaban que un funcionario supervisor acosaba a las reclusas y le exigía favores sexuales a cambio de dejarles el ingreso de comida o cosas tan simples como ir al baño.

Esto no es nuevo, en un informe que realizó Una Ventana a la Libertad el año pasado sobre la situación de las mujeres privadas de libertad en centros de detención preventiva, denunciábamos esta situación de la siguiente manera: “Los frecuentes embarazos no siempre son consensuales, aun cuando no haya violencia. Esta es otra reclusa que nos explica que el tercer hijo es fruto de su relación con un guardia nacional dentro del penal. Su historia es conocida por los funcionarios de la defensa pública del Ministerio de Asuntos Penitenciarios. Pero todos argumentan que fue un romance aceptado por ella… XXX no alega violación, asegura que su hijo es producto de una relación sostenida con un guardia nacional, quien le intercambiaba comida y seguridad a cargo de favores sexuales. Al quedar embarazada, el convenio se rompió. Pero XXX decidió tener al niño. Desde entonces ya han pasado más de dos años. Espera ser beneficiada con una medida de libertad y no tener que ser separada de su bebé. Intercambio de comida y seguridad a cambio de favores sexuales, ¿cómo llamaríamos este tipo de relaciones sexuales? ¿Estrategia de sobrevivencia? ¿Abuso de poder? Violencia de género, pues solo por el poder de él, ella podía tener seguridad dentro de la prisión, lo cual es deber del Estado proveerla sin nada a cambio. Y este caso no es una excepción. También sabemos de casos de violaciones por prisioneros o miembros de la cobertura de seguridad de los anexos o prisiones. Un caso a manera de ejemplo: «Los primeros tres meses en el calabozo fueron los peores. “Me torturaron y hasta me violaron. Esas -las compañeras de celda- sabían y me dejaron sola para que el tipo se metiera, me tapara la boca y me violara”… Me agarró en el baño, me tapó la boca, me bajó los pantalones”.

Como vemos, es grave la situación en que viven las mujeres privadas de libertad y de la cual poco nos ocupamos. Es tiempo de poner una mirada en las mujeres presas.

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@cnietopalma

 


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