Desde siempre se nos ha querido vender y hacer creer que la mujer o la feminidad es débil y sumisa; que es vulnerable y frágil mientras que en la historia de la humanidad abundan los ejemplos de tan falsa premisa.

“Qué extraño que la naturaleza provea remedios contra las serpientes fatales, pero contra una mala mujer –mucho más mortífera que las serpientes, mucho más cruel que el fuego– nadie ha encontrado un antídoto”. Eurípides, poeta griego que ya describía muy bien lo que podía ser capaz una mala mujer.

Pero no solo los antiguos escritores griegos narran historias donde retratan la maldad protagonizada por mujeres; en la Biblia se pueden conseguir al menos a 7 de ellas.

La más malvada sin duda alguna. fue Jezabel, a quien nos la describen en 1 Reyes 21:25. Como una mujer manipuladora, sacerdotisa y usurpadora. Casada con Acab, quien era rey de Israel. Asesinó y engañó según su conveniencia y siguió mandando luego de la muerte de su marido a través de la presencia de sus dos hijos.

Jezabel fue empujada por una ventana por sus sirvientes, acabó devorada por perros callejeros. Según la Biblia; solo quedaron el cráneo, los pies y las manos esparcidos por el piso. Esta historia quedó plasmada en un magnífico cuadro pintado por el francés Paul Gustave Doré, nombrado: La muerte de Jezabel.

El alemán Arthur Schopenhauer, señala que el mal tiene un punto de partida incontestable: nosotros mismos. Que forma parte de nuestra naturaleza como el amor, la violencia o el deseo.

La maldad es un sentimiento intrínseco que define al ser humano pero que se ha idealizado y estigmatizado en el sexo masculino mientras los ejemplos de maldad y crueldad por parte de mujeres en el poder se van disfrazando y diluyendo para que queden en el olvido.

Una muestra real de la maldad femenina es la alemana María Mandel, a la que se le atribuyen al menos 500.000 muertes mientras estuvo en diferentes campos de concentración como funcionaria carcelaria del nazismo. Conocida como “la bestia de Auschwitz”, María Mandel fue detenida luego de finalizada la Segunda Guerra Mundial, juzgada y sentenciada a morir en la horca a los 36 años de edad.

La misma suerte corrió otra de sus colegas detenidas y juzgadas. Bautizada por las víctimas como “el ángel de la muerte”. Irma Grese quien con apenas 22 años es considerada como una de las mujeres más crueles y despiadadas durante la Segunda Guerra Mundial. Testimonios de víctimas narran que Irma Grese dejaba que las judías fueran atacadas por perros, fuesen abusadas sexualmente, torturaba hasta matar a los niños y mataba a sangre fría a quienes resistían esas torturas. Luego de la horca su cuerpo fue incinerado y sus cenizas arrojadas a una alcantarilla.

Conocer ciertas historias nos hace entender que la maldad no tiene ni conoce límites, que siempre puede llegar más allá y causar todo el dolor posible.

Una de ellas es la chilena Ingrid Olderock a quien la periodista Nancy Guzmán retrata en un libro como la mujer de los perros. Ingrid Olderock fue contactada por autoridades militares chilenas para conformar y organizar el departamento femenino de la DINA, la policía secreta de Augusto Pinochet. Las funciones de este departamento eran espiar, seguir, secuestrar, torturar y asesinar a quienes se opusieran al régimen dictatorial chileno.

La autora del libro Ingrid Olderock, la mujer de los perros, Nancy Guzmán, escribe lo siguiente: “En momentos de aguda crisis política social, en donde se desatan estas fuerzas y se crean estos organismos la mujer deja de tener el sentido del género. El conflicto lleva a hombres y mujeres a tomar determinada posición”. Uno de los relatos describe que un detenido fue sacado de la celda un día por tres mujeres, sin el propósito de interrogarlo, y llevado a un lugar abierto y entre las tres comienzan a golpearlo hasta que se cansan. Lo dejan allí tirado con traumatismo encéfalo craneano y contusiones graves. También figuran en los testimonios de las víctimas de este comando de mujeres las agresiones sexuales hacia los hombres y mujeres detenidas. Una de ellas narra cómo fue violada sexualmente de manera sistemática por un perro pastor alemán adiestrado personalmente por Ingrid Olderock y a quien llamaban Volodia.

Ingrid Olderock moriría postrada en una cama, en un hospital de Carabineros, de un derrame cerebral. Nunca, al igual que todas las otras mujeres de su siniestro departamento, fue condenada por ninguno de los delitos cometidos.

Algunos de estos ejemplos nos hacen entender y aceptar que la maldad no se suscribe a un género sexual específico y que ser malo y cruel no tiene relación con el género sexual.

Gabriela Del Mar Ramírez, por ejemplo, es una de las mujeres que estuvo en el poder durante el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela. Ejerció el rol de defensora del pueblo durante el período 2007-2014.

Durante 7 años estuvo apoyando y justificando las actuaciones criminales de los funcionarios militares del régimen, en toda su gestión ocultó todas las denuncias de las víctimas del chavismo que fueron presentadas a su oficina.

Pasará a la historia por declarar textualmente lo siguiente: “La tortura tiene un sentido…Se emplea para obtener una confesión, se le inflige sufrimiento físico para obtener una confesión y tenemos que diferenciarlo de un trato excesivo o uso desproporcionado de la fuerza”.

El testimonio de la jueza María Lourdes Afiuni, detenida por orden de Hugo Chávez; relata que, luego de ser detenida, fue obligada a estar encerrada con 20 presas que ella misma había sentenciado en el último año. La jueza narró cómo militares golpearon sus pechos con sus botas hasta destrozarlos, cómo fue golpeada por las otras internas ante la complacencia de las autoridades del centro de reclusión. Asegura que durante los dos años de cárcel solo se atrevía a dormir dos horas durante el día y dos horas durante la noche ante el temor de ser asesinada por las otras reclusas.

La propia María Lourdes Afiuni narra: “No hay película, no hay libro que lo describa. Hubo mujeres que me rociaron con gasolina. Hubo una española que debía un dinero y le dijeron que si me chuzeaba (herida con un cuchillo), le perdonaban la deuda. La tipa entró a mi cuarto y me caía a carajazos (golpes) con ella”. Luego de estas agresiones constantes y sistemáticas, la jueza fue trasladada a un centro de salud donde pidió ayuda urgente por el estado en que se encontraba. Tuvieron que vaciarle el útero, le destruyeron la vejiga, la vagina y el ano. Relata que está reconstruida y que aún sufre de dolores en la noche. Todas esas lesiones fueron provocadas dentro del penal y denunciadas ante las instituciones públicas en Venezuela, entre ellas la Defensoría del Pueblo cuando Gabriela del Mar Ramírez era la responsable.

Sin embargo, Ramírez no es la única mujer ejerciendo el poder de manera feroz en Venezuela. La presencia de Luisa Ortega Diaz en el Ministerio Público no dejó excusas para retratarla como una mujer malvada, despiadada y profundamente cínica ante todo lo que ocurría en el país durante su gestión.

La fiscal general en Venezuela, Luisa Ortega Díaz, llegó a desmentir en una audiencia ante la ONU que la jueza haya sido victima de violaciones y tortura durante su detención. Ante la insistencia de uno de los expertos del Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Ortega Díaz contestó: “Yo quiero decir, para que el excelentísimo señor Ben Achour cierre la boca, que no es cierto que (la juez) haya sido violada ni torturada”.

En el año 2013 desde la organización no gubernamental Funpaz entregamos en la oficina de la fiscal general en Caracas un informe con denuncias de víctimas de detenciones arbitrarias, torturas, tratos crueles, inhumanos y degradantes y su declaración al día siguiente fue: Por ahí vinieron algunos del interior a hacer un show ante los medios de comunicación y presentar a unas falsas víctimas que se colocaron salsa de tomate en el rostro”.

Pero estas dos mujeres no están solas en ese podio de maldad femenina del chavismo, allí también se encuentran Cilia Adela Flores, de quien se dice es la mujer más poderosa de Venezuela. Desde julio de 2013 es la primera dama o primera combatiente, como le gusta que la llamen y ocupa, en la jerarquía del horror, un puesto preferencial.

Cilia Adela Flores es abogada y ha ocupado diferentes cargos en la estructura del poder del chavismo. Ha sido presidenta de la Asamblea Nacional y procuradora general de la República, se le recuerda por sus discursos encendidos y cargados de odio en contra de todos los ciudadanos que adversan al régimen venezolano.

Cilia Adela Flores es la voz de la fuerza y la crueldad que se esconde en las ordenes dadas por Nicolas Maduro Moros en la represión contra las protestas ciudadanas en Venezuela.

Igual maldad destilan otras figuras femeninas de la tiranía venezolana entre ellas Delcy Eloína Rodríguez Gómez, ministra del Poder Popular de Economía y Finanzas y vicepresidenta ejecutiva de Venezuela; y María Iris Varela Rangel, ministra del Poder Popular para el Sistema Penitenciario de Venezuela.

Otras mujeres que han ejercido roles de poder y de mando que han fortalecido la política de terror y de violación de derechos humanos en Venezuela son: Katherine Nayarith Haringhton Padrón. vicefiscal general; Tibisay Lucena. expresidenta del Consejo Nacional Electoral; Gladys María Gutiérrez Alvarado, magistrada del Tribunal Supremo de Justicia.

Pero no son solo estas mujeres las responsables, entre ellas no se pude dejar por fuera a Carmen Teresa Meléndez Rivas, actualmente en el estado Lara  y una de las mujeres con mayor mano de hierro en la estructura chavista; Carmen Teresa Meléndez Rivas fue la primera mujer en la historia del país en obtener el grado de almirante de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, en 2012 por orden de Hugo Chávez, luego fue nombrada Ministra de la Defensa, Ministra de Relaciones Interiores y del Despacho de la Presidencia, diputada por el estado Lara, luego electa como gobernadora por la misma entidad, desde donde ha gobernado con mano de hierro según su formación y doctrina militar. Señalada como la responsable de apoyar y mantener activo al grupo de paramilitares que atacan de manera permanente a la sociedad civil que decide ejercer el derecho a la protesta en la entidad larense.

Probablemente estas figuras no acaben como las mujeres del nazismo; pero es deber ciudadano no permitir que queden impunes ni libres como las figuras femeninas de la tiranía de Augusto Pinochet.

@andcolfa


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