Pensar que las mujeres no pueden ser protagonistas y ser influyentes en decisiones que cambien el rumbo de una vida o de muchas, debo decir que es algo equivocado. Las mujeres son mejores. Y punto. Luego de seis años del mayor problema bélico de la humanidad, es decir, la Segunda Guerra Mundial, en Alemania, un país reducido a ruinas y escombros, fueron las mujeres las que levantaron las ciudades, haciendo historia. Hoy día en muchas localidades alemanas hay monumentos dedicados a ellas, como agradecimiento a su labor, por logar que luego de estar en el centro del infierno hicieran que su país viviera de nuevo.

Lamentablemente en el Reino Unido tuvieron que pasar 258 años para que una mujer alcanzara el poder político. El 4 de mayo de 1979 Margaret Thatcher llegó al número 10 de Downing Street (residencia oficial del Primer Ministro de Reino Unido), con una filosofía de la política muy inteligente, enfocada en reducir el gasto público y controlar el poder de los sindicatos. Se puede decir que Margaret Thatcher hizo una revolución en su mandato; claro, pero todo esto en el campo de la más estricta legalidad. Las empresas británicas fueron privatizadas y en cuanto a las viviendas sociales, que los gobiernos hasta entonces alquilaban a la gente de bajos recursos, haciendo ese juego macabro del clientelismo electoral, Margaret Thatcher decidió vender todas esas casas a sus inquilinos, ya que su meta era convertir el Reino Unido un país de propietarios y no de mendigos. Las reformas de Margaret Thatcher lograron en poco tiempo que el país comenzara a ser más enérgico, activo económicamente, acompañado con la cultura democrática y demostrando su moralidad sobre ese comunismo disfrazado de socialismo corrupto y arruinado económicamente.

Todos estos efectivos movimientos siempre se dan por una gran claridad e inteligencia, pero sobre todo por las lecturas y las consultas; la señora Thatcher no tenía miedo en decir que leía y consultaba a Friedrich von Hayek y a Karl Popper. Hugh Thomas, asesor del Gobierno británico para temas de españoles y Latinoamérica, organizó una cena de intelectuales, donde fueron invitados el señor Mario Vargas Llosa, Isaiah Berlin, V.S. Naipaul, Anthony Powell, el poeta Al Álvarez, Stephen Spender, el crítico y cuentista V.S Pritchett, el dramaturgo Tom Stoppard, el historiador J.H. Plumb y Anthony Quinton, presidente del Trinity College (Oxford). La reunión fue una prueba de los intelectuales para la primera ministra. Margaret Thatcher respondía las preguntas de aquellos con seguridad, claridad y sin posar. Al terminar la reunión, todos se sentían orgullosos de tener una gobernante de ese temple, cultura y convicciones.

Hay otro caso y más cercano a Venezuela, que demuestra que las mujeres a la hora de luchar van sin miedo y hasta el final; me refiero a “Las damas de blanco” en Cuba, que con valentía enfrentan a la dictadura cubana, haciendo concentraciones, misas, pidiendo la libertad de sus familiares presos por motivos políticos. Y en la reciente victoria de Javier Milei en Argentina, ¿quiénes eran los que rodearon al candidato durante su campaña? Mujeres. Tenía siempre a su hermana, novia y a Diana Mondino: una mujer extremadamente inteligente, que se encargará de la cancillería.

Así pues, ya que han pasado unos cuantos años, desde 1958, cuando inició el periodo democrático de nuestro país, me atrevo a decir que es el momento y es necesario que una mujer tome las riendas de la nación. Me crié rodeado de mujeres; ellas, desde pequeño, me han transmitido seguridad; en mi infancia las mujeres eran las que resolvían todo. Por eso estoy convencido que una dama sentada en Miraflores puede dar un gran aporte, en el sentido de poner orden en el desastre de todos estos 23 años. No va a ser fácil que eso pase, pero va a pasar y tiene que pasar. Debo admitir que la envidia en el ambiente político venezolano es casi un deporte nacional: la incapacidad de reconocer el éxito de otra persona es más frecuente que la alegría por el suceso.


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