Pudiera pensarse que gobierno de Mr. Biden, laxo en su discrecionalidad, esté sobrestimando el poder disuasivo de las sanciones impuestas al régimen de Maduro, para mejorar las condiciones electorales en el país. Algunos le atribuyen a un eventual levantamiento de sanciones otros objetivos. En todo caso, creer que tentando a la dictadura chavista con tal alivio, esta cederá terreno en cualquier ámbito, es incurrir en los mismos errores que llevaron a Estados Unidos a perder un histórico y seguro aliado como Venezuela, esencial para el intercambio comercial.

Hay quienes piensan dentro de Estados Unidos que el planteamiento de Mr. Biden tiene segundas intenciones. En un artículo, publicado en Council on Foreign Relation el 27 de agosto de 2023, abordaba el punto Elliot Abrams, enviado especial para Venezuela en la gestión de Trump y conocedor de nuestra política nacional. En su enfoque, señalaba: “Esa política es hacer creer que el régimen de Maduro busca un compromiso y continuar ofreciendo concesiones sobre las sanciones estadounidenses a pesar de la creciente represión del régimen”. Es cruda la sentencia de Abrams al final de sus líneas: “Al parecer, el petróleo pesa más que los derechos humanos cuando se trata de la política de la administración Biden en Venezuela”.

Simplemente creemos que la propuesta de ese “do ut des” les resbala a los del régimen porque, en lo particular, no son ellos y ni sus encastados quienes se afectan con esas medidas sancionatorias; antes, por el contrario, se benefician de ellas por tres razones fundamentales: en primer lugar, le sacan provecho político al trillado discurso contra el enemigo externo. Luego, les sirve como excusa para explicar y justificar la espantosa crisis que solo su ineptitud y la corrupción han causado. Finalmente, esto le permite seguir con un mayor control político, económico y social en un país cada vez más dependiente de las migajas del Estado.

Las señales que aparentan un acercamiento útil para el diálogo y pretendidos acuerdos, más allá de ser intercambios puntuales, carecen de la eficacia necesaria para lograr que los del régimen se hagan el harakiri en unas “elecciones libres”. Tal vez signifiquen pírricos avances en materia petrolera, pero en modo alguno señales como las del levantamiento de las sanciones al extesorero Malpica, el intercambio que derivó en la liberación de los sobrinos, la extinción del gobierno interino o la purga de El Aissami, entre otras, han generado un verdadero cambio para bien en el proceder de este gobierno totalitario, militarista y comunistoide, dependiente de La Habana y Moscú.

Continúa la persecución política, ahora con más saña. La violación de los derechos humanos que sigue provocando el incesante flujo migratorio de compatriotas que con desespero se juegan la vida para irse a cualquier parte del mundo y el incremento de presos políticos, van en paralelo con un CNE conformado a su medida, dispuesto a convocar y realizar las elecciones con candidatos solo avalados por el régimen que no hayan sido inhabilitados por el nuevo presidente del ente electoral (sancionado por Estados Unidos). Acentuaron su poder militar para lidiar con cualquier contingencia.

En lo externo, van de la mano de Lula a sumarse al BRICS, para formar parte de ese grupo político y económico, junto con Brasil, Rusia, India, China y Suráfrica en el que muy pronto se incorporarán Argentina, Egipto, Irán, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Etiopía. Estrechan más sus relaciones con los regímenes forajidos de Cuba y Nicaragua. En lo interno, mueven a su antojo, como alfiles, a sus colaboracionistas históricos dentro del país, que por años han velado en mantenerles el status quo que los privilegia.

Nos preguntamos si de verdad cree el gobierno de Mr. Biden que con esta posición política del “doy para que des” con la dictadura, su país tendría de nuevo a Venezuela como aliado comercial en mejores condiciones políticas. Seguramente no, sería inimaginable que luego de unas elecciones manejadas por este CNE, con observadores chimbos, sin la participación -por “inhabilitada”- de María Corina Machado (víctima del TOCOMA: Todos contra María Corina) y en consecuencia con un país en shock, decida Estados Unidos el reinicio de relaciones con la Venezuela petrolera, teniendo a Maduro como un presidente demócrata porque lo “legitimaron” con su participación los eternos colaboracionistas del régimen.

@vabolivar


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