Hace algún tiempo, una tormenta con rayos y centellas me despertó tempranito y me puse a leer la prensa. La primera plana de los principales periódicos anunciaba con fanfarria que la empresa Eastman Kodak, si, aquella de las camaritas, recibiría un préstamo gubernamental de 765 millones de dólares para fabricar compuestos químicos para medicinas genéricas en Estados Unidos. Tardé un momento en reaccionar y lo primero que pensé fue: “¿Qué sabe burro de pasta de dientes? ¿A quién se le ocurre darle dinero a un fracasado fabricante de cámaras y copiadoras para producir complejos elementos usados en importantes medicinas?

Sucede que la Eastman Kodak Company, empresa con más de 100 años de historia y cotizada en la bolsa de valores de Nueva York, tiene una división de productos químicos y materiales avanzados que representa 15% de las ventas de la empresa. Dentro de esa división tiene una pequeña línea de químicos farmacéuticos con algunos clientes del sector en Estados Unidos. Fue uno de esos clientes el que mencionó las capacidades químicas de Kodak a Peter Navarro, asesor para el Comercio del gobierno norteamericano y personaje cercano al presidente Trump.

A Navarro le fue asignado el mandato del gobierno para garantizar el suministro de productos estratégicos para los Estados Unidos. El mandato se basa en una vieja ley reactivada recientemente llamada “Defense Production Act (DPA)” que otorga al gobierno la potestad de desviar la capacidad productiva de las empresas manufactureras para cubrir emergencias nacionales. Con gran sigilo y rapidez, Navarro decidió acometer el primer proyecto de financiamiento bajo el DPA usando a Kodak como conejillo de Indias. Para coordinar la transacción seleccionó a la “International Development Financial Corp (IDFC), una institución financiera gubernamental poco conocida y especializada en canalizar préstamos para naciones en desarrollo. De hecho, el préstamo a Kodak sería el primero dentro de Estados Unidos en la historia de la IDFC.

Kodak preparó la solicitud de préstamo, desarrollando rápidamente extensos modelos financieros y planes de negocio para demostrar la viabilidad económico-financiera del proyecto. El IDFC comenzó su proceso de análisis con visitas al cuartel general de Kodak a pesar de la pandemia. Además, dada la importancia del préstamo para la sobrevivencia de la empresa, Kodak se gastó importantes sumas en cabildeo gubernamental para asegurar el avance positivo del financiamiento. Todo caminó perfectamente hasta que llegó el momento de hacer público el proyecto. Dada la presión del gobierno norteamericano para anunciar adelantos con el DPA, el IDFC insistió en ponerle fecha al anuncio público del financiamiento para el 28 de julio de 2020, aunque estaba en una etapa muy preliminar. Lo que terminó sucediendo será recordado como una decisión humana fracasada por la codicia y falta de ética.

El lunes 27 de julio, día anterior al anuncio oficial del financiamiento y sin consultar al IDFC, Kodak envió un comunicado de prensa a varios periódicos locales en Rochester, Nueva York, revelando detalles preliminares del financiamiento, contraviniendo lo acordado con el gobierno y posiblemente violando regulaciones del mercado de valores norteamericano.

Cuando el IDFC se dio cuenta de lo sucedido, obligó a Kodak a pedirle a los medios que retiraran la noticia, aunque ya era muy tarde y la información se había filtrado a los mercados de valores ese mismo lunes 27.  Las acciones de Kodak comenzaron una meteórica subida que se aceleró al día siguiente con el anuncio oficial del préstamo, llevando el precio de 2 a 60 dólares por acción en pocos días.

Las reacciones negativas al anuncio público no se hicieron esperar. Varios congresistas y senadores, principalmente demócratas, aprovecharon la oportunidad para plantear dudas sobre la viabilidad de Kodak como empresa farmacéutica y cuestionaron el criterio de Navarro y el IDFC. Como si fuera poco, en medio del torbellino, uno de los miembros de la junta directiva de Kodak decidió hacer una gigantesca donación de 3 millones de acciones de Kodak a su propia fundación de caridad. Dado el alto valor logrado por las acciones gracias a la noticia del financiamiento, el director mencionado logró obtener un desgravamen fiscal de más de 100 millones de dólares, convirtiéndola en la donación para fines religiosos más grande de la historia y en un escudo fiscal gigantesco para el donante.

En vista del mal manejo de la información por parte de Kodak y la sospechosa donación del director mencionado, las autoridades, incluida la Securities Exchange Commission (SEC), ente regulador del mercado de valores, decidieron profundizar su investigación de la empresa. En pocos días lograron descubrir que la gerencia de Kodak no solo había mal utilizado la información pública, sino que el día anterior al anuncio oficial del financiamiento, los principales ejecutivos de Kodak se autoadjudicaron valiosos paquetes de opciones que les daban la oportunidad de suscribir acciones a bajísimos precios y que les crearon ganancias multimillonarias inmediatas.

En vista de la matriz negativa creada por el comportamiento incorrecto de los personeros de Kodak, el gobierno norteamericano se vio en la obligación de posponer indefinidamente el proceso de crédito. Además, se han abierto investigaciones individuales a los gerentes y directores involucrados en las actividades cuestionadas. Todos los días queda demostrado que no solo Venezuela, sino el mundo entero está sufriendo una crisis de valores éticos y morales donde dominan la codicia y la envidia. El último tweet al respecto publicado por el IDFC resumió claramente la situación:

“El 28 de julio firmamos una Carta de Interés con Eastman Kodak. Las recientes denuncias de irregularidades plantean serias preocupaciones. No seguiremos adelante a menos que se aclaren los alegatos”.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!