Hablar de Molière es una empresa ardua, pues para aquella época no se daba ninguna importancia a la pista de los grandes hombres y de los grandes creadores. Inmediatamente publicada la obra, el propio autor prendía fuego a borradores y manuscritos. Pero gracias a Georges Forestier, François Rey y mi pasión insaciable por conocer pude acercarme a Molière tanto como yo quería.

El atolondrado o los contratiempos, La escuela de los maridos, La escuela de las mujeres, Don Juan, El médico a palos, Las mujeres sabias y El enfermo imaginario fueron los títulos que me atraparon y en más pura ignorancia saber quién era ese hombre que había escrito aquellas obras con aquellos títulos ingeniosos que fácilmente podemos ver en este siglo. Unos de los mitos es que se creía que Molière escribía sus obras porque realmente él era así y sentía, así como cada uno de sus personajes de sus obras. Pero desde que el mundo es mundo los hombres prefieren los mitos que la verdad; mucha gente empezó a creer e imaginaba aquel hombre que hacía reír al público en el fondo no era más que un desgraciado y celoso amargado.

De su niñez se ignora casi todo igual como sus años de colegio. Lo único que está totalmente comprobado es que Jean-Baptiste Poquelin (Molière) hace unos estudios de derecho y consigue su título como abogado, algo que los poetas dramáticos de su tiempo eran también abogados. Y sin pensar el 6 de enero de 1643 Molière renuncia ante notario el cargo de tapicero del rey con el sueño y la certeza que se convertiría en comediante profesional.

En sus inicios Molière rápidamente se lanzó al teatro: haciéndose aprendiz de comediante con los más célebres del periodo, Orvietano y Bary. Trabajó como payaso teniendo cierta fama de efectividad. ya que atraía mucha gente al teatro. Ahora bien, ¿por qué Jean-Baptiste Poquelin es Molière? No hay ningún misterio y enigma como he leído en ciertas biografías que parecen novelas dejando al descubierto la ignorancia del autor; la verdad es que desde el siglo XVI los comediantes profesionales empezaron a elegir sus nombres de guerra, así que en el acta de 1644 apareció por primera vez el nombre del señor Molière. Para aquel tiempo ya había muchos Molière en toda Francia: como el músico Louis de Mollier o el poeta François de Molière que después fue asesinado sin que se descubriera el asesino.

La primera gran obra de Molière fue El atolondrado. Con su particularidad fue el primer actor de su generación en intentar lo que desde el Renacimiento se llamaba la imitación creadora. Rápidamente, el viernes 24 de junio de 1661 Molière estrena otra obra llamada La escuela de los maridos, obra que durante el estreno solo recaudaron 410 libras, algo que los decepcionó, pero gradualmente se elevaron y superaron la 1.100 libras el viernes 8 y el domingo 10 de julio; el éxito ya estaba cantado para Molière, ya que los diecisiete palcos del teatro habían sido alquilados. Señales de un éxito y triunfo a la vez.

 

Luego del estreno de La escuela de los maridos el torbellino del éxito era cada vez mayor y además vendría otro éxito con La escuela de las mujeres. Las invitaciones a los salones donde las personalidades de la época asistían y el matrimonio no dejaban mucho tiempo a Molière para escribir. Pero así Molière escribe La escuela de los cornudos. Donde la trama de la obra era de un hombre suspicaz que evita a mujeres inteligentes con el objetivo de casarse con una tonta muy ignorante que para él era la única garantía conyugal y así poder educar a la mujer con el más completo embrutecimiento. Podemos ver por esta serie de éxitos; que para Molière el amor era su gran maestro.

Coronado por las musas Molière sigue escribiendo y en el 1666 realiza El médico a palos. Molière se inspiró en una fábula del siglo XIII llamada El campesino médico. Donde apaleada se venga haciendo creer a unos desconocidos en busca de un médico que su marido debe recibir unos palos por declararse médico, obligándolo así a elegir entre ser apaleado o ejercer a su pesar la medicina. Fue un éxito rotundo. Toda obra que publicaba era una obra maestra donde rápidamente se agotaban las fechas y cada vez que una temporada cerraba el público parisino ansioso se preguntaba cuál sería la siguiente obra del genio Molière.

Como todos los franceses del siglo XVII Molière cae víctima de las fiebres que lograban hacer mortales. No se sabe muy bien si Molière rechazo la intervención de los médicos o fue purgado o fue tratado con leche o leche de burra que recomendaban los médicos de la época para esas fiebres altas; lo cierto es que Molière superó la fiebre y siguió escribiendo hasta llegar hasta su última obra El enfermo imaginario. Y tiempo después moriría haciendo brotar poesías breves y epitafios tanto como en francés y en el latín. Esta conmemoración duró años, algo nunca visto. La capacidad de escribir y hacer reír excepcionalmente es el motivo que Molière aún sigue vivo entre los parisinos y en todo el mundo; este hombre que consiguió transfigurar un genero considerado ligero fue capaz de esta alquimia.

 


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