Es reiterativo la aspiración universitaria de invertir el tiempo necesario para preparar un serio programa de modernización y transformación para la nueva universidad, ello, frente a la perspectiva de que ya no es lo que solía ser, es decir un campus democrático, crítico, creativo, innovador, plural, cultural y ductor de un país, claro, más allá de la formación de profesionales e investigadores. La universidad ha sido intervenida sistemáticamente por el régimen y poco a poco cambió su misión, visión y objetivos. Frente a ello, se requiere un cambio del modelo político para retomar esas características, mientras tanto, contribuyamos a formular un nuevo modelo acorde a los tiempos y a los significativos cambios sociales nacionales e incluso globales.

Persiguiendo la visión de Benjamín Franklin (1) para la educación superior en los albores de la independencia estadounidense, su visión modelaba los objetivos del nuevo mundo con el deseo expreso de mantener la incipiente democracia y avanzar en el desarrollo de la ciencia dentro de la perspectiva de conceder ampliamente el acceso a la educación superior y fomentar más allá de las profesiones, la ciudadanía activa; con visión de futuro afirmó: “…Nada más importante para el bien público que formar y entrenar a la juventud en la sabiduría y la virtud. Los hombres sabios, y buenos son, la fuerza de un Estado, mucho más que las riquezas o las armas, los cuales, bajo el manejo de la ignorancia y la maldad, a menudo traen miseria en lugar de proveer la seguridad de un pueblo”.

Siguiendo entonces estas formidables reflexiones, la necesidad de retomar la universidad es necesaria para dirigir los esfuerzos en estos menesteres ciudadanos, y para repensar la universidad en estos tiempos de necesario cambio.

La generación de reformas universitarias a finales del siglo XX se caracterizaron fundamentalmente por cambios en los modelos de financiamiento, en la exigencia de la búsqueda de eficiencia a través de la implantación de sistemas evaluativos y de atención a las presiones por relaciones más estrechas con el sector productivo. Agencias internacionales como la Unesco y el Banco Mundial tuvieron un papel importante en la introducción en el discurso para la agenda de transformación, con los diferentes matices que la caracterizan.

Vale la pena destacar el fenómeno de la globalización, y los nuevos paradigmas como sociedad de la información, sociedad del conocimiento, y su complejidad los cuales imponen a la educación superior nuevas formas y retos, en los que se comienzan a gestar nuevas modalidades de universidad, entre ellas la universidad virtual y la universidad corporativa al que en consecuencia, se le exige que se transforme; sin dejar de resaltar también que comienza a surgir un mercado educativo de carreras y programas de educación que pondrán en apuros a los propios sistemas nacionales de educación superior.

Estos nuevos fenómenos de cambio que están irrumpiendo con fuerza en el siglo XXI tienen que ver por un lado con las exigencias de la globalización económica, de calidad, pertinencia, competitividad y ampliación en el acceso a la universidad, mientras que, otros aspectos, tienen que ver con los requerimientos de la globalización educativa y, por lo tanto, de la internacionalización como forma activa de responder a la sociedad del conocimiento. La modernización del sistema de educación superior es fundamental, para abrir nuevos espacios de competitividad y pertinencia social, se precisa lograr transformaciones en los sistemas de educación superior frente a los retos que impone la nueva sociedad.

El modelo tradicional de universidad no resiste a las exigencias de las nuevas realidades, requiriéndose una reconfiguración conceptual de su actuación y nuevas prácticas que permitan a las instituciones de educación superior vincularse a su entorno. En este sentido, se deben arbitrar mecanismos innovadores; para ello, es necesario adoptar una cultura emprendedora que explore las oportunidades de producir cambios, todo ello sujeto a un plan derivado de un análisis producto de una investigación formal de la realidad universitaria en particular, sin dejar de lado la perspectiva del entorno educativo, el desarrollo del país para el caso de Venezuela, y su vinculación internacional.

A través del análisis de las diferentes corrientes del pensamiento sobre la educación en general, y consecuencialmente la revisión de los problemas de la educación superior se identifica el impacto de los nodos convertidos en los principales obstáculos para la transformación y modernización universitaria. A través de la experiencia en la dinámica académica, se propone una propuesta preliminar para darle forma a un proyecto definitivo financiado por organismos nacionales e internacionales destinados a la construcción epistemológica que facilite la definición de las líneas estratégicas para la formulación científica de un modelo de universidad que persiga el cambio y modernización de la educación superior.

La sociedad debería poder contar con un sistema universitario encargado no solo de generar y transmitir conocimientos, sino que sea capaz de tomar conciencia de la transición, analizar sus implicaciones y encontrar la fuerza autónoma para su autotransformación. De otra manera, el sistema educativo se convertirá en un freno al despliegue del potencial de modernización de nuestras sociedades incluso dentro de un cambio de modelo político. Si no se da el cambio hoy, mañana todavía se estarán egresando profesionales desligados y desactualizados a las nuevas realidades.

Esta dinámica de cambios, nuevas exigencias y demandas se depositan en los sistemas universitarios, imponiendo una nueva generación de reformas que producen un «papel clave tanto en la generación y movilización de conocimientos como en la formación de sujetos con capacidades de desempeño creativo con el nuevo entorno».

Es imprescindible la revisión de los procesos académicos, financieros, administrativos y de pertinencia social acompañados de una evaluación de la calidad, y sobremanera, de las necesidades del país. La universidad debe cumplir con las expectativas de la sociedad en la cual se inserta, en función de sus demandas de formación de recursos humanos de alto nivel en áreas prioritarias para el progreso nacional, de los avances de la ciencia y la tecnología para la inserción del país en forma competitiva en la sociedad y, del acercamiento universidad-comunidad mediante el reforzamiento de programas de extensión y otros similares.

Frente a estos antecedentes, en mayor o menor medida “se deben elaborar estrategias de revisión integral que resulten justas, equilibradas, realistas y pertinentes acordes con los avances del mundo, así como también con los requerimientos de la sociedad, buscando canales de interrelación y a la vez, relegitimando su papel como generadora de conocimientos y motor de cambios de la sociedad”.

En atención a ofrecer un análisis sobre las múltiples propuestas que en materia de reforma universitaria se han generado en Venezuela y en general en América Latina, es necesario establecer cuáles son los principales aspectos que interactúan en el tema de reforma universitaria, al detectarse una búsqueda sistemática de los caracteres, antecedentes y factores que interactúan como variables de análisis. En este sentido, se requiere analizar los principales mecanismos que propicien el proceso de transformación universitaria; así como los elementos que permitan configurar una metodología para llevar a cabo el cambio, especialmente, en los aspectos relativos a la gerencia universitaria En el sentido de satisfacer esta inquietud investigativa, es necesario ordenar los aspectos básicos e implícitos en el tema de modernización y transformación universitaria; llevar a cabo un análisis, con la utilización de recursos conceptuales y técnicos que ofrece la Ciencia y establecer las principales características, mecanismos y elementos que impulsen los procesos.

El sistema educativo venezolano adquiere un gran desafío en lo que se refiere a una revisión integral mediante acciones enmarcadas en una alta complejidad y por lo tanto para solucionarlo se requiere de cambios profundos: políticos, económicos y sociales enfocando el problema dentro de una visión de totalidad, sistémica-globalizadora, integradora, donde todos los elementos del sistema educativo sin descalificación o exclusión de ninguno de ellos, sean considerados para la elaboración de paradigmas y proyectos de acción a mediano y largo alcance, integrales, flexibles, actualizados, definitivamente comprometidos con el cambio permanente y puestos al servicio de una sociedad democrática, solidaria, justa productiva, centrada en el desarrollo autosustentable y armonioso.

 


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