Acabo de ver la película norteamericana Miss Sloane, un movido thriller sobre la limitación de armas en Estados Unidos, el cabildeo o lobby, la corrupción política y privada, las armas y su posesión, la Constitución, la ética, la justicia y la injusticia, el maquiavelismo, las ONG y otros temas de actualidad.

La película fue exhibida por Gran Cine en el espacio cultural GAC que coordina Irlanda Rincón, un deleite para los amantes de la cinematografía. La moderación del foro tocó al periodista Alonso Moleiro. Mi contertulio fue el profesor Ramón Guillermo Aveledo, un experto en Derecho Parlamentario y respetado político venezolano.

El personaje central es Elizabeth Sloane, interpretado por la actriz Jessica Chastain, quien se caracteriza por sus actuaciones pro feministas. El director es John Madden. A pesar de las buenas críticas que obtuvo en 2016, la película no tuvo éxito económico de recaudación.

El fondo filosófico de la cinta es el dilema entre el planteamiento socrático respecto a la preeminencia de la justicia frente a la injusticia (Platón, Critón 396 a. C.)  versus la fórmula maquiavélica sobre el fin que justifica los medios (Maquiavelo, El príncipe 1532). La moraleja del guion del filme favorece al argumento de Sócrates.

Comienza el filme con una impactante interpelación en el senado de Estados Unidos a la famosa e inescrupulosa lobista de Washington por haber sobornado a unos parlamentarios a los fines de favorecer a su cliente: el gobierno de Indonesia.

Luego la trama cambió para el asunto central, que era la limitación o no al uso de armas en las calles. El filme se esmera en plantear todos los argumentos del debate nacional en Estados Unidos sobre la libertad y los límites del armamentismo ciudadano. Se trata de la aprobación de un proyecto de ley para exigir la comprobación previa de antecedentes penales, con el propósito de exigirlo como requisito para autorizar la compra de armas.

Entran en acción las ONG: de un lado la Asociación Nacional del Rifle, que promueve la libertad de usar armas según reza la 2ª enmienda de la Constitución americana, y, por el contrario, la que exige un control previo para evitar que personas con antecedentes penales accedan fácilmente a armas letales. En el fondo, se exhiben masacres perpetradas en escuelas y sitios públicos contra niños y personas inocentes.

Los bufetes de cabildeo en competencia exhiben un arsenal de estrategias y actuaciones inescrupulosas para imponer su versión en favor y en contra de las armas. El maquiavelismo de ambas firmas de lobistas compite de forma despiadada. Cada una justifica los medios corruptos que utiliza para lograr sus fines altruistas: traiciones, espionaje, sobornos, extorsión, etc. Todo vale con tal de triunfar en una competencia artera y efectista.

Miss Sloane termina siendo condenada a prisión por violar el Código Ético del cabildeo de Estados Unidos, pero logra destrozar la credibilidad del senador que la interpelaba, al demostrar que este vendió su investigación a los cabilderos en pro del armamentismo.

La película tiene varias lecciones morales, se destacan estas: una injusticia no se combate con otra injusticia; el fin no justifica los medios; las armas deben ser controladas para evitar asesinatos; se debe impedir que individuos violentos con antecedentes accedan fácilmente a ellas; la corrupción política debe ser punible; el cabildeo requiere de límites éticos severos; la justicia penal debe castigar los delitos contra los excesos profesionales.

En Venezuela existe un total vacío legislativo sobre el cabildeo. Por eso, las influencias de los grupos políticos, económicos, gremiales, sindicales, religiosos y de todo tipo, se hacen de forma encubierta y nada transparente, lo cual evita que haya correctivos, en casos de excesos y delitos.

En fin, la película merece ser vista.


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