créditos

El otorgamiento de nuevas concesiones petroleras en los años postreros de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez generó un superávit fiscal que fue seguido por el déficit registrado a partir de 1958, como consecuencia del mayor gasto originado en compromisos asumidos por el naciente régimen democrático. De allí surgirá una severa crisis económica, financiera y cambiaria que dará lugar, entre otras medidas, a la imposición de un control de cambio. En 1960 y en medio de tales circunstancias, Tomás Enrique Carrillo Batalla, asume la cartera de Hacienda y propone un plan de recuperación económica que fue aprobado por el presidente de la República en Consejo de Ministros, dándose inicio a su inmediata implementación. También contó con amplio respaldo de los empresarios, como queda suficientemente demostrado en declaraciones y notas de prensa de la época. Sin embargo, confrontará la obcecada oposición de los partidos políticos,cuyos representantes en ambas cámaras del Congreso de la Repúblicano dieron tregua a las medidas instrumentadas.

La resistencia a la nueva política llegó al extremo de personalizarse en la figura del joven ministro, por lo cual éste se sintió conminado a separarse prematuramente del cargo. Ramón J. Velásquez–entonces secretario de la presidencia de la República–, nos comentaba años después que el hecho de ser banquero –aunque había dejado la presidencia del Banco República y vendido sus acciones antes de asumir el cargo en el gabinete ministerial–y por tanto estrechamente vinculado a intereses del sector privado, aunado a su carácter político netamente independiente, le dejaron sin ningún respaldo de los partidos que entonces dominaban el Congreso Nacional; solo contó con el apoyo de Rómulo Betancourt y algunos ministros.  Con pequeños ajustes como solía decir Benito Raúl Lozada –quien ocupaba el cargo de director General del Ministerio de Hacienda–, el plan siguió su curso en los años subsiguientes y terminó siendo exitoso.

El control de cambio fue suprimido a comienzos de 1964, dando lugar a un régimen sustitutivo que mantuvo la obligación de vender al BCV las divisas originadas en la exportación de petróleo y mineral de hierro, así como aquellas obtenidas por las empresas operadoras que debían cubrir gastos realizados en el país y el pago de impuestos. Quede claro que, a poco tiempo de promulgarse la Constitución de 1961, fueron restringidas las garantías económicas, situación que se mantuvo hasta 1991. En este aspecto, fueron desestimados algunos lineamientos del plan en comentarios.

Dada la situación de extravío económico, financiero, cambiario y fiscal que hoy atraviesa el país, vale la pena mencionar en qué consistió el plan de recuperación económica de 1960, para lo cual transcribimos lo que apareció en Nota de prensa de la época(Diario El Mundo, 23 de diciembre de 1960).

¿Qué es el Plan Carrillo batalla?

Para el venezolano común, el hombre que no tiene tiempo para recordar las cifras astronómicas de los presupuestos, el Plan Carrillo Batalla es lo siguiente:

Más dinero

En el futuro se hará circular más dinero. Los billetes de diez, veinte y cien bolívares, siempre han existido.Pero durante la gestión del doctor José Antonio Mayobre se prefirió dejarlos en los Bancos como reservas. Ahora será lo contrario. Se pondrán más en manos del público (a través de créditos) para que este pueda comprar más cosas, activando la producción de esos mismos bienes y con ella devolviendo la actividad al país.

Pedir lo justo

Los trabajadores deberán pedir en el futuro lo justo, no lo que ellos desean tener. Se indica que si los trabajadores piden más de lo que una fábrica puede dar, obligan a esta a la quiebra. ¿Quién va a determinar esto? Naturalmente el ministro del Trabajo. Pero este deberá hacerlo en el futuro no pensando en cuantos votos tiene un Sindicato, sino en la necesidad de llevar al país adelante con una economía próspera.

Menos socialismo

En el pasado se excedió en el Socialismo Económico. Carrillo Batalla dijo que la industria privada de la construcciónfue destruida punitivamente, para crearse otra al calor oficial. Ahora se volverá a lo de antes. Se activará la industria privada de la construcción.Habrá el mismo número de trabajadores y quizás más. Pero en lugar de ser empleados del Estado, lo serán de las empresas privadas.

Las deudas serán pagadas

El ministro de Hacienda se dispone a pagar todas las deudas del Estado, sin mirar si los que van a cobrar son esto o aquello. Simplemente se les pagará lo que se debe. Y en el futuro, nadie comprará nada que no pueda pagar…».

Si bien el plan económico en comentarios planteó con efectos positivos una aproximación keynesiana a la crisis de 1960 y se propuso ante todo recuperar la confianza, sin duda introdujo medidas desdobladas en experiencias interesantes que hoy podrían considerarse como principios válidos para enfrentar la crisis que nos envuelve. Al empleo de la política fiscal del gobierno para estimular la demanda como proponía Keynes, se agregaron directrices como aquellas de “pedir lo justo” en el caso de los trabajadores, o “menos socialismo” al momento de reducir ostensiblemente el tamaño del Estado–antecedente de las privatizaciones que conocimos después–; y agréguese el pago de las deudas, independientemente de quien las cobre.

Una mirada al pasado nos permite comprender el presente y probablemente encontrar efectivas destrezas que en algo podrían contribuir a mejorar el actual estado de cosas.

 

 


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