Juanma Moreno, del PP, celebra el resultado de las elecciones del pasado domingo en Andalucía

Bueno, pues al fin se han celebrado las elecciones en Andalucía. Y si hay una cosa que ha quedado meridianamente clara es que en este país no se puede dar nada por sentado.

Es verdad que se esperaba un triunfo del Partido Popular. Un triunfo sonado, incluso, pero también es verdad que casi todos, incluyendo en este casi todos a la ejecutiva del PP, tenían bastante claro que las posibilidades de depender de Vox, o bien en un gobierno de coalición, o bien mediante su apoyo puntual, eran más que elevadas. Los primeros convencidos de ello, sin duda, eran los propios integrantes de Vox, dado que la apuesta llevada a cabo con Macarena Olona era un órdago.

Así, pues, ¿qué es lo que ha ocurrido en Andalucía? Y, en tal caso, ¿es extrapolable a unas cercanas elecciones generales? Yo creo que sí.

Si atendemos a los resultados, es evidente que el PP ha conseguido, sin lugar a dudas, la confianza de los andaluces. Esto, cuando estamos hablando de una comunidad que, históricamente, siempre ha sido de izquierdas, solo puede responder a la gestión que Juanma Moreno y su equipo de gobierno han realizado en estos últimos años. No debemos olvidarnos de que las políticas municipales y autonómicas son las que más directamente afectan al bolsillo de los ciudadanos. Y no solo eso, sino a su vida en general pues son las normativas municipales y autonómicas las que de verdad pueden regular y afectar a nuestro modo de vida, en forma de normas de convivencia para nuestro día a día. Baste como ejemplo el caso de Madrid Central o la normativa de terrazas en los distintos municipios. Y cuando al ciudadano le tocas el bolsillo y el ocio, para bien o para mal, reacciona inmediatamente, como el perro de Pavlov y deja de atender al color político para centrarse en lo que en realidad afecta su devenir.

Así, pues, hemos de pensar que la mayoría de andaluces que el domingo acudió a las urnas considera que el gobierno de esta última legislatura ha sido beneficioso para sus intereses.

Por otro lado, a pesar de los pesares, el único partido que ha conseguido la fidelidad de sus votantes, además del PP, es sin duda alguna Vox. Podríamos pensar que, grosso modo, el PSOE también lo ha logrado, pero nada más lejos de la realidad.

No hace mucho tiempo, apenas un mes, tuve la ocasión de departir con Doña Esperanza Aguirre. Le expresaba yo entonces, dado que las elecciones a Castilla y León ya habían tenido lugar, mi convencimiento de que Pablo Casado, sin lugar a dudas, había cometido un error de base; a mi modo de ver, el señor Casado había intentado con tal énfasis buscar el voto de Ciudadanos que había olvidado que el votante del PP, históricamente, ha sido el votante de derechas. Derecha moderada, sí, pero derecha. El error de Pablo, pues, no fue intentar pescar en el río revuelto del partido naranja, sino negar tres veces, o más, que el Partido Popular se sostiene en la derecha. A esta reflexión, la señora Aguirre, amén de estar de acuerdo, me contestó que el voto del Partido Popular fugado a Vox es “irrecuperable”, literalmente.

La verdad es que yo dudaba de esta afirmación, dada la alta volatilidad del votante español;  sin embargo, los resultados de ayer ratifican esta impresión de la señora Aguirre. El votante de Vox en Andalucía se ha mantenido fiel. Por ahí se empieza, aunque habrá que decirle a la señora Olona que el camino es largo y escarpado y que quizá, solo quizá, ha pecado de optimista e inexperta. El papel de madrastra de Blancanieves, a pesar de ser una mujer bella, le ha venido grande y no ha logrado empatizar con las gentes de Andalucía, menos dadas a tanta gravedad en el discurso.

Y llego ahora al Partido Socialista Obrero Español, aunque como decía Javier Krahe en su genial canción “Cuervo ingenuo”, “tu mucho partido pero, ¿es socialista, es obrero? ¿o es español solamente? Pues tampoco cien por cien”.  Hay que decir que, a pesar de los pesares, ha obtenido demasiados votos para su certificado de penales, pero, aunque pudiera parecer, a tenor del resultado, que ha conseguido la fidelidad de la mayoría de sus votantes, esta es, sin duda, una impresión falsa, distorsionada.

Según yo lo veo, el PSOE ha sufrido una fuga masiva de votantes. Unos, han saltado al Partido Popular, consecuencia de que es evidente que PSOE y PP son dos perros iguales con diferente collar. Ambos, en realidad, partidos de centro, maquillados; sin embargo, de rojo o de azul para acallar la conciencia de una masa colectiva que sigue votando, en muchos casos, porque su abuelo estuvo en una checa o en un campo de trabajo. Pero, como ya he dicho, las políticas municipales y autonómicas obran el milagro de que, en muchas ocasiones, votemos al político y no a sus siglas. Y hay que reconocer que gastarse el dinero de los parados en putas y cocaína no es una buena idea, cuando después vas a tener que pedirles el voto. Esto no implica que el PP no tenga muertos bajo las alfombras, pero no es lo mismo entrar a robar con una recortada que colarse por la ventana, con guante blanco. Es un robo igualmente, pero resulta más fino.

El resto de votantes que el PSOE se ha ido dejando por el camino, como las migas de pulgarcito, directamente han pasado a la abstención.

¿De dónde ha salido entonces el resultado del PSOE? Evidentemente, del votante de extrema izquierda que, a pesar de los pesares, siendo consciente de que el comunismo no ha traído nunca más que polvo, piojos y vagos subvencionados, se ha pasado a lo que podríamos denominar “voto útil”. Aunque, en este caso, lo de útil se haya quedado en el tintero. No olvidemos que los partidos de extrema izquierda, concurriendo en este caso bajo dos siglas distintas, han obtenido la suma de 7 escaños, mientras que en las pasadas elecciones, bajo unas mismas siglas, obtuvieron 17. Y de este electorado, el de extrema izquierda, les puedo asegurar que no ha salido la alta cifra de abstención.

Así, pues, ¿qué ha pasado con los votos de Ciudadanos? Algunos, indudablemente, han migrado al PP, no digo yo que no, pero la mayoría de ellos son los que han engordado el índice de abstención. No me resulta extraño.

Según mi docta opinión, el votante de centro es alguien a quien, principalmente, la política, como diría un mexicano, “le vale madres”, esto es, le importa una higa. En un pueblo como el español, en el que, por mera costumbre, tenemos que saber a quién hay que partirle la cara en caso de necesidad, alguien que vota al centro es como quien presencia un Madrid-Barcelona y va con el árbitro. Sencillamente, el fútbol le importa un carajo. Pues al que vota centro, la política le da absolutamente igual.

Bueno, eso, y que Ciudadanos ha presentado a un señor muy simpático que hace torrijas. Juan Marín debe de ser un vecino estupendo, de esos que, si hace falta, te pasean al perro, Pero, en estas elecciones, es un chihuahua en una pelea de pitbulls. Lo mejor que le podía pasar era no salir herido; y eso, al menos físicamente, creo que lo consiguió anoche.

Así, pues, y por ir cerrando el tema, que tengo plancha, para mí lo más evidente es que, por parte de la mayoría del electorado, existe una tendencia a la vuelta al bipartidismo, que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer, y los experimentos, en casa, con gaseosa.

Y por otra parte, que los extremos, mientras sigan sosteniéndose, lo van a hacer principalmente sobre la base de los nuevos votantes, esto es, los jóvenes, que por su inexperiencia y temperamento tienen una tendencia irracional a creer en los ideales. La utopía se cura con la edad, desgraciadamente.

Por lo tanto, algún consejo para cada uno de los líderes de ayer, comenzando por la izquierda, como cuando leemos un texto.

A Teresa Rodríguez, la dieta intermitente, porque desde que ha empezado a pisar moqueta, junto con su consorte Kichy, no es que pisen las moquetas, sino que las aplastan a su paso; y eso de salir tendiendo la colada en el patio en la jornada de reflexión, háztelo mirar, amiga.

A Inma Nieto, que haga caso a la sabiduría popular. Inma, más vale estar sola que mal acompañada. Tengo entendido que ahora hay una aplicación de amigos de alquiler que me han dicho que funciona bastante bien. Y el tono candoroso, tampoco te va.

A Juan Marín, que para que la torrija quede esponjosa y no se queme, el aceite tiene que estar bastante fuerte.

A Juanma Moreno, que no traicione la confianza de su electorado, que, aunque ha votado en conciencia, la mayoría absoluta es un premio demasiado alto. Es en las mayorías absolutas donde se aprecia la verdadera medida de un gobierno. No hay condicionantes para el éxito, ni excusas para el fracaso. Estás solo ante el peligro, amigo, y el peligro es inminente.

Y a Macarena Olona, que abandone la actitud de Pepito Grillo. Es cierto que para Vox aún es difícil hablar de logros, aparte de resultados electorales, ya que es novel en las tareas de gobierno, pero lo de “y tú más”, ya hace tiempo que dejó de tener efecto. Y sonría un poco más, que le favorece mucho, pero no como si fuera a comerse a Hansel y Gretel. ¡Con alegría, leche, que está usted en Andalucía!

Caminamos, desde hoy, a las últimas elecciones antes de las generales, las de Castilla-La Mancha. A no ser que Pedro Sánchez se dé cuenta de que la bomba ya no le da para achicar toda el agua que hace su barca y decida adelantarlas.

Viene un año apasionante. Compren palomitas y un sillón cómodo. Lo van a amortizar.

@julioml1970

 


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