Foto Prensa Presidencia

El sector militar está involucrado a fondo en el desastre, con más generales y almirantes que Estados Unidos –primera y mayor potencia del mundo–, a cambio de que muchos se llenen los bolsillos mientras pierden acelerados el espíritu de combate y respeto ciudadano sobre el cual nadaban antes del militarismo chavista.

La situación de Venezuela es de extremo riesgo, se desmorona hacia la ruina, se observa el abismo y una salida tradicional de otras épocas no cuenta con respaldo interno ni externo, a pesar de la presencia estadounidense en Colombia y el Comando Sur rondando el Caribe. Los militares forman parte privilegiada del poder, lo ejercen, se benefician y disfrutan. Los hay políticamente descarados y ladrones, pero en su gran mayoría realizan carreras limpias, honestas, de intachable profesionalidad, con la bandera castrense de la dignidad y patria.

 

El hasta 13 de agosto usurpador, sin discreción, se ha exaltado con las medallas conquistadas en los Juegos Olímpicos en Tokio. El ministro de Deporte, pendiente de quienes ganaran algo, para de inmediato llamar al presidente y recibir floridas felicitaciones. Empezó por mandarlos a buscar en un enorme avión de Conviasa, escoltarlos con Sukhoi, presentarlos en televisión y regalarles un auto nuevo, de esos que nadie puede comprar porque no lo consigue o no tiene dinero, y cuando necesiten un repuesto los felices atletas no lo encontrarán.

Lo importante es la gran mentira. Si alguien es descuidado en Venezuela es el deportista. Además, la medallista de oro debe su formación y financiamiento a España; su viaje fue sufragado por el equipo de fútbol Barcelona; y el ciclista de la modernísima destreza de bicicleta, no debe nada al castro-madurismo, se formó con esfuerzo propio, aceptó representar a Venezuela por ser venezolano, pero gestionó recursos en Estados Unidos donde vive y práctica hace años.

Es el estilo de gobierno que ha existido, pero que con la ascensión de Chávez, y el forzado relevo de Maduro ha llegado a límites increíbles, la mentira descarada, retorcedura de informaciones en los medios castromaduristas. ¡Gagner de l’indulgence avec le scapulaire de quelqu’un d’autre !

Lo de “bella” es embuste, pero gentileza, incluso vestida de amarillo, se empeña en agriar las cosas aunque el recién legitimado presidente obrero se imponga mantenerse invisible como si Twitter fuera escuela de mando ejecutivo.

Se reunió con feos empresarios que alardean de liderazgo, sin desconocer son como los marineros de Magallanes y Elcano –expedición del siglo XVI que completó la primera circunnavegación de la Tierra en la historia–, con lo poco que tienen luchan contra lo misterioso y enfrentan tormentas. Hubo quienes se mostraron sorprendidos y otros se molestaron porque los fedecamaradas la recibieran, por ilegitima y no reconocida. Pero eso fue antes de México.

Lo cual no indica que la economía mejore ni las esperanzas se fortalezcan, el país sigue hecho pedazos, la nación se cuartea, el gobierno cambia –recicla– ministros, los diálogos son rancheras sin mariachis, la Cuba que se muere de represión y coronavirus sigue tan pendiente del petróleo venezolano como Maduro de que le quiten las sanciones.

Del encuentro en Fedecámaras quedó confusión y arrechera presidencial por un mensaje del Vaticano. Pero no importa. Los empresarios buenos, malos, jóvenes y viejos, chavistas o antichavistas siguen cruzando mares sin buenos mapas en busca de destinos que quizás sean mejores. Al menos eso espera. Lo difícil vendrá después, cuando toque echarnos al hombro este país que el castrismo destruye con empecinada torpeza.

El G4 y el interinato fallido son irrelevantes y después de la segunda vuelta en las primarias del PSUV el 21N, no representaran quedando en la nada, sin protagonismo ni credibilidad o poder de decisión en la sociedad civil.

La desaparición definitiva del G4 es afortunada y agradecida para la reconquista de la democracia y libertad, su comportamiento, decisiones e intereses evidencian complicidad y colaboracionismo; por fin han caído las máscaras de infiltrados, dando inicio a un ajuste, que felizmente ocurre aunque de manera tímida; demorará en cristalizar como alternativa pero será un liderazgo capaz de conseguir sacar al castrismo del poder y sustituirlo por quienes conduzcan un cambio profundo, radical de modelo político, económico, social, de principios éticos, valores morales, buenas costumbres ciudadanas y respeto a los derechos humanos.

Para mentiras basta escuchar al recién legitimado y, a los osados, que ven Venezolana de Televisión. Para la verdad es suficiente mirarnos a nosotros y nuestro alrededor. Aún despuntan políticos que no se doblegan, dicen la verdad, aunque no guste, es bueno escucharlos.

@ArmandoMartini


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