El inicio de la etapa democrática en Venezuela desde el 23 de enero de 1958 hasta su conclusión en 1998, con la llegada de la revolución bolivariana, fue de cuarenta años de institucionalidad en los cuarteles venezolanos sostenida en la Constitución Nacional aprobada en 1961, donde además de los papeles de la defensa nacional, de la estabilidad de las instituciones democráticas y del respeto a las leyes que estaban establecidos en el artículo 132 de la carta magna, se internaliza mayoritariamente en la oficialidad una conciencia democrática de sujeción al poder civil. En abono del cumplimiento de estos deberes se resaltan dentro de los registros de comportamiento institucional y garantías de la soberanía de Venezuela, la enérgica actuación de sus integrantes durante los golpes militares del Porteñazo, del Carupanazo, del Barcelonazo, del enfrentamiento victorioso contra la guerrilla castro comunista en toda la geografía del país, del combate victorioso a la insurgencia del 27 de febrero de 1989, de la enérgica reacción a los conjurados del 4 de febrero de 1992 y del 27 de noviembre de 1992, de la unidad institucional para respaldar los resultados electorales del 6 de diciembre de 1998, y de las posiciones institucionales de los oficiales del 11 de abril de 2002 y de los eventos de la plaza Altamira. La recuperación de la isla de Anacoco, la activación de las bases de protección fronteriza y de los teatros de operaciones para el resguardo de la frontera e impedir el avance de la guerrilla colombiana en territorio venezolano, los planes de desarrollo activados en el ejército Junín, Carabobo y ejército 2.000 para enfrentar las hipótesis de conflicto interno y externo, el comportamiento de la institución militar como un todo ante la posibilidad de la suscripción de la hipótesis de Caraballeda en el teatro de la Academia Militar en 1981, y la eficiente concentración y despliegue durante los eventos de agosto de 1987 con motivo de la incursión de la corbeta colombiana ARC Caldas a las aguas del golfo de Venezuela. Allí hay verdaderas muestras de la institucionalidad de las Fuerzas Armadas Nacionales para la defensa nacional, la estabilidad de las instituciones democráticas y el respeto a la Constitución Nacional y las leyes. Y esas son las comarcas de la soberanía y la territorialidad. Las tareas más importantes de los militares democráticos. Y esa es la bandera de la institucionalidad democrática que se levantó en los cuarteles venezolanos durante cuatro décadas.

El 6 de diciembre de 1998, en uno de los últimos actos institucionales de las Fuerzas Armadas Nacionales, estas garantizaron y resguardaron el triunfo electoral del teniente coronel Hugo Chávez. Y aquí empezamos a pisar el terreno del presente de la Fuerza Armada Nacional. El 11 de abril de 2002 lo que quedaba de institucionalidad en las viejas Fuerzas Armadas Nacionales se pronunciaron contra el presidente Hugo Chávez y lo depusieron por 36 horas de sus funciones por las violaciones de la Constitución Nacional. Y seis meses después, el 22 de octubre, en la plaza Altamira se cerró todo el pasado de la vieja institucionalidad.

Hasta 1998 las Fuerzas Armadas Nacionales, especialmente en los últimos 40 años, tuvieron un desempeño institucional en sus cuarteles, basadas en la disciplina, la obediencia y la subordinación.

A partir de allí se inició la desinstitucionalización. Habiéndose aprobado una nueva Constitución en 1999 y estando establecidas las funciones de la FAN en el nuevo artículo 328, la territorialidad y la soberanía empezaron a arrinconarse para priorizar el proyecto político de la revolución. La grosera intromisión del régimen cubano en las decisiones del gobierno, las alianzas políticas con la guerrilla colombiana, la lenidad militar expresada en el tema del territorio del río Esequibo, las coaliciones con la delincuencia común para garantizarse la permanencia en el poder, la permisividad en las graves violaciones de los derechos humanos de los venezolanos opositores políticamente, los consorcios establecidos con el narcotráfico que definen a la Fuerza Armada Nacional como un cartel de la droga global, las públicas vinculaciones de muchos de los integrantes de la nomenclatura revolucionaria militar con la corrupción y las expresas vinculaciones del régimen con el terrorismo internacional, son parte del presente de la Fuerza Armada Nacional que se expresa más que en un apoyo y sostén del régimen, en un cogobierno.

¿Puede la actual Fuerza Armada cumplir con su misión constitucional? ¡No! La ha relegado para dedicarse a sostener al régimen y cogobernar.

Desde 1998 la Fuerza Armada Nacional, durante los 24 años de la revolución bolivariana, ha tenido un desempeño desinstitucionalizado en sus cuarteles, basado en la indisciplina en las unidades militares, la desobediencia al poder soberano del pueblo y la insubordinación a la Constitución Nacional.

¿Cómo enfrentar el futuro de esa misma Fuerza Armada Nacional?

Esa prospectiva pasa en primer lugar por derrotar al régimen con el que gobiernan, después, por integrar la provisionalidad del nuevo gobierno con algunos factores de esa misma Fuerza Armada Nacional –léalo así mismo como está escrito– con algunos factores de esa misma Fuerza Armada Nacional y, por último, iniciar un proceso de redemocratización, de reinstitucionalización, de reorganización, de reestructuración y de reconstitucionalización de las nuevas Fuerzas Armadas para el futuro.

Ahora, cómo cesar en el ejercicio del poder a un régimen que se observa en el tiempo que las posibilidades de su salida por un proceso de elecciones libres, en paz, objetivo, justo y equilibrado, es de una nulidad que se afinca sobremanera. Debe diseñarse un plan para ejecutar una movilización cívica y simultáneamente propiciar un pronunciamiento militar. Para ello es fundamental la unidad en el liderazgo y en el mando. No se está inventando nada. Esa es la historia de Venezuela para inducir de manera eficiente la salida de un régimen con vías democráticas trancadas y con la anulación desde el más alto gobierno de la soberanía popular. Ocurrió el 18 de octubre de 1945, igualmente el 23 de enero de 1958 y también ocurrió el 11 de abril de 2002. Ese es un recurso que la misma revolución ha reforzado, visibilizado y entrenado después de los eventos del 11 de abril de 2002, para garantizarse la permanencia ad eternum en el poder y remacharse. Y se llama la fusión cívico militar.

De manera que si se quiere visibilizar y rescatar la institucionalidad de la Fuerza Armada Nacional de Venezuela con el fin de lograr la plena democracia en la nación, en el tema de la soberanía, pero también en el de la libertad, de la independencia, de la vigencia del Estado de Derecho, de la paz y de la unidad de la nación, donde quien levanta más alto esa bandera es precisamente cualquier institución armada de cualquier país democrático. Todo eso reside en el rescate de la actual Fuerza Armada Nacional y eso pasa antes por salir del régimen de la revolución bolivariana para lograr el retorno institucional con la fuerza de la disciplina, la base de la obediencia y el impulso de la subordinación.

Esta es la historia del comportamiento institucional de los militares en 212 años de vida republicana, el pasado y el presente; y en esta segunda parte se plantea un camino para la recuperación de la institucionalidad de la FAN, reestablecer la vigencia de la Constitución Nacional y garantizar la plena soberanía de Venezuela en el futuro.

 


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