Foto AFP

A apenas un mes y días de su toma de posesión, el presidente de Argentina, Javier Milei, ya está empezando a saborear algunos éxitos y también dificultades que avizoran preocupación para su gobernabilidad.

Antes de aventurarnos a ofrecer algunos análisis es conveniente hacer   precisiones que probablemente  puedan influir en nuestra opinión.

Este columnista declara que en general apoya la visión del nuevo mandatario. Al mismo tiempo ofrecemos alguna opinión crítica. El apoyo proviene fundamentalmente del hecho de que somos convencidos demócratas que celebramos que Milei haya logrado desplazar el cáncer del kirchnerismo, y que se opone frontalmente a Maduro y su mafia habiendo cosechado  que el usurpador le obsequie originales insultos. Naturalmente tales expresiones enaltecen al insultado y descalifican al insultante.  En todo caso,  Milei representa los valores democráticos que los venezolanos anhelamos ver restituidos en nuestra patria y por eso lo apoyamos -hasta ahora- haciendo  votos por el exitoso desempeño de su período constitucional de cuatro años.

Lo anterior, siendo relevante no implica una adhesión incondicional a la filosofía que inspira a Milei. En efecto, este columnista es un convencido demócrata  con sensibilidad social, sin que ello lleve consigo la condición de libertario económico extremo, ni suscriptor del culto fanático hacia las mercados, ni de la teoría que pretende reducir  al mínimo el Estado y su intervención en la escena nacional. Creemos que ya finalizando el primer cuarto del siglo XXI el culto desmedido a aquellos extremos  luce obsoleto y tanto más aún en nuestro Tercer Mundo, donde las realidades requieren –en nuestra opinión– la intervención del Estado como árbitro, mas no como empresario.

Milei en cuarenta días ha enfrentado ya una marcha de protesta efectuada a apenas diez días de su posesión. La misma no tuvo éxito tanto por lo insólito de la convocatoria como por el protocolo de seguridad diseñado y explicado por la ministra de Seguridad, Sra. Bullrich, quien advirtió  que –dentro de la ley–  las consecuencias alcanzarían a quienes pretendieran convertir el derecho a la protesta en un evento violento y –peor aún– cuando apenas el jefe del Estado y su gabinete estaban comenzando a conocer sus lugares de trabajo. El eslogan oficial en la materia es algo tan sencillo como “el que las hace las paga”

Para el 24 de los corrientes los sindicatos peronistas, que durante todo el período constitucional previo, de Alberto Fernández, jamás hicieron paro ni protesta alguna, convocan a una megamarcha por las medidas económicas que Milei propone y que el Congreso aún debate sin haberlas  aprobado ni negado, siendo que el oficialismo apenas cuenta con un número de legisladores reducido que lo obliga a negociar el paquete de medidas que el Ejecutivo considera indispensable para cumplir con el mandato otorgado por 56% del electorado. Quienes convocan el evento se quejan de la inflación, de los precios de los servicios, la mala calidad de los mismos, amén de otros reclamos urgentes y razonables sin reseñar que una historia de décadas de saqueo no son culpa de quien apenas se inaugura, sino de quienes le precedieron. ¡Oído al tambor!

En todo caso, el nuevo mandatario, un verdadero “outsider” de la política, está aprendiendo que una cosa es prometer un programa de gobierno y otra cosa es lograr los consensos para cumplirlos. En nuestra Venezuela ello sí se consiguió gracias a la calidad de la dirigencia que sucedió a la dictadura de Pérez Jiménez, cuyos protagonistas  prometieron  y cumplieron  el compromiso de gobernar con amplitud. De allí siguieron los años de mayor estabilidad y progreso de toda nuestra historia.

Estas semanas observamos las  bochornosas escenas en la Cámara de Diputados  argentina en oportunidad de las comparecencias solicitadas a ministros, funcionarios, empresarios, etc., destinadas a entender y negociar las numerosísimas propuestas presentadas por el Ejecutivo para dar un giro radical a las desastrosas políticas que se venían adelantando. El kirchnerismo irredento dio numerosas pruebas de comportamiento mafioso destinado a descarrilar cualquier negociación que se propusiera. Palabras de alto calibre y hasta empujones y amenazas por parte de los legisladores kirchneristas fueron transmitidas por televisión gracias a que -pese al kirchnerismo- aún existe allá un amplio margen de libertad de prensa.

Por último, un párrafo acerca de la reciente visita de Milei al Foro Económico de Davos (Suiza), que sin duda es la reunión anual –privada– de mayor importancia e impacto en el mundo donde concurre la super élite empresarial, financiera y política del mundo. Allí intervino Milei pronunciando un discurso que venía suscitando gran curiosidad y expectativas. Duró 25 minutos y se consigue en el link  https://www.youtube.com/watch?v=9ncSFVkz_3k .

En dicha pieza discursiva el jefe del Estado argentino exhibió su sólido dominio de la teoría económica, basó sus argumentos –como siempre hace– en cifras y pasó a proponer ideas que –en opinión de este columnista y de muchos medios argentinos– exhibieron un grado de extremismo y obsolescencia que pudo ser apropiado para un planteamiento teórico del liberalismo  que –según comentarios de algunos asistentes y medios– significaron el desaprovechamiento de una tribuna de relevancia mundial en la que el más sofisticado público del mundo no esperaba una clase de economía sino conocer los lineamientos generales y las medidas concretas que el nuevo gobierno se propone aplicar. Nada de eso, sino opiniones extremas en las que el orador se permitió afirmar que todos –menos los libertarios como él– están equivocados (nombró nazis, fascistas, socialdemócratas, socialcristianos etc.) y además afirmó por toda la mitad del medio que la justicia social es un robo porque priva de recursos a unos sin su permiso para dárselos a otros en función de criterios arbitrarios. También  expresó –para asombro de tirios y troyanos– que los monopolios solo revelan que algunas empresas son tan eficientes que consiguen amplios porcentajes de mercado. Por lo tanto, regular o impedir o castigar los monopolios está mal y remató repitiendo más de una vez que no existe el concepto de ”fallos del mercado” por cuanto éste tiene la virtud de que se arregla solo con el juego de los actores del mismo, sin la intervención estatal. Tal concepto ha sido desterrado ya hasta en Estados Unidos desde hace más de cien años con  legislación  en la que el gobierno, a través de la  histórica ley Sherman Act, ha obligado a quienes abusan de su posición de dominio a transformar su estructura societaria y desistir de esas prácticas nocivas, –Standard Oil  (Rockefeller), AT&T y las recientes contra Amazon, Google y Microsoft, que están en distintas etapas. En opinión de este columnista y de mucha prensa mundial, se vio con simpatía la figura quijotesca del pintoresco personaje, pero existen también autorizadas opiniones en el sentido de que ese discurso no era para ese público y mucho menos aún el remate del mismo con el grito de campaña ”viva  la libertad, ca….”

Quien esto escribe desea sinceramente que el día de mañana, cuando María Corina ocupe con legitimidad el despacho de Miraflores, sepa entender la diferencia entre el liberalismo que ella predica y la versión extrema de Milei a quien deseamos, de corazón, éxito que no solo será de él y  de su país sino que seguramente servirá como inspiración para otros en nuestra castigada región.

@apsalgueiro1


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