Nayib Bukele Javier Milei son la misma cara de una moneda. Representan el hastío del ciudadano con una clase política desgastada, y en algunos casos que ha fracasado, y con un deterioro inmenso en seguridad y en calidad de vida. Gustavo PetroPedro Castillo Gabriel Boric son la otra cara de esa misma moneda, pues también representan ese hastío pero con diferentes soluciones a los mismos problemas.

El fracaso evidente de PetroBoric y Castillo abre las puertas de par en par a un regreso del péndulo hacia una derecha radical o un centro derecha que aún tiene que mostrar resultados reales. Bukele, con una popularidad del 80 por ciento, ha logrado crear un imaginario que le ha funcionado pero que ha tenido como costo último las libertades democráticas. Pero no nos digamos mentiras, al ciudadano de a pie que ve cómo peligra su vida cuando sale a la calle esas libertades poco le importan si se siente seguro en su ciudad.

Milei por su parte representa la solución fácil y práctica a una crisis económica que quebró a Argentina y que empobreció a sus ciudadanos. Lali Espósito, una cantante argentina escribió en twitter ante el resultado electoral “Qué peligroso. Qué triste”. Y la respuesta, masiva por cierto, muestra lo que siente el argentino promedio. “Lo peligroso es que tus hijos no coman”. “Triste es que la gente muera de hambre”. “Triste es que te maten por un celular”.

La verdad es que tanto El Salvador como Argentina representan los dos extremos de la problemática de violencia, el primero, y de empobrecimiento, el segundo, exceptuando a Venezuela que ya es la Haití del continente. Y el debate político en la región con la amplificación de las redes sociales por ahora se va a mover en esos parámetros.

Los dos meses que faltan para la primera vuelta de la elección presidencial van a ser muy interesantes. Sergio Massa, el candidato de los Kirchner, va a radicalizar el escenario hasta más no poder. Y veremos si los argentinos se asustan con el futuro o deciden que no quieren más el desastre que llevan viviendo durante las dos últimas décadas. El objetivo del candidato del gobierno es pasar a segunda vuelta para radicalizar aún más y tratar de pescar votos en un centro diluido.

La crisis económica que se está profundizando le va a costar a Massa y ahí está el espacio de la candidata de centro derecha Patricia Bullrich para buscar pasar a segunda vuelta. La verdad Milei ya ocupó el espacio que Bullrich necesitaba para ganar las elecciones y ahora tiene que jugar a lo mismo que Massa, buscar votos en ese centro y en el peronismo blando pues el discurso radical ya tiene nombre propio.

¿Y el resto de la región qué? José Antonio Kast ya tiene un camino recorrido y es el gran representante de la derecha en Chile. En Colombia aún no hay un heredero de Alvaro Uribe y en Venezuela María Corina se ganó el espacio que la oposición dejó vacío. Vamos a ver qué pasa en Ecuador este domingo y en Perú el sentimiento contra la izquierda está pero nadie lo encarna. México tiene una gran candidata Xochitl Gálvez que tiene a López Obrador loco, tanto que no para de insultarla en su programa mañanero. Y Brasil, a pesar de todas las acciones legales contra Bolsonaro, ese sentimiento contra la izquierda existe y representa casi la mitad de los electores. Lula anda creando la OTAN del Amazonas para distraer la atención dentro de su país.

Lo cierto es que el populismo del siglo XXI le está dejando una gran herencia al continente, la legitimación de la derecha y la extrema derecha política. Durante décadas gobernaron y dejaron al continente en caos económico y de seguridad, y en los dos países donde no lo hicieron, Chile y Colombia bastaron dos años y un año, respectivamente, para mostrar que esa izquierda es buena para echar cuentos y hacer oposición pero es pésima para gobernar. El espejo de Venezuela y de Argentina hoy reflejan una realidad que Latinoamérica rechaza con contundencia y que en el caso de Milei le dice con claridad “para la mierda”.

En Colombia las elecciones regionales van a ser un plebiscito contra el gobierno y en las cuatro principales ciudades, tres de ellas hoy con alcaldes de izquierda, la reacción va a ser contundente. Sus candidatos hoy ni aparecen en las encuestas. Y sin duda el deterioro de seguridad solo va a empeorar las cosas. Claro, en tres años todo puede pasar pero Petro ha demostrado tal incapacidad de gobernar que es muy posible que su situación política solo se deteriore.

No hay que olvidar que ese péndulo regresa. Y la derecha tiene que dar resultados. Pero los resultados no bastan. No es sino ver cómo la izquierda acabó con la reputación de Alvaro Uribe para entender lo que viene, y lo que hay que contrarrestar. Hay que aprender de Bukele y su narrativa –el qué y el cómo– que es exitosísima pues esa izquierda populista sabe de eso, la verdad es lo único que saben hacer. Como será que aún hoy venden uno de los países más pobres del continente, Cuba, como un paraíso.

La batalla política poco a poco se está ganando, más por la corrupción e ineficacia de los dirigentes de izquierda que por una acción estratégica y coordinada de la derecha. La división de la derecha en Argentina es una muestra de las grandes debilidades que hoy existen. Pero Milei y Bukele muestran un camino.

Quedan tres años para las elecciones en Perú, Colombia y Chile. No se puede bajar la guardia pues China, Rusia y Cuba están muy presentes en la región y tienen gran capacidad de disrupción. Por eso lo de Milei es apenas una batalla en esta guerra por las libertades, la democracia y el desarrollo de la región.

Artículo publicado en La Silla Rota


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!