Decir que Venezuela era perfecta en los años noventa es no reconocer que algo malo estaba pasando en el país, para que ocurrieran golpes de Estado y ganaran las elecciones candidatos que no tenían el apoyo de partidos tradicionales: Rafael Caldera y luego Hugo Chávez.

A nadie lo obligaron a votar por Hugo Chávez en diciembre de 1998. Para que vean lo importante que es la vía electoral con resultados reconocidos y aceptados por todos. Fueron los ciudadanos venezolanos quienes montaron a Chávez en el poder, no fueron fallidos golpes de Estado que llenaron de zozobra a la población y dañaron gravemente la economía.

Era una democracia con muchas fallas, tanto así que el golpista pudo ser candidato y ganar las elecciones de 1998, ese mismo que fue abonando el terreno creando divisiones, odios y resentimientos entre hermanos, para luego acabar con lo que se había logrado durante 40 años: la democracia.

Han pasado dos décadas y tenemos un arroz con mango, donde no solo quienes se denominan “chavistas”, “socialistas” o “revolucionarios” hacen lo que mejor les parece, sino también quienes se autodenominan “líderes opositores” (dentro y fuera del país), irrespetan la Constitución, asumiendo cargos que no existen, vociferando tener un poder que no tienen, y no solo por lo que dice la carta magna, sino también porque así lo refleja el apoyo popular.

Pobre Venezuela, en nombre de una supuesta “libertad” la han convertido en la piñata del siglo XXI. Ejemplo de ello, manifestaciones como las del gobierno de Paraguay, donde admitió que representantes de Juan Guaidó ofrecieron reducir deuda con Pdvsa a la mitad. ¿Quién autorizó al llamado interinato a negociar deuda de la estatal petrolera con Paraguay?

El punto no puede ser que los chavistas también saquearon y que dilapidaron miles de millones de dólares, que aumentaron deuda externa prácticamente 8 veces. Para nosotros en Unidad Visión Venezuela no aplica eso de que robo con robo se tapa, ni mucho menos que vamos a pasar la página y olvidar por el simple hecho de que equis o determinado personaje critique hoy al gobierno, eso lo exima de rendir cuentas ante la sociedad y la justicia.

Por ejemplo, escuchar a personajes como Rodrigo Cabezas hablando de economía y corrupción, cuando él formó parte de este entramado de regulaciones absurdas que promovieron groseros enriquecimientos, a través de la corrupción cambiaria y obras inconclusas pero totalmente pagadas.

En fin, es el responsable de una etapa de la economía en la que todavía se podía evitar el deslave. Es el autor de la primera poda de ceros del bolívar, pero además él se deslinda del madurismo y no del chavismo, que es precisamente la raíz del problema.

Hay opositores que se cansaron de llamar “focas” a los chavistas, porque justificaban lo injustificable, para todo tenían una excusa y siempre aplaudían. Hoy muchos de ellos, hacen exactamente lo mismo, pero con un “gobierno” de mentira que se ha enriquecido de verdad.

En Venezuela han ocurrido dos milagros económicos: el de los chavistas, que desde que llegaron al poder se han enriquecido de forma grosera e injustificable, y el del “interinato”, que en dos años demostró que no era distinto a los primeros. Y el país lamentablemente continúa en la miseria.

En los últimos dos años hubo un sector de la oposición que se creyó que eran gobierno, repartiéndose ministerios imaginarios y se olvidó de movilizar a la sociedad, de hacer oposición y trabajar en beneficio de los ciudadanos.

Para nadie es un secreto que el fulano interinato no marca la agenda política, no tiene poder, no tiene pueblo, no construye opinión pública, no acorrala al oponente, no resuelve ningún problema, no capitaliza el descontento, no convoca, no se cuestiona y no se reinventa. Es un ente inerte.

Un fiel retrato de lo que deberían ser los gobernantes del momento es la reconocida Angela Merkel, quien quedará para la historia como una mujer íntegra, fuerte, ejemplar, humana e inteligente. Nunca llenó sus bolsillos y gobernó a millones de alemanes, que recientemente la despidieron con aplausos.

Es importante tener claro que corrupción no es solo robar. Es el abuso de poder, el chantaje de un funcionario, violar la ley para favorecer a sus allegados. Nuestro país, lamentablemente, hoy es la cuna de la corrupción y hasta que no afrontemos esto, hablar de democracia es una falacia.

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