Maduro dólar

Después de describir la trágica situación política de Mijaíl Gorbachov la semana pasada, obligado a intentar realizar un cambio de 180° para intentar frenar el rezago tecnológico y económico cada vez mayor y que terminó en destrucción total de la entidad política conocida como la Unión Soviética, debido a los intereses particulares de los líderes regionales que derivaron en nuevos países como a la incomprensión de gran parte de la sociedad y burocracia soviética que no entendían la necesidad de los cambios planteados, paso a contar una tragedia en evolución como es la crisis político-económica en Venezuela Por razones obvias de autocensura, me limitaré a señalar hechos sin referir culpables, que algún día se sabrán en su debida dimensión.

Al igual que Gorbachov, Nicolás Maduro recibió el control total de un país con enormes problemas económicos y políticos, que pasaban por la pérdida financiera de decenas o centenas de miles de millones de dólares estadounidenses, según la fuente que se consulte, sea Jorge Giordani o Rafael Ramírez, entre otros exmiembros del Ejecutivo nacional.

A esta sangría financiera hay que sumar que heredó una monstruosa deuda externa, de la que saldó decenas de miles de millones de dólares hasta que ya no se pudo por razones que todos conocemos, a lo que hay que sumarle un verdadero cementerio de obras incompletas en todo el país, de los cuales las vías del tren entre Caracas y Maracay son un monumento digno de todo un inventario de obras sin terminar.

Si le sumamos la constitución de centenares de empresas públicas improductivas (ampliadas hasta lo máximo, con las políticas de expropiaciones) con millones de empleados públicos, que no son culpables de las políticas gerenciales de las mismas y le añadimos un sistema de pensiones de millones de ciudadanos que ameritaban de este sistema para su supervivencia biológica. En fin, un país que había alcanzado todos los extremos inimaginables de un rentismo petrolero, que simplemente era insostenible.

Como conocedor de la tragedia soviética, nadie podía imaginar a Maduro imitando a Nikita Jrushchov, quien hizo un discurso político secreto el 25 de febrero de 1956 denunciando todos los excesos, errores y consecuencias de políticas públicas equivocadas durante el estalinismo, lo que trajo la división del mundo comunista y la ruptura con la República Popular China, después de que la agencia Reuters lograra conseguirlo y hacerlo conocer en Occidente, obligando a los soviéticos a hacerlo público para toda la población ese mismo año.

Nadie puede imaginarse a Maduro, en 2013-2014, denunciando todos los errores cometidos desde 1999 y pidiendo una rectificación total de las políticas, pues hubiese dividido al PSUV entre reformistas y ortodoxos, con el detalle de que los ortodoxos siempre tienen la ventaja organizativa de mejores redes de complicidad y gobierno.

Esta situación ya había pasado dos décadas atrás, cuando una brillante generación “tecnocrática” de ministros acompañó al entonces presidente Carlos Andrés Pérez a cambiar por completo la estructura política y económica de Venezuela, que estaba tan cuestionada y con síntomas evidentes de ser insostenibles financieramente. CAP se enfrentó a las cúpulas políticas de la época y forzó la elección directa de alcaldes y gobernadores (que se repartían entre los militantes del partido que ganara la presidencia) en 1989. Este cambio político verdaderamente “revolucionario” fue la génesis de la conspiración partidista que llevaría a su enjuiciamiento y destitución a escasos lapsos de su entrega del poder.

Esta experiencia política nacional reciente, unida al trauma de abrir una “Caja de Pandora”, donde se desataran todos “los demonios”, como ocurrió en la Unión Soviética, es la explicación directa del retraso durante tantos años de las políticas correctivas necesarias, tanto políticas como económicas, que hubiesen podido evitar tantas tragedias como el “bachaquerismo”, la hiperinflación, la quiebra casi absoluta de gran cantidad de empresas públicas, la crisis alimenticia, el aumento de casos de enfermedades de varios tipos y finalmente la migración de millones de ciudadanos por todo el mundo.

Al final, como en el caso de Gorbachov, la necesidad de supervivencia política del PSUV y del país también ha llevado a implementar en forma muy lenta las medidas económicas desesperadas para salvar la situación, tales como:

  1. Dolarización: después de denostar de la moneda estadounidense durante años y defender nuestro moribundo signo monetario, el mismo presidente Maduro “dio gracias a Dios por el dólar” en el último programa de televisión conducido por el difunto periodista José Vicente Rangel, quien sin duda por sus conocimientos y experticia entendió antes de morir dónde terminaría esta situación. Hoy cuando todos los precios de bienes y servicios en Venezuela se fijan en dólares y no en petros o bolívares y hasta el gobierno “rompe lanzas” en defensa del dólar del BCV, “el de todos los venezolanos”, es difícil no entender por qué cuesta tanto darle la razón a economistas y políticos como Francisco Rodríguez y Antonio Ecarri, entre otros que tienen años y hasta lustros pidiendo la dolarización formal de la economía.
  2. Privatización: después de años de presentar las privatizaciones como “políticas neoliberales”, casi que como de corte “satanista”, ahora sí entienden que hasta el Banco de Venezuela, filiales de Pdvsa, empresas de la CVG, tienen que ser capitalizadas con inversionistas extranjeros o nacionales de origen privado, lo que ha llevado a una ruptura con la “ortodoxia revolucionaria” que al igual que en el caso soviético, no entiende que es necesario hacerlo, antes de que colapsen de manera definitiva y no valgan “nada”.
  3. Disciplina administrativa: después de años de imprimir “dinero electrónico” y aumentar el gasto público, sin límites aparentes, la contracción económica del 70% del PIB ha obligado de hecho a dejar desmoronar numerosas instituciones y servicios ante la imposibilidad de financiarlos adecuadamente, desde universidades, hospitales, ministerios a instalaciones y obras de infraestructuras hasta las nóminas de empleados públicos y pensionados, incluyendo alcaldías y gobernaciones, que apenas son sombras de lo que eran hace 10 años en cuanto a plantillas de funcionarios, maquinaria de trabajo, cuentas bancarias llenas de fondos, entre otros detalles, que es preferible no mencionar, para evitar el suicidio de algunos alcaldes y gobernadores actuales, angustiados por su situación precaria en términos financieros.

Todas estas medidas van a derivar, si continúan las reformas en la dolarización completa, en una privatización integral como la de Boris Yeltsin en Rusia y una reducción del papel del Estado a mero prestador de servicios públicos que no puedan ser privatizados por alguna razón en específico, de la realidad nacional.

En este punto, el lector debe poder entender que el éxito final de las reformas económicas, depende de un acuerdo político de convivencia con los Estados Unidos de América (que controla buena parte de las finanzas internacionales y cuyo peso aumentaría exponencialmente si Putin pierde la guerra de Ucrania), que ya sea que se le achaque la culpa de lo ocurrido a la economía nacional por las sanciones o al gobierno (PSUV), lo importante para Maduro y gobierno es levantar esta situación comercial y financiera que les exige pagar un “costo político”, que nadie osa señalar para no alterar las negociaciones en México, con la excepción de un grupo de dirigentes políticos que saben que en la primera línea de negociación está la entrega, vía judicial, de un importante lote de tarjetas políticas a dirigentes opositores de línea dura y por ello exigen que el diálogo se traslade a Venezuela en forma pública y hasta plantean la necesidad de abrir la Embajada de Estados Unidos en Venezuela para poder defender presencialmente sus causas.

Demás está decir que este planteamiento diplomático es urgente, pues la abundancia de liquidez monetaria de dólares estadounidenses en efectivo hace menester algún tipo de institución oficial que cambie los billetes deteriorados en Caracas, lo que llevaría a alguna oficina de la Reserva Federal estadounidense en Venezuela (si le parece fantasioso, recuerde la lucha contra el uso del dólar y lo que ocurrió al final), a lo que se añade que es necesario regularizar vínculos con los miles de venezolanos que entran semanalmente a Estados Unidos, cruzando el río Bravo después de caminar Centroamérica.

Las reformas políticas irreversibles que persigue la oposición política no son objeto de este artículo, pero son impostergables e innegociables algunas de ellas, lo que va a causar mucha molestia y frustración en el mundo psuvista, de la misma forma que la oposición política, después de concluir una negociación política, recibirá abundantes “maldiciones y mentadas e madre” por factores y ciudadanos, que no van a entender o aceptar las resultas de las negociaciones.

Lo cierto de esta historia es que si no se resuelve de forma negociada puede terminar de forma accidental con escenarios absolutamente inesperados, debido a factores externos (Guerra de Ucrania) e internos (devaluación del bolívar).

 


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