El pasado domingo 25 de julio, en el Hospital Universitario de Caracas, falleció Miguel von Dangel (1946-2021), el pintor y escultor más galardonado de nuestro país. Más que amigos fuimos hermanos, lo que me permitió conocer sobre su vida y creación artística como ningún otro. Producto de esa estrecha relación escribí una densa biografía (623 páginas) de su vida y obra que me tomó poco más de tres años en concluir, y que el artista conoció y leyó después de terminarla. La misma fue publicada en 2012 con el auspicio del Centro de Estudios Latinoamericano Arturo Uslar Pietri de la Universidad Metropolitana, y posteriormente galardonada por la Asociación de Críticos de Arte de Venezuela. De allí extraigo el texto que sigue a continuación.

El año 1994 fue como una nota alta en la escala artística de Von Dangel. Clementina Vaamonde y Rafael Romero, directora y subdirector de la Galería de Arte Nacional (GAN), respectivamente, fueron los responsables de que así sonara la música por los lados donde entonces se encontraban sus predios de trabajo: Los Caobos. Junto con un equipo que también integraron María Helena Huizi, Rafael Santana y Roselia de Level, hicieron posible que se reunieran doscientas treinta y dos obras de Miguel von Dangel, que abarcaban tres décadas de labor (1963-1993). Fue una muestra monumental, al punto que, por la cantidad de trabajos que la integraban, se hizo necesario que la Galería de los Espacios Cálidos del Ateneo de Caracas facilitara sus salas para exhibir allí el componente de los trabajos sobre papel, un bloque de setenta y cinco piezas.

El anecdotario surrealista de nuestro país dio también su pincelada magistral en un episodio que es digno de contar. Pocos días antes de la inauguración, se presentaron en la GAN dos funcionarios del Ministerio del Ambiente con el propósito de realizar una inspección en sus salas ya que habían denunciado que allí se encontraban una serie de obras de arte cuya realización era el producto de actos de depredación de nuestra fauna. Una vez que constataron la supuesta veracidad de la denuncia, anunciaron a las autoridades del museo que la exposición sería suspendida. Enterado el artista de la visita en cuestión y sus posibles consecuencias, en coordinación con los directivos del espacio expositivo, procedió a elaborar una carta que se dirigió al mencionado ministerio en la que explicaba que los restos de animales que se utilizaban en algunas obras no eran producto de ningún acto de depredación sino resultado de la colaboración del veterinario del Parque del Este, quien se los suministraba después que fallecían, por razones naturales, en dicho recinto. Después de unos días de rumores, cargados de intenso nerviosismo, el percance se superó, pero en los corrillos de pasillo se comentó que un destacado pintor prestado a la burocracia cultural, ideólogo, docente y escritor por demás señas, con ascendente en su momento sobre el Ministerio del Ambiente, tuvo que ver con la grotesca tramoya. Sin importar quién haya sido el denunciante de ocasión, quedó establecido, en la penumbra de la duda, que Uno y múltiple son los caminos de la envidia.

En horas del mediodía del jueves 30 de junio, se celebró una rueda de prensa en las instalaciones de la GAN. La importancia del acontecimiento se midió por el número de periodistas y medios de comunicación que estuvieron presentes: Rubén Wisotzki (El Diario de Caracas), Moraima Guanipa (El Universal), Andreina Gómez (El Nacional), así como el diario 2001 y El Mundo. Wisotzki reseñó en su nota, publicada al día siguiente -al igual que hicieron los demás diarios, salvo 2001 que realizó una amplia cobertura el domingo 3 de julio-, que las autoridades del museo y los curadores agotaron todos los elogios posibles al referirse a Von Dangel y su muestra antológica, acotando que por ser personas tan dispares, los elogios no podían ser oportunistas. Especial mención mereció el comentario que hizo María Helena Huizi en el sentido de que en la realización de la muestra no hubo casi contratiempos, ni roces, lo cual era de por sí sospechoso. Por su lado, Gómez apuntó que en una mirada a la inversa de su devenir creativo, el espectador se verá enfrentado al horror y la belleza que conjuga la obra de este destacado artista con aguda visión crítica. Guanipa escribió que Von Dangel se desplegaba a lo largo de los espacios expositivos con toda la variedad y fuerza que le caracteriza, asomándose como uno de nuestros más constantes y críticos creadores. El Mundo resaltó que se trataba de la muestra de uno de los más controversiales creadores venezolanos. Y el 2001 habló de “uno de los discursos plásticos más abundantes y originales de finales de siglo”. Las preguntas y comentarios del artista fueron abundantes, y sobre muy variados tópicos. Así, entrelazando las diferentes versiones de los periodistas, sobre su muestra antológica dijo:

«Comprendo el significado del término aunque para mí es engorroso, porque significa como verme en medio de un velorio. Comparto la frase de Maelo ‘de muerto no tengo nada’, porque pienso seguir dando la pelea por algún tiempo más (…) Ya reflexionando sobre la exposición y el proceso de treinta años, me di cuenta de que en ella se encerraban treinta años de lo que había vivido yo en las circunstancias sociales y políticas del país. Yo no me voy a elevar en paradigma del arte en la democracia, pero sin democracia no hubiera podido hacer una obra como la que he hecho. Por eso es una exposición crítica, es dura, incluso es revulsiva para mí mismo (…) Las durezas de las que hablo van referidas, curiosamente, a una situación objetiva y real del país. Se utilizaron muchas obras que, eventualmente, no son las más fáciles de digerir, no son los hitos más brillantes en donde había la coincidencia plena con el gusto público que se fue desarrollando durante estos treinta años (…) por eso es que reconozco la tolerancia de la GAN» (El Universal, El Nacionaly El Diario de Caracas).

Respecto a sus cualidades artísticas comentó:

«Más allá de mi formación familiar, esa que salió de mi hogar, no de la Academia, no tengo ningún tipo de talento especial, no soy un excelente dibujante, ni un colorista nato y mucho menos un gran pintor al óleo. Todo me costó mucho trabajo y no creo que hubiese llegado donde llegué, me refiero a sobrevivir intelectualmente, si no hubiera prevalecido en mí una especie de metodología muy rigurosa de trabajo» (El Mundo y 2001).

En cuanto a la relación de las fuerzas espirituales y mundanas de una sociedad que nutre y destruye a la vez, recalcó: “Estamos rodeados de profundos misterios y, no en balde, es el artista quien tiene el deber de alertar sobre los mismos; de alertar sobre las diferentes maneras de verlos y confrontarlos, y despejar las posibilidades que posee una sociedad en un momento dado” (El Mundo y 2001).

Acerca de las influencias que ha recibido señaló:

«Tuve una influencia de Bárbaro Rivas en los años 60. Yo venía saliendo de la Escuela de Artes Plásticas entre cinéticos y guerrilleros de izquierda comprometidos. Descubrí en Bárbaro la vena religiosa que obviamente coincide con algunas necesidades mías y yo asumí eso plenamente. Mientras a nosotros nos estaban diciendo los artistas que venían desde París que el clavito en la pared se había terminado y los otros decían que el artista que no hiciera revolución era un reaccionario, bueno, descubrí en la variante de Bárbaro un filón» (El Universal).

Y sobre cómo surge el artista declaró:

«El artista, como decía Beuys, nace un poco de su reflexión a partir del dolor, del dolor existencial y desde luego que si uno fuera un ser normal, entre comillas, no tendría nada que decir (…) El artista tiene que ser un poco ‘sollado’ para poder ver las cosas desde otra perspectiva, porque si no ¿qué sentido tiene? (…) Yo creo que el arte es una patología, siempre he insistido en eso» (El Universal).

La GAN editó para la ocasión un libro-catálogo de noventa páginas, con el título Miguel von Dangel, Exposición antológica 1963.1993. Es, sin duda, un documento valioso para conocer mejor al artista y su investigación. El mismo se inicia con un texto de María Elena Huizi, titulado “Claves para una antología”, en el que leemos lo siguiente:

«Treinta años de consecuente y fructífera trayectoria en nuestras artes plásticas respaldan el nombre de Miguel von Dangel. De ahí que esta muestra antológica (…) constituya una de las más importantes exposiciones individuales de arte contemporáneo realizada por nuestra institución en los últimos años. Con una vasta producción, caracterizada por su solidez y coherencia conceptual y temática y por una enorme variedad formal y técnica, desde los años sesenta Von Dangel emprende la creación de una de las obras más originales del arte venezolano y de América Latina».

A continuación encontramos una amplia entrevista realizada al artista por Aurora Blyde (“Lo trascendente de lo cotidiano”), en la que preguntas y respuestas tejen el marco grandilocuente de la religiosidad y arraigo latinoamericano del creador:

AB —¿Cómo ha cambiado la concepción de lo religioso durante los treinta años de tu trabajo?

MVD —No creo que haya cambiado. Uno no se propone hacer un arte religioso. Existe una angustia que es permanente en la que temes simplemente que se te quite el don, el derecho. Para mí el hecho pictórico es un hecho invocativo. Forzando las barreras, invoco para que se me permita, para tener derecho, para poder hacerlo con autoridad, para que la imagen se te revele (…) Es, si tú quieres, un ritual. Pero eso se da también muy frecuente en otros pintores que no son religiosos. De qué manera liberas ciertas energías, de qué manera te abres a ciertas percepciones, cómo exacerbas algún tipo de neurosis para lograr ciertas revelaciones; yo llamo a eso Dios y creo que estoy en lo justo. Hasta ahora me ha funcionado, aun cuando sean muchas veces procesos angustiosos y muchas veces también dolorosos.

AB —¿Cuándo vuelves a ocuparte del problema del hombre?

MVD Yo no sé si alguna vez me ocupé del problema del hombre en tanto humano, y no como una estructura metafórica en tanto el problema de la identidad con Dios, de la identidad con la historia o con lo social. Debo ser honesto en eso. Como decía Goethe, “dos espíritus moran dentro de mí”, y terminaba gimiendo de desespero y de dolor. No hay una fusión armónica. No hay un planteamiento entre una posibilidad y la otra. Creo que no lo he superado y sigo planteándome ese dilema. Lo que sí es cierto, es que cada vez más se han ido incorporando los elementos de una y otra lectura en una misma obra. En el fondo estamos hablando del espíritu. Uno se revela a través de eso y, de pronto, utilizas una estampa de un santo en relación directa con una piel de un jaguar. ¿Dónde si no es en nuestro continente, se podría permitir esa lectura del encuentro siempre traumático, felizmente algunas veces armónico, entre lo cultural y lo natural? Las posibilidades entre el hombre y la naturaleza están profundamente ligadas en nuestro entorno inmediato. Este tipo de fenómenos se da entre nosotros y el hecho de que se dé nos compromete. Todos esos elementos, más muchos otros, conforman un caudal de modos de expresión, de materiales a través de los cuales se expresaba una realidad mucho más cercana a la nuestra. Creo que esa es mi suerte. Mientras el país seguía con su “boom” tecnológico, imitando las grandes metrópolis, yo quedaba como una especie de bicho raro que se movía al margen de la realidad del país.

A la entrevista le siguen cuarenta páginas en la que se reproducen, a color, algunas de las creaciones más emblemáticas del pintor y escultor. Continúa con una cronología elaborada por Francisco Márquez y luego la lista de lo expuesto. Finalmente, termina con ochenta y siete fragmentos tomados de entrevistas, declaraciones, artículos y ensayos realizados por Miguel.

@EddyReyesT

 

 


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