Cuando un ciudadano común de cualquier nación toma la terrible decisión de emigrar a otro país sin que estén dadas las condiciones legales, económicas o sanitarias adecuadas para hacerlo, es posible que lo haga por causas de origen bélico o climático –casos de África y Medio Oriente–, por su seguridad personal, por las crisis económicas o por todas estas razones juntas, para tratar de preservar su existencia, libertad o forma de vida. Son personas que dejan atrás sus raíces –hogar, familiares, amigos, conocidos y, para rematar, su menguado patrimonio– para irse a correr riesgos y sufrir maltratos, vejaciones, humillaciones, sin importar el tipo de oficio que deban aceptar para sobrevivir en un país extraño.

En mi opinión, para el caso de Latinoamérica quizás la mayor causa de migración forzosa es de origen económico, debido a que los políticos corruptos han coludido con los especuladores financieros y en algunos casos con grupos delincuenciales, para tomar y mantenerse en el poder. A fin de lograrlo, se han encargado de destruir la democracia mediante la anulación de los poderes Legislativo y Judicial o las monedas de sus naciones con expansiones de liquidez y devaluaciones, a tal punto que los ingresos reales de los ciudadanos se han envilecido y no les permiten sobrevivir, ni mucho menos ahorrar e invertir para procurarse un futuro medianamente decente por medio de la educación y el trabajo honesto, que eran las virtudes que en el pasado garantizaban una mediana calidad de vida a los ciudadanos. Quizás estas sean las causas de las protestas en algunos países tales como Chile, Ecuador o Colombia, donde sus ciudadanos aún se resisten a huir hacia otras naciones, aunque sus protestas justas les cuesten la libertad o la vida, pues la respuesta de los gobiernos de “derecha o izquierda” –vaya horrible dicotomía– es siempre la represión, usando los mismos métodos violentos.

Hacia Europa se dirigen los emigrantes de África, mientras que hacia los Estados Unidos de América se dirige la mayoría de los migrantes de origen latinoamericano, creyendo que solo por haber una “moneda de reserva” – aunque no sea estable por sus emisiones de liquidez que les genera inflación– podrán obtener trabajo e ingresos que les permitan sobrevivir y enviar remesas a sus familiares, sin considerar que infortunadamente, a causa de las praxis financieras especulativas, en esa nación también existe desempleo, indigencia, violencia, más de 40 millones de pobres y lo peor: hay un alto consumo de sustancias prohibidas. La recepción de migrantes, entonces, podría incrementar esa crisis de la que se habla poco –para mantener las apariencias de prosperidad– y por esa razón, afortunadamente con el último cambio de gobierno, también existe un cambio de paradigmas respecto al problema migratorio de parte de Mr. Biden y Mrs. Harris. De manera racional y sensata no creen que la construcción de muros, las invasiones, los bloqueos o la imposición de líderes improvisados en las democracias latinas sea la solución adecuada. Ellos se orientan a ayudar a resolver las causas migratorias en el origen, en los países de donde migran, donde los problemas son ocasionados por la corrupción, la incapacidad, la especulación, la delincuencia y la inequidad. “La culebra hay que matarla por la cabeza”.

Por la razón anterior, la eficiente, elegante e inteligente vicepresidente de Estados Unidos, Mrs. Kamala Harris, el 7 y 8 de junio de 2021 visitó Guatemala y México, para buscar con los presidentes de esos países soluciones racionales al respecto, donde se destaca su frase sincera “no vengan, no vengan” e hizo una oferta para crear una fuerza anticorrupción en Centroamérica y ayudas e inversiones de gobierno y empresas norteamericanas en esos países, que permitan ofrecer trabajo digno, con salarios honestos para sus ciudadanos. Una de las grandes preocupaciones es que las ayudas vayan a parar a grupos de corruptos, por falta de supervisión y control, como ha ocurrido con las ayudas humanitarias anteriores, que han sido robadas por supuestas fundaciones y organizaciones no gubernamentales, sin que les lleguen a los realmente necesitados.

Quiero destacar que las donaciones son herramientas útiles temporalmente, pero son insostenibles y con alcance limitado, siendo por tanto necesario fortalecer la educación para el trabajo y la inversión local productiva, pues “si das a un hombre un pescado, lo alimentarás por un día, pero si lo enseñas a pescar, se alimentará toda la vida”.

Considero que una buena forma de drenar el exceso de liquidez generadora de inflación, producida por la FED a raíz de las flexibilizaciones cuantitativas pre y pospandémicas, es invertir racionalmente en la economía productiva parte del dinero en exceso en los países latinos, de manera que se puedan reactivar y la inflación inherente a la expansión monetaria no tenga un mayor impacto en la economía de Estados Unidos.

Creo que la gestión encomendada a Mrs. Harris por Mr. Biden, como buenos estadistas que son, está bien orientada, es acertada, oportuna y será muy exitosa. Recordemos que, en el futuro próximo, Estados Unidos podría tener por primera vez como presidente a una talentosa y bella dama de color de padres inmigrantes, con madre originaria de la India y padre jamaicano.

A raíz de las palabras de Mrs. Harris en Guatemala y México, Mrs. Alexandria Ocasio-Cortez, miembro de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, expresó: “Estados Unidos pasó décadas contribuyendo al cambio de régimen y la desestabilización en América Latina. No podemos incendiar la casa de alguien y luego culparlos por huir”, pero a esto habría que agregar que errar es de humanos y corregir es de sabios y que nunca es tarde para dar el primer paso en el sentido correcto.

En el caso de Venezuela, muchos emigrantes se dirigen hacia países del sur, pero debido a la inestabilidad política en la región, que terminarán en crisis económicas, alguien afirmaba con toda razón que esta acción era como “cambiarse en el Titanic de un camarote para otro”. Estimo que para salir de la crisis venezolana es necesario hacer también cambios de paradigmas tanto en la política como en la economía, donde hay que mejorar la democracia mediante la participación y la selección de los mejores ciudadanos con que cuenta el país, en unas elecciones libres y honestas, para lo cual me parece bien que los candidatos a futuras elecciones sean seleccionados mediante primarias, de las que se puedan obtener líderes honestos, eficientes, eficaces, con libertad de criterio y mejor aún si no son “aprendices de político saltadores de talanqueras”, que sepan asesorarse por verdaderos expertos, que no sean “caballos de Troya de utilería”. Asimismo, todas las negociaciones entre el gobierno y la oposición deben ser públicas y con la difusión en línea y en tiempo real por los medios informativos; y con la asesoría de los diversos sectores nacionales productivos. El cambio no es solo de unos actores por otros “para hacer entre gallos y medianoche un reparto de cargos burocráticos”, y continúen las mismas malas prácticas fracasadas del pasado.

El cambio en la dimensión económica no es mediante la obtención de donaciones o de créditos internacionales como sugieren algunos expertos, para que sean robados por corruptos y especuladores, como ya ocurrió en el pasado en Venezuela o Argentina, sino que se debe incentivar la inversión productiva de empresas de diversas nacionalidades, que aporten capital, know how, tecnología, capacidad administrativa y capacidad empresarial. Venezuela cuenta con recursos naturales abundantes y trabajadores capacitados, que pueden producir riqueza en beneficio de la población y solo se requiere un ambiente de honestidad, confianza, estabilidad, respeto por la propiedad e inversión privada, moneda fuerte y libre circulación de divisas. Además, es muy importante que exista una banca ética, que no esté pensando cómo apropiarse del patrimonio o de las divisas de quienes trabajan, ahorran, invierten y producen, para enviarlas a bancos del exterior, donde sean robadas por delincuentes financieros, como ya ha ocurrido en casos como Antigua, Panamá, Curazao, Bélgica, Suiza y Andorra, o con los ahorros e inversiones de la nación, a cuenta del bloqueo para algunos de los corruptos nacionales, que fueron alcahueteados por politiqueros y grupos financieros, cuya costumbre convertida en ley se remonta a varias décadas desde 1958, dejando a ciudadanos y a bancos quebrados, pero a políticos y a banqueros muy ricos, Viven como reyes en el exterior, sin que los alcance el brazo de la justicia, que se comporta en ciertos casos como una dama ciega, sorda y muda.


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