Cumplí, recién, 72 años e intento pronunciar la oración «Padre Nuestro» y no me rendiré hasta lograrlo. Mantengo constante comunicación con mi hija canadiense Gretel Sally, quien me informó que todavía no había encontrado alguien capaz de enseñarle cómo para luego grabar para mí la acentuación.

«Lord Player» 

(Inglés del siglo XI)

«Fæder ure þu þe eart on heofonum;

Si þin nama gehalgod

to becume þin rice

gewurþe ðin willa

on eorðan swa swa on heofonum.

urne gedæghwamlican hlaf syle us todæg

and forgyf us ure gyltas

swa swa we forgyfað urum gyltendum

and ne gelæd þu us on costnunge

ac alys us of yfele soþlice»

(Investigación histórica personal)

Cuando mi madre Carmen H. Ure murió, en horas tempranas se presentó ante mí mencionándome –con persistencia– que debía ir hacia una localidad de la India llamado https://es.wikipedia.org/wiki/Vrindavan. Perplejo le pregunté por qué no me sugería viajar hacia Escocia, «Reino Unido», donde nacieron nuestros antepasados. Ella insistió en el distrito de Mathurá, en el estado de «Uttar Pradesh».

Una noche de investigación profunda me entero que el beatle George Harrison se interesó por el lugar: https://krishnatube.com/video/1833/george-harrison-visiting-vrindavan-the-land-of-krishna-in-india-april-1996/. He querido desentrañar ese misterio paranormal, la irrupción de mi fallecida progenitora y creencias krisnamurtianas: https://www.youtube.com/watch?v=_Wx3PbF12Wo&t=97s.

Antes de lo expuesto, durante décadas solía pensar en https://en.wikipedia.org/wiki/Andrew_Ure, las razones por qué se convertiría en un interesante personaje histórico. Profesó la tesis según la cual podía resucitar cadáveres. Formularía esta siguiente anécdota:

« Todos los músculos del cuerpo se agitaban inmediatamente con movimientos convulsivos que semejaban un violento estremecimiento de frío… Al mover la segunda varilla desde la cadera hasta el talón, con la rodilla previamente doblada, la pierna era lanzada con tal violencia que casi volcaba una de las piernas. los asistentes, que en vano intentaron impedir su extensión. El cuerpo también fue obligado a realizar los movimientos de la respiración estimulando el nervio frénico y el diafragma. Cuando se excitó el nervio supra orbitario, los músculos de su rostro se lanzaron simultáneamente a una acción aterradora; rabia, horror, desesperación, angustia y sonrisas espantosas unían sus horribles expresiones en el rostro del asesino, superando con creces las representaciones más salvajes de Fuseli o un Kean. En ese momento, varios de los espectadores se vieron obligados a abandonar el apartamento por miedo o mareos, y un caballero se desmayó» (1819).

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